Sergio Ramos cierra el círculo en el Santiago Bernabéu 19 años después
La leyenda blanca regresa al coliseo madridista en su mejor momento en el Sevilla, donde ejerce un liderazgo indiscutible tras cumplir la promesa que se hizo en 2005, cuando fichó por el Madrid
Cerca de cumplir 38 años, Sergio Ramos, una leyenda del fútbol español, vivirá este domingo uno de los episodios más emotivos de su larga carrera. Se plasmará un fantástico viaje en el tiempo de 19 años. El 22 de diciembre de 2004, Sergio, con 18 años, jugaba por última vez en el Bernabéu con una camiseta distinta a la del Madrid. Fue con el Sevilla y su equipo ganó 0-1. Después de 671 partidos con el Madrid y 101 goles, cuatro Champions y cinco Ligas (22 títulos en total) y tras dos cursos en el PSG, Ramos recibirá el homenaje de la afición madridista. Comparece en su mejor momento de la temporada, la de su vuelta al Sevilla, donde ha ejercido un liderazgo indiscutible después de unos inicios titubeantes. Sergio siempre dijo que tendría que regresar al Sevilla tras fichar por el Madrid. Por su abuelo y su familia sevillista y por su íntima relación con emblemas como Antonio Puerta, Jesús Navas o José Antonio Reyes. Una deuda que ha quedado saldada superadas las reticencias que tuvo con cierta parte de la afición andaluza. Ahora, el mito cierra el círculo regresando a su otra casa. “Será un momento único para mí”, ha afirmado el camero a LaLiga.
“No tengo ninguna duda de que Sergio será bien recibido en el Santiago Bernabéu. Ha sido un gran capitán durante muchos años en el Madrid y ha cosechado grandes éxitos, por lo que el recibimiento será grandioso”, explica a este diario Carlos Marchena, central del Sevilla, Valencia y Villarreal, entre otros muchos equipos, y campeón del mundo junto a Ramos en el Mundial 2010. “Sergio está motivado siempre, así que imagina cómo está en este regreso al Bernabéu”, destacan en el club andaluz. Ha preparado su regreso a Madrid con mimo. Buscó la quinta tarjeta en el duelo contra Osasuna para llegar limpio a la fase más complicada del calendario del Sevilla, que incluía este duelo en Chamartín. Un choque emotivo, sin duda, pero que encara con mucho afán competitivo (lleva 24 partidos y cinco goles en este curso). No es un encuentro más para él. Buscará el gol que no pudo hacer en la ida, frustrado por un paradón de Kepa. Su familia y sus amigos estarán en el Bernabéu. Si marca, eso sí, no lo celebrará.
Estoy convencido de que todo el Bernabéu se va a volcar con él. Luego, como es tan competitivo, se olvidará de tantos años de historia para intentar ganar el partido”, afirma Joaquín Caparrós, el técnico que le dio la alternativa en la élite con tan solo 18 años. Era 2004. “Es un líder por naturaleza, pero ahora lo veo mejor que antes, mucho más centrado en la parcela defensiva y desprendiendo más confianza. Yo lo conocía desde hace mucho, pero me ha sorprendido que después de tanto tiempo ejerza ese liderazgo con tanta sencillez. Aporta muchísimo”, afirma Pablo Blanco, coordinador de los escalafones inferiores del Sevilla y defensa del primer equipo entre 1971 y 1984 (415 encuentros con el Sevilla).
En las últimas tres semanas, con la mejora deportiva de un equipo que se ha alejado del descenso, se le nota más feliz. Y eso es importante de cara al futuro porque Sergio, acostumbrado a ganar, ha sufrido mucho en esta temporada tan irregular. Nadie sabe qué hará la próxima, una vez deje al Sevilla salvado (ahora está a siete puntos del descenso). “Mi corazón dictará”, dice a sus amigos sobre su futuro.
El liderazgo de Sergio en el Sevilla, a pesar de los malos resultados deportivos, se plasmó muy pronto. Y ha ido creciendo con el paso de los meses. El primer día que sorprendió a todos fue tras el empate contra el Lens en casa en la Champions, el 20 de septiembre. “Soltó una arenga increíble al final del partido que nos emocionó a todos”, cuentan desde el club. Fueron los momentos en los que comenzó a torcerse una temporada que pintaba bien para el Sevilla. Salió Mendilibar, un técnico que Sergio respetó a pesar de algunos pildorazos en público del vasco, y llegó Diego Alonso. Sergio se puso al servicio del uruguayo, pero las cosas no salieron. Tras caer eliminados de la Champions contra el Lens en Francia, el abrazo de Sergio al entrenador simbolizaba su adiós prematuro. Ahora, con Quique, la relación es también buena. Hasta el punto de que el cuerpo técnico del madrileño le ha agradecido su apoyo, implicación y ayuda para reflotar al Sevilla. En los peores momentos, además, siempre dio la cara. Incluso en el mercado invernal, cuando compañeros como Rakitic decidieron marcharse, Sergio apartó algunas ofertas para centrarse en la salvación del club en el que se formó.
Desde que volvió a Sevilla, Ramos no ha parado de trabajar en su finca. Tras los entrenamientos en la ciudad deportiva -llega a menudo a la hora justa, pero se marcha muchos días pasadas las tres de la tarde-, se recupera en casa con una cámara hiperbárica. Muchas mañanas ha ayudado a los jóvenes de la cantera, caso de Isaac Romero, Juanlu, Kike Salas o Darío; y se ha interesado por el funcionamiento de las estructuras del Sevilla como empresa. “Ha cumplido con todo lo que se esperaba de él en el Sevilla. Es un líder nato y ha ayudado mucho a Jesús Navas en el vestuario. El año ha sido complicado y él es un gran símbolo en el Sevilla. Ha hecho mucho para sacar al equipo hacia adelante. No me sorprende su compromiso con el Sevilla. Conozco las ganas que tenía siempre por volver porque su corazón sevillista es tan grande como la propia entidad andaluza”, aclara Marchena.
Además, ha tenido detalles como vestir de sevillista al cantante Maluma durante la celebración de los premios Grammy en la capital andaluza el pasado noviembre. Recibe en su hogar a los amigos de siempre, canta en su estudio de grabación y da paseos por la comarca del Aljarafe, pegada a Sevilla por su cornisa oeste. También lleva a sus hijos a entrenar a un equipo de la zona.
La vuelta al Sevilla se plasmó el sábado dos de septiembre, cuando se produjo una llamada por videoconferencia en un hotel de Madrid. El Sevilla jugaba con el Atlético en un partido que finalmente sería suspendido ante la amenaza de una gran tormenta. En esa cita, presentes el entonces presidente del Sevilla, José Castro, su vicepresidente, Del Nido Carrasco, el técnico José Luis Mendilibar, y Víctor Orta, el director deportivo, se cerró el regreso de Sergio Ramos. Fue el punto final a un verano lleno de rumores. Del Nido, actual presidente, apostó por Sergio ante la imposibilidad de fichar a un central en el tramo final del mercado. El Sevilla negoció con Íñigo Martínez y César Montes de manera infructuosa. La leyenda firmó por un año y un sueldo de un millón de euros.
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