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Tribuna
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0pcion creyente católica

La condena de Pohier, el proceso de Schillebeeckx y ahora, la paradójica decisión contra Küng, condenado, al parecer, a «no ser teólogo católico», a pesar de ser católico (pues no se le excluye de la comunión eclesial) y de ser teólogo, todo esto (y otras cosas más) nos lleva a una clima de sumo enrarecimiento.¿Tendrían los teólogos (y en realidad todo creyente es un teólogo) que renunciar a permanecer en la Iglesia católica o que renunciar a una reflexión teológica absolutamente sincera, que afronte con conocimiento y seriedad los problemas y las aportaciones de las ciencias humanas?

¿Habría que resignarse a ser «hereje» para poder ser en verdad «teólogo»?

¿Ser «teólogo católico» consistiría en reducirse al papel de «retórico», no buscador de la verdad, sino abogado de lo que diga el magisterio eclesiástico católico, aunque se trate de un acto no infalible de ese magisterio? (Quiero decir un acto que, según la teología católica misma, no puede tener la pretensión de infalibilidad.)

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La crisis del pensamiento católico

Yo opto por mantener la libertad de la fe y la seriedad y plena sinceridad de la teología sin desertar de la Iglesia católica.

Quizá sería mejor que todos los teólogos de esta Iglesia renunciaran a ser «teólogos católicos» y se reafirmaran «católicos teólogos».

Para el catáco que es y sigue siendo católico, las enseñanzas estrictamente dogmáticas del magisterio ciertamente infalible (según la teología católica) son un punto de partida firme. Pero esto deja un enorme campo de investigación, de profundización, de depuración.

El campo en que se mueven teólogos como Pohier, Schillebeeckx y Küng.

Era el mismo campo en que se movía en su tiempo Galileo Galile¡, que no era teólogo, sino un científico católico.

Galileo fue condenado. Pero la condena era equivocada.

Para un teólogo miembro de la Iglesia católica, también el magisterio no infalible es un dato y viene tomado en consideración. Pero en una consideración crítica, porque la teología es una crítica de lo falible y una autocrítica de sus propios trabajos.

Y el mismo magisterio de la Iglesia católica (que es muy pocas veces infalible, desde el punto de vista católico, y que históricamente se ha equivocado mucho) necesita -de una teología crítica, que es no solamente posible, sino necesaria en el ámbito de la fe católica.

Que Dios les dé a los teólogos paciencia, caridad y coraje.

José María Díez-Alegría, asturiano, profesor de Teología y jesuita «rebelde».. Autor del libro Yo creo en la esperanza, publicado en 1973, que batió un récord de ventas. ,

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