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Pedrosa y Lorenzo reviven su rivalidad con un combate dialéctico: “Llegué a odiarte”

Las dos leyendas españolas de MotoGP se enfrentan en un interesante cara a cara que profundiza en algunos de los episodios más notables de su trayectoria

Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa, durante el Gran Premio de Le Mans
Jorge Lorenzo (derecha) y Dani Pedrosa, durante el Gran Premio de Le Mans en mayo de 2018.Mirco Lazzari gp (Getty Images)

Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo fueron rivales desde el día en que se conocieron. Ambos coincidieron en las categorías formativas rumbo al Mundial y se batieron fieramente desde sus tiempos en 125cc, especialmente en el cuarto de litro, donde la enemistad se asentó de manera definitiva. “El duelo va a ser eterno”, pronosticaba entonces Sito Pons, en su día enemistado con Joan Garriga. Ambos revivieron estos días, subidos al ring, sus enfrentamientos sobre la pista, en un primer asalto que fue meramente dialéctico, a pesar de que se anunciaron tortazos. Aunque no fueron físicos, los hubo verbales y no pocos.

El primero, nada más comenzar, lo soltó Lorenzo, impulsor de Duralavita, el canal digital de tertulias y entrevistas que hospedó la velada entre ambas leyendas. “¿Llegaste a odiarme?”, le espetó el mallorquín al que fuera uno de sus grandes antagonistas durante la época dorada de MotoGP. “Por supuesto, no lo dudes”, contestaba el catalán. “Nos conocemos desde los 14, 15 años, y desde aquel momento ha habido una rivalidad muy fuerte, que fue in crescendo. No te puedo negar que hubo momentos en que mi rival y mi motivación directa eras tú, y, por lo tanto, llegué en momentos a odiarte”, añadía.

Pedrosa, tricampeón del mundo con una corona en 125cc y dos en 250cc, se abrió en canal ante las preguntas más mordaces de Lorenzo, que no tuvo que mojarse tanto sobre la lona del Gran Price de Barcelona, el escenario elegido para el combate entre ambos. El apogeo de la rivalidad llegó con el fulgurante debut del mallorquín en la categoría reina, en 2008, donde hasta el rey Juan Carlos I quiso intervenir forzando un apretón de manos. “No quería dártela, pero me vi obligado. Te la di, pero no lo sentí”, confesaba Pedrosa sobre aquella instantánea en el podio de Jerez.

“Llegaste a MotoGP, no hablaste muy bien de mí, y no soy una persona falsa. Como no me caías bien ni me gustaba lo que decías de mí, no estaba dispuesto a darte una parte de mí”, detallaba el de Castellar del Vallés, actual probador de KTM y comentarista televisivo en DAZN, un papel que comparte con el nativo de Palma. Eran otras épocas, cuando los cuatro fantásticos, ellos, Casey Stoner y Valentino Rossi, protagonizaban duelos mucho más crudos fuera del circuito. “Al rival ni agua”, como le decía Alberto Puig, por aquel entonces su representante, a Pedrosa.

Sobre aquel clima de guerra, Lorenzo confesó sus ganas de haber propinado más de un puñetazo a sus grandes rivales. “Un montón de veces, pero no pude, me hubieran echado del Mundial. Si no hubiese reglas, lo hubiera hecho”, reconocía el cinco veces campeón del mundo, dos veces en 250cc y tres en MotoGP. Este último trofeo es el que más anheló y envidió Pedrosa, especialmente el que se le escapó por muy poco en 2012. “He sufrido mucho emocional y mentalmente, la presión del equipo, de toda la gente que te rodea”, lamentaba, con cierta emoción contenida, el catalán. Ese año, en Misano, una serie de despropósitos desencadenados en apenas tres minutos le hicieron perder gran parte de sus opciones en la pugna con Lorenzo. La posterior emergencia de otro talento de la dimensión de Marc Márquez, su compañero en Honda a partir de 2013, terminaron de alejarle de ese sueño.

Cuando el balear abandonó Yamaha rumbo a Ducati, en 2017, Pedrosa intentó subirse a su moto sin éxito. Los japoneses eligieron a Maverick Viñales y le dejaron con las ganas de probar aquella máquina que le batió en sus mejores años. Lo curioso es que Lorenzo sí pudo subirse a la máquina del pequeño samurái tras su retirada, en 2019, una Honda que a la postre les hizo tirar la toalla a ambos.

En esta carrera fuera de los circuitos, Pedrosa quiso comprender mejor el perfil psicológico del que fuera su gran némesis sobre el asfalto. “Lo importante es ser feliz, aunque eso sea una quimera. Tengo la oportunidad de elegir mi destino a todas horas, y soy bastante feliz, aunque no esos picos de cuando ganas una carrera, un campeonato”, se abría Lorenzo, que le concedió pocas victorias en su misión. Sí reconoció compensar con chulería y arrogancia su timidez e inseguridad naturales. “Para mí, mi fama es merecida”, le contestaba cuando el otro le recordaba que caía mal a la mayoría. El catalán remataba ese momento con una pullita: “Mi fondo es bueno, y creo que a la gente eso le llega”.

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