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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ira de los viernes

La ración de programas que Televisión Española ofrece invariablemente todos los viernes constituye un argumento suficiente para que el público exija romper la monotonía del esquema de emisiones y pedir a los programadores un poco de imaginación.De entrada, Cosas, espacio que nadie mejor que la propia Televisión Española puede definir: «en pocas palabras, un programa largo para hacer un fin de semana corto», sobre todo para quienes tengan la muerte de disfrutar, como Televisión Española, del fin de semana a partir de las tres de la tarde de los viernes. Un programa en el que cabe todo y que, entre otros pasatiempos, ofrecerá hoy «conexiones» desde el Palacio de Deportes de Madrid, con imágenes de los Campeonatos del Mundo de Karate, una biografía de El Viti, un espectáculo de José Luis y sus muñecos, para quien guste, y una actuación de Lolita.

Después, otro episodio de Guillermo en busca de papel viejo para obras de caridad. Los únicos veinticinco minutos que Televisión Española dedica a los niños, una delicada gentileza de los directivos para compensar la fuerte invasión de publicidad infantil. Otro episodio de Los Walton, comedia de tintes dramáticos al gusto de la feliz sociedad norteamericana. No es, sin embargo, el peor producto del día. A continuación, por más que los tiempos no estén para mucho engorde, Más vale prevenir dedica la tribuna médica a los distintos sistemas de adelgazamiento. Del telediario segunda edición y de últimas noticias, como dicen los locutores, ya informarán en el de la primera edición.

Por la segunda cadena llega Alfredo Landa vestido de profesor adjunto de Sociología, Sólo ante el streaking, burlado por los estudiantes en una decepcionante película de Sáenz de Heredia, realizada al Filo oportunista de la contestación del desnudo (1975), transformada en estúpida comedia para consumo exclusivo de los, programadores del ente público. Un solo programa de cierta gratificación cultural por esta cadena veinticinco minutos con el bailarín y coreógrafo Paul Taylor y Juan Sebastián Bach de fondo.

Sólo quedan dos alternativas a esta cinta sin fin que se repite todos los viernes: comprobar si ha nacido algún bastardo de Thomas Mallen, marcado por el mechón blanco y cainita del patriarca, o airearse con El español y los siete pecados capitales, esta vez con toda justicia porque el pecado es la ira.

Discuten vanamente los especialistas si los españoles somos propensos a la ira o si estamos curados por fuerza de tanto sufrimiento. Unos citan esta sentencia de Lope de Vega: «De España me voy temblando, que estos hombres de ira llenos son como rayos sin trueno, / que despedazan callando». Otros prefieren acordarse de la España de tantas guerras, iras y crueldades. El viento silba entre los matorrales, dice el guión, mientras aparecen las imágenes ruinosas de un monumento: Belchite, ciudad fundada por los edetanos antes de Cristo, concluistada por los romanos, por los árabes, por Alfonso VII de Castilla y destruida durante la guerra civil. Silba el viento más fuerte; suena la música del Carrasclás, mientras se ve que allí había antes una confitería y que ahora las calles no tienen nombre; Margallo dice: «Siempre liará frío aquí»; y Ceballos lee, a Ortega y Gasset: «Cada conversación está a punto de convertirse en un combate cuerpo a cuerpo; cada palabra es un bote que lanza; cada gesto, un navajazo. Cada español es un centro de fiereza que irradia, en torno suyo, odio y desprecio».

Apenas dos o tres minutos en Belchite, suficientes para que sean el momento más importante en la programación de este viernes.

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