El programa electoral de UCD, progresista y hacedero
Candidato al Congreso por UCD
No faltan quienes dicen que los programas electorales de los partidos se parecen sospechosamente mucho, como si estuvieran destinados a halagar a los votantes y no a someterse a la dificil prueba de la puesta en práctica. En especial, hay quienes afirman esto en relación con los de la UCD y del PSOE, pero no es verdad. Son sustancialmente diferentes y apuntan a dos modelos de sociedad y a dos estilos de vida colectiva muy distintos, aunque ambos se declaren compatibles -y lo sean- con el holgado marco constitucional de la Monarquía parlamentaria, el Gobierno democrático y el Estado de las autonomías, recientemente aprobado por la gran mayoría de los ciudadanos españoles.
El programa electoral de UCD se parece, ciertamente, al que el mismo partido ofrecía a los votantes españoles en junio de 1977. Lo cual no ocurre, desde luego, con el de nuestros competidores socialistas. Comparando los programas de UCD en estas dos primeras elecciones generales de la nueva democracia, se advierte que ahora no se mencionan temas que eran principales en la primavera del 77. No hay ahora referencias al propósito de elaborar una Constitución aceptable para todos, ni al definitivo logro de la reconciliación nacional, que debería poner fin a casi dos siglos en que siempre ha habido unos españoles exiliados y otros presos por razones ideológicas y políticas; ni al establecimiento de un régimen de libertades públicas y personales; ni a la necesidad de una reforma fiscal profunda y seria. Tampoco se habla del acceso de España al Consejo de Europa, ni de abrir de modo oficial e irreversible las negociaciones para la integración en las Comunidades Europeas. Ni de equilibrar el presupuesto, o fortalecer nuestro signo monetario; ni de abordar seriamente, de una vez, la batalla contra la inflación; ni de otras muchas cuestiones más menudas. Todas ellas eran en 1977 aspiraciones programáticas de la UCD y hoy son realidades alcanzadas para el pueblo español, precisamente bajo la dirección de un Gobierno de UCD.
Porque durante estos veinte meses que separan ambas elecciones la UCD ha gobernado, y ha gobernado bien, convirtiendo en hechos lo que en la anterior campaña electoral eran dichos. Porque UCD ha demostrado ser un partido progresista, no repitiendo palabras, sino efectuando progresos.
El programa del 79 responde al mismo espíritu del de 1977, señalando con precisión los pasos sucesivos que ahora se pueden andar a partir de las posiciones alcanzadas, de modo que se siga avanzando en la misma dirección y hacia la misma meta de una definitiva modernización de España.
Desde la reforma fiscal ya realizada se puede llegar a una efectiva y proporcionada distribución de las cargas del Estado, que permita asegurar una justa y adecuada prestación de los servicios.
Desde la primera y espectacular victoria sobre la inflación del año 1978, se acierta a divisar el momento en que este amenazador dragón llegue a estar, finalmente, dominado.
Desde el equilibrio presupuestario y desde una sólida posición de la peseta, acompañada de una más que holgada reserva de divisas, se puede pensar en promover las inversiones y en reducir la deuda y la dependencia exterior.
Desde una hacienda básicamente saneada y una clara concepción de la economía de mercado, se puede pensar eh estimular a las empresas para que creen puestos de trabajo.
Desde una clarificación de los problemas de la seguridad social se puede pensar que el Estado asuma parte de la financiación, de modo que las cuotas empresariales dejen de ser un freno para la creación de puestos de trabajo.
Desde el efectivo restablecimiento de las libertades se puede proponer como objetivo prioritario y realista la garantía de la seguridad ciudadana frente al terrorismo y la delincuencia violenta.
Desde la adopción de una efectiva política del suelo se puede pensar en activar la construcción de viviendas sociales y de viviendas protegidas, en condiciones razonables de financiación y plazos.
Ese enunciado parcial de puntos concretos del programa electoral de la UCD no es una mera relación de nobles intenciones y de aspiraciones legítimas. Porque una característica esencial que define al programa de UCD es que que no ofrece propósito, sino proyectos muy seriamente estudiados, concretos y hacederos. No hay generalizaciones etéreas, sino ordenados programas políticos de protección de la familia y fomento de una educación libre y gratuita o subvencionada y programas de promoción sectorial y de creación de puestos de trabajo con especial atención al empleo juvenil, sin la falsa demagogia de confiar su realización a irreales promesas de inversiones públicas que nuestro Estado no se encuentra en condiciones de realizar sin que vuelva a desatarse la infernal espiral de la inflación hasta ahogar to da la vida económica del país.
UCD se presenta como el partido del cambio y de la nueva sociedad. La declaración está avalada por el hecho de haber realizado, precisamente UCD, el cambio político y mental de mayor alcance de nuestra historia moderna. A la nueva sociedad, que existe ahí, en la realidad española cotidiana, UCD le ofrece un programa coherente, viable y responsable. Los electores tienen la palabra.
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