El Barça agota al Athletic en Montjuïc
Los azulgrana, muy directos y dinámicos, completan un muy buen partido y abaten a un exigente rival con goles de Lamine Yamal y Lewandowski en un momento de máxima necesidad para el club
La política del corto plazo también tiene sus ventajas en el universo intangible del Barça porque cada victoria se celebra con entusiasmo, igual que cuando se fuerza una palanca, se saca de la manga un aval personal o se presenta un fichaje por más que sea único y tarde en ser inscrito en LaLiga. El club todavía no ha podido alinear a Dani Olmo después de dar las gracias a Gündogan por los servicios prestados y suspirar por Nico Williams. El delantero internacional español sigue en el Athletic, como se vio en Montjuïc, tan cierto como que el Barcelona ha ganado sus dos partidos de Liga después de cantar victoria el sábado pasado en Mestalla.
Los seis puntos son una verdad digna de festejar en un momento de muchas mentiras si se atiende al modus vivendi de un club cuya meta es ganar tiempo para alcanzar el 125 aniversario y regresar al nuevo Camp Nou. La sensación de apocalipsis está tan extendida que para algunos puede resultar incluso sorprendente que el Barça abra el estadio con normalidad, cante una alineación decente cada jornada y gane además al Athletic. La realidad es que el equipo jugó un muy buen partido para suerte del club y de una hinchada que ha aumentado el número de abonados hasta los 22.746. Mejor contar socios y goles cada jornada cuando no hay dinero ni caja, sino hipotecas que maniatan al Barça.
El triunfo contra el Athletic fue indiscutible en un partido que tardó en despertar porque los jugadores se resbalaban mucho, apenas había espacios para maniobrar y la posesión y la presión se imponían a la elaboración a la espera de que comparecieran Nico y Lamine. El desequilibrio de los dos extremos se intuía cada vez que se filtraba un pase en una cancha tan tupida como la grada de Montjuïc. Las roscas del pequeño Williams no dejaron de percutir antes y después del gol del punta del Barça. Lamine recogió un rechazo de Padilla a la salida de una falta, controló el cuero con la zurda en el balcón del área y remató hacia el poste derecho del meta vasco, sorprendido al final por la cabeza de Lekue, el último en validar el 1-0.
El gol no cambió el guion de un partido igualado, los dos equipos muy apretados, siempre pendientes de cualquier pérdida o una mala entrada, como la que cometió Cubarsí sobre Berenguer antes de que la acción continuara y acabara en un derribo de Lewandowski. El VAR intervino, el árbitro volvió al inicio del conflicto y pitó el penalti a favor del Athletic que transformó Sancet. El empate llegó por sorpresa porque antes Lewandowski remató al palo cuando los azulgrana corrían mucho y acababan la mayoría de las jugadas, más verticales por los desmarques de Ferran y el fútbol entrelíneas de Raphinha, mejor afilados que el Athletic.
La idea de Flick se visualiza mejor a medida que se incorporan los internacionales y se recuperan lesionados de la categoría de Pedri. El tinerfeño entró por Marc Casadó. No hubo más novedad respecto a Mestalla. Los centrocampistas han perdido peso respecto a los defensas y a los delanteros, aun a riesgo de que el equipo se pueda partir por la mitad por su fútbol directo, una situación que el técnico procura evitar con el despliegue físico de unos futbolistas muy exigidos diariamente en el campo de entrenamiento por el mando de Julio Tous. El plan demanda buenas piernas y jugadores de refresco para mantener el ritmo, futbolistas indesmayables y también con buena puntería, pocos de momento como Lewandowski.
El delantero insistió con un cabezado que devolvió la madera y un tiro a bocajarro que salvó muy valiente Padilla. Lewandowski ya no perdonó a la tercera cuando enganchó el cuero despejado por Padilla después de una entrada muy buena de Raphinha y Pedri. El juego interior de los azulgrana fue más decisivo que las llegadas del Athletic. Los rojiblancos se agotaron y firmaron la derrota de rigor en los últimos 23 años de visitas al Barcelona.
Los cambios ayudaron a los azulgrana a gobernar el partido como en Valencia y a cantar victoria con los mismos protagonistas de Mestalla: La Masia, Raphinha, Pedri y Lewandowski. El polaco es el punto final de un equipo más directo y enérgico, más alemán y también sutil por el peso de la cantera, capaz de sostener a corto plazo al club y de animar Montjuïc. Nadie se acordó de Nico Williams.
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