El clásico de gloria del jornalero Lucas Vázquez
El lateral, cuyo contrato acaba a finales de temporada, fuerza el penalti del primer gol del Madrid, mete el segundo y asiste en el tercero
El primer equipo que llegue a los 80 puntos tendrá más cerca la Liga, había advertido Carlo Ancelotti hacía más de un mes. El Madrid alcanzó este domingo los 81, amplió a 11 el mordisco al Barcelona y el estadio lo celebró como si acabaran de levantar el título. El italiano montó un corro con el cuerpo técnico. Si no fue la fiesta del alirón, se le pareció bastante. “Fue una semana inolvidable”, reconoció el técnico italiano, que admitió lo evidente, que los suyos habían dado “un paso muy importante para la Liga”, pero no quiso responder a las críticas arbitrales de Xavi.
En un Madrid con resaca emocional y física tras el extenuante paso por la trituradora del Etihad, nada le resultó más reconstituyente durante muchos momentos que el entusiasmo de Lucas Vázquez. Los blancos se presentaron en el clásico a verlas venir, desprendiendo una sensación de dominio de la escena, pese a que solo controlaron el marcador los tres minutos finales. El gallego, en cambio, no dejó de picar de principio a fin. Forzó el penalti del empate a uno después de ventilarse a Cancelo y encarar a Cubarsí, remachó la igualada a dos en una asistencia de orilla a orilla de Vinicius y, cuando la grada ya daba por buenas las tablas, otra estirada suya por la derecha y pase terminal a Bellingham, que no anotaba desde hacía dos meses y medio.
“Hemos dado un paso muy grande hacia el título”, festejó Lucas Vázquez. “Sabíamos que era una final para la Liga. Faltando cinco minutos, teníamos una falta en contra y todos estábamos hablando de ir a por el gol. Eso es lo que representa este club, nunca nos damos por vencidos”, cerró el extremo reconvertido en lateral.
Su aparición cuatro días antes en Mánchester ya tuvo efectos de alivio para un equipo al que no le llegaba la camisa al cuello. Entró al final de la primera parte de la prórroga en lugar de un desfondado Vini y los blancos pudieron estirarse, al menos ligeramente, el cuarto de hora previo a los penaltis. Y cuando llegó la tanda, el papelito de Davide Ancelotti no se olvidó del canterano como uno de los cinco lanzadores. Aceptó el encargo sin ninguna duda. Jugueteó con el balón de camino a los 11 metros, igual que en la tanda de la final de la Champions de 2016, en Milán, e inclinó a Ederson. Dentro de 10 días, en Múnich, la sanción por amarillas de Carvajal para la ida de las semifinales europeas contra el Bayern le debería dar de nuevo pista.
Básico para Carletto siempre que le ha querido conceder una ración de oxígeno a Carvajal, como en este clásico, su caso es uno de los que deberá resolver el club porque su contrato expira el 30 de junio. Preguntado en zona mixta sobre la cuestión laboral, el jugador echó balones fuera. “No sé qué va a pasar, veremos. Ahora pensamos en semifinales y en rematar la Liga”, respondió.
“En este momento, tiene un nivel muy alto”, valoró Ancelotti. “Compite con Carvajal, que es uno de los mejores laterales del mundo, y hoy marcó la diferencia. Creo que Carvajal podía jugar, pero hay futbolistas que ahora están muy bien. Uno es Lucas y otro es Modric, que se encuentra muy bien físicamente. Nos ayudan mucho, sobre todo, después de un desgaste inmenso como el del miércoles”, añadió el técnico.
El suyo fue uno de los cambios que realizó Carletto en una defensa bajo los efectos de la Champions. Por la izquierda, Camavinga lo pasó mucho peor en el duelo con Lamine Yamal. Desde octubre, no salía ahí de inicio, pero la sobrecarga de Mendy lo devolvió a ese costado. Y con un cliente muy poco amistoso. El joven azulgrana sometió al francés a una gran prueba de estrés en cuanto el Barcelona conseguía llevar el balón a esa banda. Sus dificultades resultaron evidentes. A la media hora, ya cargaba con una tarjeta. Hasta que en el minuto 70, fue relevado por Fran García. Sufriente por la izquierda, el Madrid resolvió por la derecha de Lucas Vázquez.
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