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Ambiente de frialdad ante la visita que hoy inicia Juan Pablo II a Alemania Occidental

Juan Arias

Juan Pablo II llega esta mañana a la ciudad de Colonia. Después de doscientos años, un Papa pone pie en la patria de Lutero. Es la primera vez, después de la reforma protestante, que un Papa católico llega a Alemania Occidental. Paradójicamente es el país con el catolicismo más potente de Europa, que convive con una comunidad evangélica, que es ligeramente mayor que la católica.

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Una Iglesia en tensión

Llegando a Colonia, primera etapa de este octavo viaje internacional del papa Wojtyla, lo primero que impresiona, comparándolo con los otros viajes, es él clima de frialdad y de indiferencia.Quien no supiera que dentro de unas horas va a llegar el Papa no se daría ni cuenta. Aquí nada revela su llegada: no hay pancartas, ni banderas en las ventanas, ni clima de fiesta. Los mismos periódicos dedican poco espacio a un acontecimiento que en otros países hacía salir a la calle, ya días antes, ediciones especiales.

El prestigioso semanario Der Spiegel dedica la cubierta al Papa, pero con aire entre lo satírico y lo grotesco: Wojtyla aterriza sobre Lutero, a caballo de su bastón pastoral y con la capa litúrgica al viento sobre los ríos, fábricas y ciudades de Alemania. Algunos observadores lo han interpretado como que Juan Pablo II llega a Alemania como venido de «otro planeta». Solo en Renania, católica por tradición histórica, se advierte cierto clima de euforia, que un famoso pastelero ha querido reflejar presentando en el escaparate de su comercio un gigantesco pastel Wojtyla.

Por lo que se refiere a las muchedumbres que en otros viajes han salido a la calle para aplaudir al Papa polaco, aquí se piensa que todo dependerá del tiempo. Si no lloviera o nevara, se podrá llegar en Munich a un millón de personas. Si el tiempo lo impidiera, los alemanes preferirán ver al Papa ante un vaso de cerveza en sus cálidas casas, ante el televisor en color.

En un sondeo oficial, el 57% de los alemanes se ha mostrado indiferente a la visita del Papa. Sin embargo, las organizaciones católicas, que aquí son muy fuertes, han organizado toda la visita con increíble precisión cibernética. Todo está ya dentro del programador. Los obispos aseguran que la polémica con la Iglesia evangélica se ha atenuado y que en realidad son cosas que no tocan a la masa de la gente. Aquí la única preocupación es dejar de ser ricos, el miedo a una crisis económica, el fantasma del millón de desocupados. A la Iglesia más rica del mundo, se le critica que haya gastado mil millones de pesetas para la visita del Papa, mientras hay quien contesta diciendo que esto es calderilla en relación a lo que se gasta, por ejemplo, en un carnaval.

Existe, sin embargo, cierta curiosidad,porel discurso que el Papa podrá hacer aquí sobre la paz y la distensión, porque el miedo a la guerra no se verbaliza, pero se advierte en el aire.

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