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Crítica:TEATRO /
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De Shakespeare García Calvo

Midsummer night es, en inglés, la noche de San Juan. Alguien tradujo al castellano, probablemente el siglo pasado, el título de Shakespeare Midsummer night´s dream como El sueño de una noche de verano y así se ha quedado para siempre. No es una noche cualquiera de verano: es la de San Juan, rica en toda Europa de un folklore de la magia, del erotismo, de lo imprevisto; tradiciones de los tiempos paganos asumidas por el cristianismo. En la inglaterra isabelina, la noche de San Juan tenía un folklore riquísimo: Shakespeare lo asumió en su obra -canciones, determinadas hi erbas que recogidas esa noche producen efectos mágicos, amores inverosímiles- y supo hacer de ella una subversión del orden establecido: es decir, utilizó la misma licencia de una noche para una comedia -una farsa, una magia-, donde dioses y mortales, ricos y pobres, pudieran mezclarse abundantemente; donde las doncellas pudieran negarse a matrimoniar con los elegidos de sus padres, y donde todo tuviera un aire de licencia, de tolerancia, de encuentros con lo posible.No es extraño que Agustín García Calvo haya sentido la tentación de dar en castellano esta obra de subversión moderada y amable. Es ya, sin, duda, la mejor en nuestro idioma. La ironía, la comicidad los breves momentos gran tensión lírica tratados con la reducción del humor, restallan a cada frase. Hay hallazgos de dicima admirables. Y todo sucede de for ina que toda sea García Calvo sin dejar un momento de ser Shakespeare.

El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare; versión castellana de Agustín García Calvo

Intérpretes, grupo Agón: Jorge Brosso, Kiti Manver, José Luis Aguirre, Concha Goyanes, Pep. Muñoz, Imanol Arias, Jeannine Mestre, Marciano Buendía, Francesc AIbiol, Juan Calot, Modesto Fernández, Enrique Meniéndez, Paco Olmo, D'Miguel Bilbao, Concha Gregori, Juan Meseguer, Ana Marzoa, Ramiro del Pozo, Elvira Carrasco, Milton Díaz, Jorge Roelas, Sandra Toral. Escenografía y trajes: José Caballero. Director. David Perry.Estreno: Centro Cultural de la Villa de Madrid, 9-4-80.

El invento escénico de David Perry -profesor de la Real Academia de Arte Dramático de Londres- es el que decorado y actores formen un todo. Son ellos, presentes todo el tiempo en escena, los que, con su inmovilidad o con su movimiento, forman el bosque; estos árboles se destacan, cuando conviene a la acción, para representar los personajes de la gran farsa. Con mejores servicios escénicos de los que dispone el Centro Cultural de la Villa de Madrid hubiera logrado resultados sorprendentes; aun así, el efecto está bien conseguido. A lo que ayudan mucho los trajes de José Caballero, nutridos por su antigua vena surrealista y por su toque de color siempre justo. Los movimientos, los sonidos -susurro de viento, voces de pájaros- están bien conseguidos. Aparte del efecto de la mezcla del hombre con la naturaleza -el sueño de un ecologista- funcionan también la estética y la técnica teatral del distanciamiento: la ironía está siempre presente.

David Perry vino a Madrid a dar un curso de dicción del verso de Shakespeare. No debió conseguir grandes frutos entonces, ni ahora, al dirigir a estos actores. La dicción, la prosodia, la declamación son los tallos mayores de esta representación. Es un problema continuo del teatro español, en cuanto se sale de lo meramente coloquial. En cuanto hay que reunir veintidós actores, como en este caso, es imposible conseguir una buena calidad media; y, desde luego, una concertación.

Buenas interpretaciones personale

Hay, claro, excepciones. Jeannine Mestre y Concha Goyanes son dos de entre ellas: no sólo por la forma de decir y de personalizarse, sino por su actitud en escena. El dúo de las dos es uno de los mejores momentos de la obra. El grupo popular -Marciano Buendía, Francesc Albiol, Juan Calot, Modesto Fernández, Enrique Menéndez, Paco Olmo- consigue también muy buenos efectos: probablemente porque su lenguaje es más coloquial y más llano, y porque la comicidad abierta está más en lo que se conserva de una tradición española de interprelar. Imanol Arias, Pep Muñoz tienen la virtud de la Claridad. D'Miguel Bilbao, en el papel de Puck, está falto de la ligereza, de la movilidad del duendecillo. Todos ellos forman una cooperativa, el grupo Agón, que podrá trabajar más su unidad si persiste. Le falta ahora, en líneas generales, profesionalidad.En conjunto es un espectáculo que merece verse. Puede esperarse que en días sucesivos haya un mayor ajuste, una mejora en la velocidad de la representación; quizá algún corte en escenas demasiado largas. Y alguna mejora en la colacación de las luces. Tal como estaba en la noche del estreno, gustó al público: hubo frases y actuaciones aplaudidas, y ovaciones finales.

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