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Carrillo: sí al Gobierno de coalición

Fundar un nuevo sistema político democrático después de casi cuarenta años de dictadura, máxime con un aparato de Estado que no se ha reformado, es labor que demanda imperiosamente un amplio asiento social y nacional.Y resulta que esta tarea la está asumiendo, solo, un Gobierno monocolor, minoritario en las Cortes y más minoritario aún en el país, en el que se han fusionado reformistas y una parte de la oposición antifranquista anterior. Es decir, un Gobierno que no tiene ese amplio asiento social y nacional imprescindible y que, además, está cruzado por una contradicción que puede transformarse en fisura a medida que la situación se complique.

He ahí la primera razón de fondo de esa crisis latente que el país percibe y de la que la prensa se hace eco.

No se puede invocar en favor del Gobierno monocolor minoritario el ejemplo italiano; allí la democracia está instalada desde hace más de treinta años y, pese a ello, bajo el Gobierno democristiano de minoría hay allí una deteriorización que España no podría resistir.

Y tampoco puede invocarse el precedente portugués, que parece hipnotizar a los compañeros del PSOE, pues en el país vecino hubo una revolución, hecha por los militares, que desmontó el aparato de Estado anterior, cosa que aquí no se ha producido. Y ese desmontaje permite que Soares gobierne, aun en minoría, cosa que no hubiera podido hacer ni teniendo mayoría, si el proceso portugués hubiese sido idéntico al español. No podemos evadirnos de la realidad si queremos transformarla.

(...) El Gobierno monocolor tiene una clara connotación: en él están hombres de la Banca y del empresariado, pero no figuran los representantes de los trabajadores.

Ese Gobierno no puede lograr la confianza de los trabajadores; no puede crear, por consiguiente, la atmósfera de confianza indispensable para hacer frente a la crisis.

Esta es la segunda razón que abona la necesidad de un Gobierno de concentración democrática nacional. En España hace falta hoy, para fundar el nuevo sistema político, para afrontar la crisis, un Gobierno fuerte. Fuerte no por su policía, por sus inclinaciones represivas, por su capacidad de violencia. Fuerte por la confianza que inspire a la mayoría de los españoles y el apoyo que logre de ellos.

Ese Gobierno tiene que ser pluralista. El pluralismo presupone diferencias, la necesidad de arreglos y concesiones mutuas, la capacidad de negociación y acuerdo. Hay quien piensa que ese pluralismo entraña debilidad, cuando la verdad es que ese es el único manantial de fuerza que puede otorgar hoy a un Gobierno la posibilidad de gobernar efectivamente.

Y sin la presencia de los trabajadores en él no será posible tal Gobierno.- 14 septiembre

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