El Manchester United, un club a la espera
El equipo que más ha invertido en fichajes en los últimos diez años cosecha su peor arranque de temporada en una década mientras aguarda movimientos accionariales que puedan reactivarlo
Hace diez años que Sir Alex Ferguson firmó una carta en la que explicaba los motivos de su jubilación. Tenía 71 años y había celebrado 38 títulos en 26 años y medio de recorrido en el Manchester United, que pasó de una abstinencia de un cuarto de siglo sin dominar la liga inglesa a ganar 13, aderezadas con dos Champions. “Es el momento adecuado. Para mí lo más importante es dejar un club fuerte. La calidad de esta plantilla presagia éxitos continuados al más alto nivel y la estructura del fútbol base asegura que a largo plazo el futuro del club seguirá siendo brillante”, firmó el veterano escocés. No acertó demasiado.
Desde entonces, el United ha ganado una Europa League, una Copa, dos Copas de la Liga y una Supercopa inglesa. El pírrico balance se completa con un inquietante presente: el equipo ha perdido cinco de los 11 partidos que ha jugado en la Premier. Y este miércoles se dejó remontar dos veces por el Copenhague en la Champions, liza en la que cierra su grupo tras sumar tres puntos en cuatro partidos y el horizonte de un partido en Estambul ante el Galatasaray definitivo; si pierde estará eliminado y con serias opciones de ni siquiera alcanzar la pedrea de la Europa League. El United no depende de sí mismo para llegar a octavos de final: debe ganar a los turcos y después en Old Trafford al ya campeón de grupo Bayern, además de aguardar un tropiezo del Copenhague.
“He visto cosas positivas”, apuntó el entrenador Erik Ten Hag tras la debacle en el Parken danés. El partido fue la tormenta perfecta para su equipo, que jugó con 10 hombres más de medio partido por expulsión de Rashford y se queja de esa y de más decisiones arbitrales. Pero ya todo está en duda en un equipo que es octavo en la Premier a nueve puntos del Manchester City, que se ha complicado en Europa y que acaba de ser eliminado en la Copa de la Liga. Desde que se fue Ferguson jamás había acumulado nueve derrotas en los primeros 17 duelos oficiales de la temporada. La vez que más cerca estuvo, ese noveno fiasco llegó en el partido número 34, justo en la campaña siguiente al adiós del mito.
David Moyes, Louis van Gaal, Jose Mourinho, Ole Gunnar Solksjaer y Ralf Ragnick precedieron a Erik Ten Hag en el intento de fijar un rumbo para el equipo. El dinero no ha sido problema: en el balance entre ingresos y gastos en el mercado de fichajes nadie ha invertido en el planeta tanto como el United desde aquel verano de 2013. El saldo negativo se dispara más allá de los 1.300 millones de euros para el club que según Forbes disputa, en cuanto a su valor, el liderazgo mundial al Real Madrid.
El United es financieramente un caramelo con algún veneno en su interior. La entidad adeuda más de 1.000 millones de euros en préstamos, pero tiene el músculo suficiente como para ingresar más de 800 cada año. Los Glazer, malqueridos en la ciudad y por una afición que no cesa de exigir su partida, negocian la entrada de un inversionista y quién sabe si la venta total de sus acciones, para las que han fijado un precio de salida que no baja de los 6.500 millones de euros. Ni siquiera los pretendientes cataríes se han acercado a esa cifra. La nueva vía de salida lleva a Sir Jim Ratcliffe, propietario de la compañía petroquímica Ineos y natural de Mánchester, que negocia la adquisición del 25% del club por una cifra que estaría en torno a las 1.500 millones de euros. Y con ese coste exigiría el control de las decisiones deportivas del club, justo lo que a los Glazer más incómoda. Según The Times, el patrimonio de Ratcliffe es 20 veces superior a la cantidad que pretende invertir en el United.
En ese escenario todo está en espera, incluso la posición de Ten Hag, que se ganó el favor de la afición cuando la temporada pasada exprimió el rendimiento del equipo para llevarlo de vuelta a la Champions. Ahora, todo está en duda, también su aportación. Pero la rueda no deja de girar y antes de la batalla de Estambul deberá preparar al equipo para superar a Luton Town y Everton, dos escuadras del fondo de la tabla doméstica. Debe llevarse los puntos porque al margen de sofisticaciones, Ferguson ya había marcado el único camino que vale en Old Trafford cuando le llamaban viejo antes de dejar el club alzando una última copa de la Premier League. “Sí. Soy un dinosaurio, pero lo que soy realmente es un ganador”.
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