La raya de Portugal
TRAS LA visita oficial del presidente del Gobierno de España a Portugal y la llegada a Madrid del ministro lusitano de Asuntos Exteriores se dan algunas condiciones objetivas para reordenar el diálogo entre Madrid y Lisboa. De la denuncia portuguesa del, pacto ibérico franco-salazarista a la situación actual media un bache importante que debiera llenarse de contenido. Durante décadas, la relación hispano-portuguesa quedó mediatizada por la obsolescencia de dos regímenes a traspié de sus homólogos europeos. Después de los cambios estructurales acaecidos en ambos países la relación ha de ser otra, y a ello parecen haberse entregado los premiers Calvo Sotelo y Pinto Balsemio.El hipotético ingreso de España en la Alianza Atlántica -sirva de ejemplo- puede suscitar celos en Lisboa, aunque su Gobierno sea partidario de nuestra integración. Portugal es actualmente la retaguardia de la OTAN en Europa, y España ha de cuidar no desvirtuar ese papel de Portugal en la Alianza. Mayor cooperación -o sincronización- necesitamos también en las negociaciones paralelas, cara al ingreso en el Mercado Común, dada la situaciáirí geográfica de los dos países y el carácter de sus economías. Y España, puesto que aspira al ideal comunitario de la libre circulación de las personas y las ideas, debiera desde ya tener mayor comprensión con el tráfico de trabajadores portugueses que trasvasan nuestras fronteras del Oeste. La pesca, las modificaciones ecológicas en Portugal fruto de las centrales nucleares españolas; el desarrollo tecnológico conjunto -estamos importando tecnología dispar-; el establecimiento de una zona de libre cambio entre ambos países; una cooperación en materia de terrorismo de ultraizquierda y ultraderecha, y el relanzamiento de una cooperación cultural hasta ahora prácticamente inexistente, son temas que merecen una profunda y meditada negociación bilateral, y en los que ambos países pueden sentirse solidarios y complementarios.
Las dos coaliciones electorales que gobiernan a uno y otro lado de la frontera tienen hoy por afinidad y por oportunidad histórica la ocasión de pasar de una mal resuelta riña de vecinos a una cooperación inteligente entre dos pueblos llamados a recorrer en los próximos años un camino muy parecido. Los movimientos de ambos Ejecutivos indican que se está trabajando en ese sentido. Sólo queda desear que no quede todo en promesas y esperanzas.
La raya de Portugal
TRAS LA visita oficial del presidente del Gobierno de España a Portugal y la llegada a Madrid del ministro lusitano de Asuntos Exteriores se dan algunas condiciones objetivas para reordenar el diálogo entre Madrid y Lisboa. De la denuncia portuguesa del, pacto ibérico franco-salazarista a la situación actual media un bache importante que debiera llenarse de contenido. Durante décadas, la relación hispano-portuguesa quedó mediatizada por la obsolescencia de dos regímenes a traspié de sus homólogos europeos. Después de los cambios estructurales acaecidos en ambos países la relación ha de ser otra, y a ello parecen haberse entregado los premiers Calvo Sotelo y Pinto Balsemio.El hipotético ingreso de España en la Alianza Atlántica -sirva de ejemplo- puede suscitar celos en Lisboa, aunque su Gobierno sea partidario de nuestra integración. Portugal es actualmente la retaguardia de la OTAN en Europa, y España ha de cuidar no desvirtuar ese papel de Portugal en la Alianza. Mayor cooperación -o sincronización- necesitamos también en las negociaciones paralelas, cara al ingreso en el Mercado Común, dada la situaciáirí geográfica de los dos países y el carácter de sus economías. Y España, puesto que aspira al ideal comunitario de la libre circulación de las personas y las ideas, debiera desde ya tener mayor comprensión con el tráfico de trabajadores portugueses que trasvasan nuestras fronteras del Oeste. La pesca, las modificaciones ecológicas en Portugal fruto de las centrales nucleares españolas; el desarrollo tecnológico conjunto -estamos importando tecnología dispar-; el establecimiento de una zona de libre cambio entre ambos países; una cooperación en materia de terrorismo de ultraizquierda y ultraderecha, y el relanzamiento de una cooperación cultural hasta ahora prácticamente inexistente, son temas que merecen una profunda y meditada negociación bilateral, y en los que ambos países pueden sentirse solidarios y complementarios.
Las dos coaliciones electorales que gobiernan a uno y otro lado de la frontera tienen hoy por afinidad y por oportunidad histórica la ocasión de pasar de una mal resuelta riña de vecinos a una cooperación inteligente entre dos pueblos llamados a recorrer en los próximos años un camino muy parecido. Los movimientos de ambos Ejecutivos indican que se está trabajando en ese sentido. Sólo queda desear que no quede todo en promesas y esperanzas.
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