Fiesta de la Letra
La oportunidad de toda invitación a la fiesta ha de ser mantenida siempre, un poco como la inocencia de los acusados, mientras no se demuestre lo contrario. Conocido es el caso, por extremoso, de los que llevan hasta tal punto este principio que prescinden incluso del motivo de la celebración y del formalismo de la invitación. De ese caso trata el conocido chiste en el que se narra cómo los invitados del novio son puestos a un lado y los de la novia a otro durante el convite celebrado con motivo de un bautizo. Una sensación similar es la que le invade al visitante de la Fiesta de la Letra, pues sale de ella sin saber muy bien del todo a qué fiesta ha asistido, qué era lo que allí se celebraba, aunque como ocurre en las fiestas, es muy probable que el visitante salga un poco intoxicado.El mayor acierto de la Fiesta de la Letra me parece que consiste precisamente en el hallazgo del nombre, tal vez porque existe una cierta contradicción en los términos. Frente a «la letra con sangre entra», la Fiesta de la Letra se sitúa un punto más aquí que «la alegría de leer», pues la letra que aquí se celebra ha sido cogida en un momento previo al de su funcionalidad, un punto por debajo del grado cero. La letra aquí festejada rehúye el sentido que le da su subordinación a la legibilidad de lo escrito y busca el momento difícil, si no imposible, previo a su encadenamiento. Si se trataba de hacernos ver la letra que nos pasa desapercibida de tanto verla, el método empleado, por masivo y caótico, tal vez no sea el más adecuado. Bien está si sólo se trata de celebrarla, aunque no sea la mejor manera de celebrar la letra fomentar el analfabetismo. De cualquier modo, ahí está, en mi opinión, la dificultad, no totalmente sorteada, que presenta esta Fiesta de la Letra que se debate entre el poco festivo didactismo y el poco didáctico caos festivo.
Galerías Ciento
Eude, Gaspar yJoan Pratsy B. C. D.Barcelona
La que ahora se celebra en Barcelona quiere ser la segunda edición, de mayores proporciones, de la celebrada hace dos años en París. El nombre de Joan Rabascall aparece ligado a la continuidad de esta fiesta. Lo así llamado consiste sucintamente en reunir en varias salas casi trescientos objetos, que van desde los objetos propiamente dichos a cuadros pintados al óleo pasando por objetos poéticos en la tradición surrealista, diseños gráficos, fotografías, collages, esculturas, dibujos, etcétera, cuyo denominador común es que en ellos haya, de un modo u otro, letras. Con este motivo se ha editado un catálogo, que peca de falta de claridad, en el que se enumeran, y en parte se reproducen, los objetos expuestos, y se imprimen ocho textos breves en tres idiomas: catalán, castellano e inglés, en los que se discurre, con mayor o menor acierto, sobre distintos avatares de la letra.
Resultados desiguales
La Fiesta de la Letra es ora diáctica, ora monótona, ora anodina, ora insignificante, ora desconcertante. El esfuerzo desarrollado para llevarla a cabo es considerable y loable, los resultados muy desiguales. La exposición adquiere carácter museístico, informativo, ameno, destacando la pulcritud del montaje, en el BCD (Barcelona, Centro de Diseño), donde se han reunido los objetos relacionados con el mundo de la tipografía y de la impresión. Aumenta la confusión en la galería Joan Prats, donde conviven el cartel de Duchamp con las reproducciones de caligramas, el objeto poético surrealista con el abecedario más o menos artístico, las fotografías conceptuales con antiguallas más o menos valiosas o curiosas. Si, tras visitar las dos galerías más pequeñas, el festivo visitante persevera en su afán y se llega hasta la sala Gaspar, con toda seguridad terminará con su capacidad perceptiva desbordada. Lo expuesto en esta sala alcanza el carácter de caos indescriptible y es el aspecto menos brillante, sin duda, de la fiesta, a pesar de que allí haya expuestas piezas de valor muy considerable.A la salida de la fiesta, se recomienda dejar el coche donde se aparcó y volver a casa andando. Como mínimo dése, antes de cogerlo, una vuelta, tómese el aire, hasta que se sienta capaz de superar el test de la letra. El test de la letra es muy sencillo, consiste en leer el titular de un periódico del día y explicarlo brevemente con otras palabras. Si no se siente capaz de superarlo no se preocupe, no es nada grave, quizá tarde, pero se le pasará, sólo lleva unas letras de más encima.
Babelia
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