El tenis femenino también sucumbe a los millones de Arabia Saudí
La WTA anuncia que Riad acogerá las tres próximas ediciones de la Copa de Maestras, en otro movimiento de aproximación de la raqueta a Oriente Medio
Cedió primero el tenis masculino (ATP), y ahora lo hace el femenino (WTA), embriagado por la cuantiosa cifra de millones ofrecidos por Arabia Saudí. Sigue el país árabe acaparando eventos y espectáculos, consciente de la repercusión de un deporte tan internacional como el tenis. Así que, aprovechando una laguna, organizará las tres próximas ediciones (de 2024 a 2026) de la Copa de Maestras en la ciudad de Riad. Así lo anunció este jueves el organismo dirigido por el estadounidense Steve Simon, que percibe en el desembarco en Oriente Medio “una oportunidad excitante” y un “positivo paso a largo plazo” para el crecimiento del tenis femenino como deporte “global e inclusivo”. Traducido, dinero y una solución.
Sin una sede fija desde 2018, cuando finalizó el contrato de cuatro años con Singapur, el torneo maestro viajó de un lado a otro durante el último lustro: de Shenzhen (2019) a Guadalajara (2021), y de ahí a Fort Worth (2022), para probar el curso pasado en Cancún. No fue esta última una buena experiencia, dados los problemas organizativos —pista y clima, fundamentalmente— y las consiguientes protestas de las ocho participantes; así que, al acecho, Arabia detectó la necesidad de continuidad de la WTA y mostró a sus dirigentes la chequera. En consecuencia, la cita que cierra la temporada tendrá lugar en el desierto, siguiendo la vía abierta a finales de febrero por la ATP, que anunció un “acuerdo estratégico de varios años”.
Este mismo curso, el torneo ofrecerá una bolsa de premios récord, según precisa el comunicado; se repartirán 15,2 millones de dólares entre las competidoras, unos 14 de euros, y la suma aumentará en las dos siguientes ediciones. No trasciende, sin embargo, la cifra final del acuerdo entre la WTA y el país, donde, cabe recordar, se vulneran los derechos de las mujeres y se persigue (y castiga) la homosexualidad. De acuerdo con Amnistía Internacional, “aunque las penas por mantener relaciones homosexuales no están codificadas en la legislación saudí, estas relaciones están estrictamente prohibidas con arreglo a la ley islámica (sharia), en la que Arabia Saudí basa su marco jurídico”.
La nota emitida por la WTA pone énfasis en que Arabia ha duplicado el número de clubes en los cinco últimos años, y en que el tenis es practicado por igual por niños y niñas en las escuelas. También anticipa “iniciativas plurianuales que ayuden a impulsar el progreso continuo”, pero no parecen argumentos suficientes para convencer a voces críticas como las de las históricas Martina Navratilova o Chris Evert, quienes han expresado de manera pública su contundente rechazo al aterrizaje del circuito femenino allí. En contraposición, algunas profesionales actuales como la tunecina Ons Jabeur o la bielorrusa se han posicionado a favor.
Según ha podido saber este periódico, la WTA y Arabia ya habían alcanzado un acuerdo el pasado verano para que se materializara la relación, pero la oposición de varias jugadoras de peso —especialmente las estadounidenses— hizo que finalmente se suspendiera. Por ese motivo, el organismo tuvo que buscar una sede a la carrera y dio con la opción por Cancún, donde venció con holgura la número uno, la polaca Iga Swiatek.
La Copa de Maestras no será el primer torneo oficial que acoja Arabia, ya que el curso pasado albergó en Yedá el torneo de las promesas (Next Gen Finals). Durante los últimos años ha organizado varias exhibiciones, con la presencia de figuras de la talla de Novak Djokovic, Carlos Alcaraz o la propia Sabalenka, y en octubre reunirá a los dos primeros con Rafael Nadal, Jannik Sinner, Daniil Medvedev y Holger Rune en una cita que desembolsará el mayor premio de la historia, con un fijo de 1,5 millones por cabeza y 5,5 —cuando el Grand Slam que más ofrece, el US Open, concede 2,7— para el campeón.
Al margen de esto, diversas informaciones apuntan que el objetivo de Arabia Saudí es lograr la propiedad de un Masters 1000 e incluirlo en el calendario como antesala del Open de Australia, en enero.
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