Una agónica Brasil celebra en Río de Janeiro
Un partido de la Liga brasileña le roba protagonismo al encuentro de la selección frente a Colombia
“Después del 7-1, el equipo perdió su gracia. Prefiero ver mi Vasco en la Serie B [la Segunda División brasileña]”, dice Fábio José, un conductor que descansaba en las afueras del estadio Nilton Santos. El resultado al que hace alusión es la derrota histórica de la Canarinha frente a Alemania en el Mundial de 2014. En la cancha de fútbol, ubicada en Río de Janeiro, Brasil se enfrentaba a su rival más duro en la fase de grupos de la Copa América. Colombia supuso un reto para la ofensiva de Brasil que consiguió el gol en la agonía, en el minuto 108 (2-1).
“Sabía que allí se estaba disputando la Copa América, pero no sabía que Brasil jugaba hoy. ¿Contra quién juega?”, preguntaba Luciana dos Santos, una vecina del barrio cercano a una de las sedes de la Copa América. Si bien el torneo de selección brasileña fue ignorado en el norte de Río de Janeiro, el principal estadio de fútbol de la ciudad vivía una realidad diferente a ocho kilómetros de distancia. El Maracaná, que también se encuentra en el norte de la capital, recibió al menos un centenar de hinchas del Flamengo para ver la llegada del autobús del equipo, que venció a Fortaleza en la sexta jornada de la Liga brasileña. Un partido liguero tenía más importancia que ver a Neymar, Richarlison, Marquinhos y Thiago Silva.
Fuera del campo, el tema sigue siendo el número de contagiados por la covid-19 en el torneo sudamericano. Este miércoles, el Ministerio de Salud actualizó el número de positivos por el nuevo coronavirus relacionado con la Copa América a 166, siendo 48 de ellos jugadores o miembros del comité técnico de las selecciones nacionales, 115 prestadores de servicios contratados para el evento y tres empleados de la Conmebol. El organismo y las autoridades sanitarias de Brasil han presentado la información de forma dispareja y, en ocasiones, contradictoria.
La cancha del estadio Nilton Santos, casa del Botafogo, estaba sumamente dañada. El entrenador de Brasil, Tite, advirtió de que el césped podía complicar el buen desarrollo del partido contra Colombia. Los brasileños lo perdían desde el minuto 12 cuando un gol de tijera de Luis Díaz venció al guardameta Weverton para el 0-1. La anotación enardeció a los brasileños que tardaron, hasta la recta final del partido, para encontrar el gol afortunado de Roberto Firmino tras un centro de Lodi. En el camino se encontraron con el rebote en el árbitro Néstor Pitana algo que, en teoría, debía paralizar el juego y continuar con un bote a tierra. No sucedió. Los gritos de euforia llegaron en el tiempo agregado cuando Casemiro, libre en el área chica, cabeceó para convertir el 2-1. Los gritos emergieron en un estadio prácticamente vacío.
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