

Empate de fútbol y fe entre el Espanyol y el Girona
El equipo blanquiazul sacó jugo a su contragolpe hasta que la persistencia del rival dijo basta sobre la bocina


La fe mueve montañas. Y si no lo hace, a este Espanyol le falta poco para lograrlo. Cree en su librillo y tanto da que sea rácano o poco vistoso; lo suyo es el pragmatismo y con una defensa tan abigarrada como sólida le alcanza para disfrutar de las contras y resquebrajar a los rivales, además de para creer en la salvación. Pero no le bastó, en cualquier caso, para tumbar al Girona, que también se fio a su fútbol y aprovechó un penalti de Urko sobre Tsygankov sobre la bocina para sellar el empate. Ese que hizo, al fin y al cabo, que el lunes fuera un poco mejor para los dos equipos.


Hace tiempo que el Espanyol cambió de tercio. Antaño, buscaba la presión alta, un duelo de tú a tú. Y con eso se enfangó de mala manera, equipo sin chicha ni juego, sin pie para el aliño ni el remate. Por lo que viró de rumbo; menos adorno y más competitividad. Puede que los partidos sean más plomizos a ojos del aficionado, pues se antepone la defensa al ataque, todos en bloque en campo propio para restar líneas de pase y espacios, para negar al rival. Y, en caso de recuperar la pelota, contragolpe que te crío. Una estrategia que también aplicó ante el Girona y que por poco no validó Puado tras una cesión de Jofre, ocasión desactivada por Gazzaniga. Pero el cuero era del rival.
Aceptó el Girona el protagonismo, cómodo con el esférico. Pero seguro que a Míchel le salió urticaria con la propuesta de los suyos, toda vez que faltaba ritmo y diligencia en el pase, también intención, juego demasiado horizontal, carente de profundidad y amplitud, por más que siempre buscaran las botas de Bryan Gil. El extremo, único en los eslálones, bailaba por la izquierda pero no se sacudía de encima esa sensación de que tiene de todo menos facilidad para la última toma de decisión, enredado en el centro y encasquillado en el remate. Un reflejo del Girona, que mima la pelota hasta que se atraganta con el sudoku del área rival.
Gasolina para los jugadores del Espanyol, que creen en su idea y que, ya con callo en disgustos, celebran con ahínco un fuera de banda, un disparo, un robo al límite... Y eso es alimento bidireccional, del césped a la grada, del hincha al futbolista. Hasta que Jofre redobló la apuesta. Fue, claro, en una contra. Bastó un robo, un pase a la carrera y una galopada de Jofre —en connivencia con la zaga del Girona porque le dejó correr sin ponerle freno— hasta el borde del área. Disparo raso y a la red, explosión del estadio.
Con viento a favor, se vio un Espanyol más alegre y ofensivo, acorde al equipo que solo ha perdido un partido en 2025. Pero también a un Girona con carácter, que no renunció al esférico ni al ataque, que con los cambios cogió color y ritmo, también un poco de esa fe que destila el rival. Danjuma lo intentó y a Herrera se lo prohibió Joan García con una palomita deliciosa. Pero el penalti de Stuani cerró el empate. El que lamentó el Espanyol en el momento, pero que disfrutará en el futuro; el que le valió al Girona por persistente.
Clasificación | PT | PJ | PG | PE | PP |
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13
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33 | 27 | 9 | 6 | 12 |
14
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33 | 26 | 7 | 12 | 7 |
15
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28 | 26 | 7 | 7 | 12 |
16
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27 | 27 | 6 | 9 | 12 |
17
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27 | 27 | 6 | 9 | 12 |
Clasificación | PT | PJ | PG | PE | PP |
---|---|---|---|---|---|
11
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34 | 27 | 10 | 4 | 13 |
12
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33 | 27 | 8 | 9 | 10 |
13
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33 | 27 | 9 | 6 | 12 |
14
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33 | 26 | 7 | 12 | 7 |
15
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28 | 26 | 7 | 7 | 12 |
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