Ancelotti: “Es inexplicable la decisión del árbitro y del VAR”
El técnico del Madrid lamenta la lesión de Rüdiger y que no se expulsara a Carlos Romero, el goleador blanquiazul, por una entrada previa sobre Mbappé
“¡Espanyol alé, Espanyol alé!”, vociferaron con ganas los más de 1.000 aficionados que aguardaron la llegada del autocar blanquiazul al RCDE Stadium, al tiempo que tiñeron de naranja el cielo con un mar de bengalas y abrazaron a sus jugadores con una gran pancarta que rezaba: Mágico RCDE. Los futbolistas, contagiados por el estruendo y el aliento, respondieron bailando y repicando los cristales del autocar, entonando también la pegadiza canción. Había ganas de un gran partido —como evidenciaron los fuegos artificiales que se tiraron en los aledaños antes del duelo— y, sobre todo, de un resultado que reanimara al equipo, atornillado en el fango desde los primeros pasos de la competición. Y bien que se le dio porque armó una contra de arrea en los compases finales con los laterales como protagonistas, con El Hilali poniendo el centro y Carlos Romero la definición, que supuso la peor bofetada para el Madrid. Aunque Romero fue protagonista por partida doble, al menos para el técnico blanco.
Resulta que Romero entró por detrás y a destiempo sobre Mbappé para cortar un contragolpe del rival. El francés se revolvió en el suelo, aunque pronto se levantó como si nada y le estrechó la mano al oponente, que recibió una cartulina amarilla. “En esta falta es inexplicable la decisión que han tomado el árbitro y el VAR. Lo más importante es proteger al jugador y ha sido una entrada muy fea con la que había riesgo de lesión. El VAR también está para esto y nos parece inexplicable que no le hayan sacado la tarjeta roja”, lamentó Carlo Ancelotti. “Hay VAR y cámaras. Yo no soy árbitro y eso lo tienen que juzgar ellos. Yo hago la falta porque no hay manera de parar a Mbpapé en carrera, pero mi intención no es lesionarle ni nada parecido”, respondió Romero. “Es una acción dura, pero no creo que impacta con el rival. Si lo llega a impactar es roja, es roja seguro, pero no lo ha hecho y creo que es una situación bien arbitrada”, se sumó su homólogo Manolo González, que no cabía de gozo por el resultado y el triunfo, ya que tras el envite se le asomaron las lágrimas por los ojos. “Siento las cosas y defiendo al Espanyol hasta la muerte, es un día inolvidable”, resolvió.
La felicidad blanquiazul contrastó con la consternación del líder, que al cuarto de hora encajó el primer croché, toda vez que Rüdiger interpretó para su disgusto la repetida tragedia blanca, la caída de los peones en la defensa. Resulta que el central se puso la mano en la parte posterior del muslo y vio que algo no iba bien. “Sufre una molestia en isquiotibial derecho. El domingo o el lunes (lo decidirán los doctores en el regreso a Madrid) se le realizará examen radiológico”, explicó, comedido, el parte oficial tras la primera exploración de los galenos. “Rüdiger ha tenido una lesión muscular y tendrán que valorarlo”, amplió Ancelotti. El alemán sumaba en este ejercicio ya 2.900 minutos —el que más del equipo, titular en todos los duelos menos en uno—, contrario el míster a que el jugador entrara en las rotaciones, por más que la línea anduviera a la virulé. Y en el RCDE Stadium se repitió la cruz blanca (Carvajal, Militão y Vallejo, además de que Alaba acaba de regresar tras 400 días parado). Un contratiempo mayúsculo ahora que están a la vuelta de la esquina, en 7 y 10 días, el Atlético y el viaje al Ettihad para batirse con el Manchester City. Por lo que Asencio, canterano que entró con buen pie en el equipo para alegría de la Fábrica, vuelve a levantar la mano, solvente cuando se le requirió (ya suma 1.000 minutos) como también los estuvo en el RCDE Stadium en las pocas veces que le exigieron, y olvidado cuando se aligeró la rebotica.
Pero el trabajo estaba en el área rival porque la tuvo Bellingham y después Mbappé en el rechazo, anestesiados los disparos por Joan García con la ayuda del poste. Vinicius lo probó, pero su disparo se marchó alto; y Mbappé persistió, aunque el portero la despejó entre flashes. Rodrygo, el más efervescente en el encuentro, también se topó con el palo. “Hemos tenido el control y oportunidades en el segundo tiempo, hemos tirado 20 veces a portería. Pero ellos que han defendido muy bien y han hecho una gran transición que nos ha pillado descolocados. El resultado es inmerecido”, aceptó a regañadientes Ancelotti. Fueron muchos fallos que castigó el Espanyol, que congregó 33.669 espectadores —récord del curso—, que se quedaron hasta la final del encuentro para cantar con júbilo el ya afamado “¡Sí se puede, sí se puede!”, al tiempo que los futbolistas daban una especie de vuelta olímpica, alimentándose del momento más dulce del curso; y fue un remate que destrozó al Madrid, aliñado con el contratiempo morrocotudo de Rüdiger.
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