Los dos otoños de Zverev: de la neumonía a los brillos
El español se la juega en una pista que se ha ralentizado de un año a otro contra el alemán, decaído a partir de septiembre pero reactivado con el éxito de Bercy
Confirma con la discreción que le caracteriza el médico de Alcaraz, el murciano Juanjo López: “Sí, Carlos está mejor”. Y salta a la vista la mejoría en la hora de entrenamiento, en la que el tenista, que se la jugará hoy (14.00, Movistar+) frente a Alexander Zverev y confiará en que el desenlace del Ruud-Rublev (20.30) también le acompañe, se mueve con un punto más de desparpajo que en los ensayos previos y luce mejor cara. Todo hará falta para reducir al gigantón, que desfila por el Inalpi Arena con ese trote parsimonioso y a la vez con una cuenta pendiente consigo mismo: se esfuma otro año, 27 ya en su DNI, y él sigue sin ningún grande en la vitrina. Abundan los trofeos, dos este curso y 23 en total, pero sigue sin subir el peldaño definitivo ni llegar a la cima que se le adivinaba cuando empezó a dejar rastro en el circuito.
Razonaba el de Hamburgo a su llegada a Turín, donde aspira a coronarse por tercera vez maestro tras los episodios de 2018 y 2021. La tendencia al enredo en las primeras estaciones. “Al principio de los Grand Slams juego partidos muy largos, partidos a cinco sets innecesarios contra jugadores ante los que quizá no debería ser así, y eso al final me pesa. Aquí, en cambio, sé que si no juego mi mejor tenis desde el primer punto, no tendré opción alguna de ganar. Quizá tenga que ver con esa mentalidad y el hecho de ser capaz de trasladarla a los Grand Slams”, exponía el número dos del mundo, triunfador esta temporada en Roma y Bercy, asiduo además a las cotas finales de los torneos; falla, sin embargo, ese golpe definitivo que el legendario Roger Federer achaca a la falta de agresividad.
“Eso no es nada que no sepa ya, porque es así”, admite después de un otoño más bien flojo —condicionado por la neumonía que le afectó a mediados de septiembre— que corrigió de sopetón en Bercy, a golpe de martillazo. Antes de ese último éxito, dos pasos decepcionantes por Shanghái y Viena. Es decir, un Zverev de doble marcha. “Es difícil ser el número uno sin ganar un grande. Soy el dos, pero estoy a 3.000 puntos de Jannik [Sinner]”, recuerda, dolido por esas dos finales que se le escaparon en 2020, en Nueva York, y este año en Roland Garros, precisamente frente a Alcaraz. En cualquier caso, el alemán irrumpe otra vez como un adversario mayúsculo que encabeza el apartado de triunfos este año —68, los mismos que el italiano— y cuyo servicio continúa siendo diferencial en el marco bajo techo.
No obstante, poco tiene que ver Turín con Bercy, e incluso con la propia Turín. Los ocho maestros se han visto obligados estos días a adaptarse a un cambio sustancial de superficie y si en Bercy la pelota salía disparada como un tiro, en este la reducción de la velocidad es significativa. El Court Pace Index (CPI) —sistema empleado para clasificar la velocidad de las pistas— asigna 38,3 puntos a la italiana, por los 46,6 atribuidos a la francesa, la más rápida del circuito; e Indian Wells (36,9), Miami (35,4), Cincinnati (43), Montreal (37,8) y Shanghái (42,4), las otras referencias sobre dura al margen de los majors, están por debajo, en algunos casos muy lejos. Llama la atención igualmente que la pista turinesa de este año se haya ralentizado de manera muy reseñable respecto a las dos últimas ediciones: 43,2 en 2022 y 43,8 en 2023.
Estandarización
“Es una locura, no sé por qué lo han hecho así. No sé por qué han cambiado tanto de un torneo a otro y en el mismo torneo comparado con otros años”, protestaba Alcaraz a su salida de Bercy. “Aquí hay que trabajar más los puntos, la pista es más lenta”, comentaba tras batir a Andrey Rublev. Y con ese “lenta”, el murciano se refería a que es más controlable, algo que no parece producirle ni frío ni calor a su rival de hoy, capaz de adaptarse a uno y otro registro. “Es muy lenta, demasiado lenta para una pista cubierta. Pero no me quejo porque me gustan las lentas y las rápidas; realmente no me importa demasiado. Hoy día se están perdiendo los diferentes estilos y las pistas de tierra y las duras son más o menos lo mismo, se han estandarizado; la velocidad es muy similar, a excepción de Cincinnati y París-Bercy”, apunta Zverev.
En su país, los aficionados se impacientan y confían en que en un momento u otro, Zverev acabe capturando el ansiado major. “Sascha es la esperanza más grande desde Boris Becker. Han pasado muchos años desde el último éxito masculino [1996, en Australia]. Va pasando el tiempo y cada año que él no consigue ganar uno, la presión va subiendo. Zverev no quiere quedar como un jugador que lo ha ganado todo menos un Grand Slam”, analiza Markus Paszher, periodista que sigue de cerca los pasos de su compatriota; “el año que viene va a ser muy importante para él. Necesita una gran victoria que le dé el impulso definitivo, porque tiene la calidad. Es una cuestión de confianza. Él mismo es consciente de que si lo consigue, será difícil pararle; un Zverev ofensivo y con confianza es muy difícil de frenar”.
Busca y busca el tallo alemán ese salto que no llega, emparedado por los tres gigantes primero, Djokovic, Nadal y Federer cortándole el paso, y ahora Sinner y Alcaraz. “Ellos son los dos mejores, yo debo mejorar; hacen algunas cosas mejor que yo. No puedes estancarte”, se impone. Con un currículo envidiable, a la altura de un competidor de primer nivel, sigue sin embargo incrustado en ese grupo de magníficos jugadores que no llegaron a alcanzar la gloria en un grande. Ahí está el ejemplo de Marcelo Ríos, en su día número uno e incapaz de triunfar más allá de un Masters 1000. Con cinco se marchó el chileno, por los 10 que maneja ya él, experto en los miles, el territorio maestro y con un oro olímpico en su palmarés, pero todavía sin la dentellada que tanto anhela. Quizá en 2025.
LAS CUENTAS DEL ESPAÑOL
Alcaraz accedería a semifinales si:
- Independientemente de la puntuación, él derrota a Zverev y Rublev a Ruud. Lideraría el grupo y Zverev sería segundo.
- Si Zverev le vence en tres sets y Rublev a Ruud en dos, Zverev ganaría el grupo y él sería segundo.
- Si él derrota a Zverev en dos sets y Ruud a Rublev en tres, el murciano encabezaría el grupo y Zverev acabaría segundo.
Tendría opciones en función del porcentaje de juegos si:
- Zverev le supera en dos sets y Rublev a Ruud en dos. El alemán ganaría el grupo y el orden de los jugadores restantes quedaría definido por el promedio.
- Él derrotase a Zverev en dos sets y Ruud a Rublev en dos, Rublev quedaría eliminado y el orden de los jugadores restantes se determinaría por los juegos ganados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.