Foden sube al olimpo del Manchester City
El mediapunta inglés conduce a su equipo a una memorable remontada en el derbi liguero ante el United
Hay días en los que todo se cruza y no hay manera de enderezarse. Salvo que los argumentos para levantar un equipo sean sólidos. Al Manchester City todo lo que le pudo salir mal le salía peor en el derbi contra el alicaído United, que echó a volar de manera inesperada en el feudo de su vecino. El campeón buscaba explicaciones, pero también tenía derecho a expresar un lamento porque empujaba y empujaba en pos de un triunfo al que llegó (3-1) a través de tanto esfuerzo que le supo mejor que la mayor de las goleadas y que le deja un punto tras el Liverpool en el inicio de tiempo exigente porque el calendario le depara de manera consecutiva cruces contra el líder y los otros dos opositores al título, el Arsenal y el Aston Villa.
Todo se le entrampó al City desde un inicio electrizante que dinamitó Rashford con un disparo que entró con estrépito por la escuadra de la meta defendida por Ederson. Fueron ocho minutos frenéticos, de intensa presión local, de sobreexcitación local y estrecheces visitantes. La constatación también de que nada es previsible en el fútbol porque mientras la estadística vomitaba la superioridad del City apareció Rashford de la nada, se cargó los algoritmos y le entregó a su rival un pasaporte a la precipitación.
El Manchester City se organizó en torno al plan habitual: juntó hombres en campo contrario para buscar combinaciones y desmarques en espacios reducidos. Agobió porque supo dar un paso adelante cada vez que perdía la pelota y sufrió cuando llegó tarde para darlo y tuvo que correr hacia atrás. Así le marcó Rashford.
Aún lejos de la mejor versión de muchos de sus hombres dominó el City, que topó con el imprevisible guardameta Onana, que esta vez fue un valladar para sacarle un mano a mano a Foden o frustrar un intento de Rodri desde la frontal. Se sostuvo el Manchester United en su meta y en el trabajo colectivo, pero también en la falta de puntería del City, evidenciada por Haaland, tan desconectado de sus compañeros que cuando tuvo el gol delante, a dos metros de una portería vacía envió la pelota por encima del larguero. El astro noruego, que llegaba a la cita tras marcarle cinco veces al Luton en partido de Copa, pasó de puntillas por el partido hasta que se redimió con un gol sobre la hora.
Porque quien decidió fue Phil Foden, que aclaró el panorama para el City cuando, tras el descanso, encontró la misma telaraña a la que había apuntado Rashford una hora antes. Así que con el empate, el United cavó una trinchera aún más profunda. Guardiola sacrificó al anárquico Doku y recurrió a Julián Álvarez para engrasar el fútbol de su equipo por dentro. Por ahí llegó el triunfo. Un argentino y un inglés se entendieron en una baldosa para darle un nuevo derbi al City, el séptimo de los nueve últimos. Y Foden, autor de dos goles, se consolidó entre olés con acento de las Islas y ante la mirada del escéptico seleccionador Gareth Southgate como el jugador inglés más determinante de la Premier.
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