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El desbloqueo del contencioso hispano-británico

Recelo en Gibraltar ante el anuncio de apertura de la verja

La noticia de la próxima apertura de la verja ha sido acogida con recelo por los gibraltareños, cada vez más preocupados por el posible cierre del astillero militar, que dejará en la calle a más de 1.500 trabajadores. Los gibraltareños temen que ambas cosas vayan unidas, y que el Reino Unido haya dispuesto una transformación de la economía de la Roca, cuyos resultados son difíciles de prever. Por eso, junto a la alegría por poder utilizar el coche para algo más que dar vueltas a la Roca, existe el temor de cuál va a ser el futuro de esta pequeña comunidad, y muchos se malician que el Reino Unido esté dispuesto a llegar a algún acuerdo con España a espaldas de los propios gibraltareños.

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La información de la apertura de la verja el próximo día 20 de abril sacudió el viernes fuertemente a esta comunidad colonial. El modesto periódico local, Gibraltar Chronical, alcanzaba, gracias a esta noticia, su récord de tirada en muchos años, 3.500 ejemplares. En la primera de sus páginas anunciaba la reapertura de la frontera con España y expresaba la satisfacción general en la Roca ante el hecho de que el bloqueo haya sido levantado sin que se les haya tenido que garantizar previamente a los trabajadores españoles los mismos derechos que corresponden a los procedentes de países del Mercado Común.Sin embargo, la preocupación sobre cuál va a ser la situación exacta de los trabajadores españoles aquí en el futuro parece vana. Los que han seguido en Gibraltar después del cierre de la verja, seguirán como estaban hasta ahora, y a partir de este momento, muy difícil parece que ningún español pueda venir a trabajar aquí, puesto que el número de puestos de trabajo en la Roca tiende a disminuir,

Como queda dicho, no todo es optimismo en Gibraltar. Junto a la pérdida de la sensación de claustrofobia que atormentaba a los gibraltareños, aparece ahora otro fantasma: el de que la metrópoli haya decidido, por su cuenta y riesgo, una importante retransformación de la economía de la Roca.

Cierre del astillero

La fecha anunciada por Calvo Sotelo para la reapertura coincide cronológicamente, de forma casi exacta, con la fijada para comenzar las restricciones de trabajo en el astillero, cuyo cierre se llevará a cabo gradualmente, pero será completo dentro de dos años. Para entonces, al menos 1.500 trabajadores habrán perdido sus puestos en el arsenal, y otros quinientos se verán afectados, pues trabajan en empresas relacionadas con el mismo. En total, va a ser casi un 20 % de la población laboral de la Roca la que se va a ver en la calle.Aunque el jefe del Ejecutivo gibraltareño, sir Joshua Hassan, manifestaba ayer a EL PAIS su confianza en que se mantendrán todos estos puestos de trabajo, sea a través de un acuerdo con el Gobierno británico o consiguiendo que algunas empresas privadas se interesen por la explotación del arsenal, la gente de la calle está muy preocupada, y parece como si el anuncio de la apertura de la verja les haya enfrentado bruscamente con esta realidad.

En la calle y en las cafeterías se oye hablar continuamente de la relación que la apertura de la verja y el cierre del arsenal pueden tener, y todos se preguntan qué ha prometido Londres a Calvo Sotelo a cambio de que se abra la verja. Los más optimistas piensan que la apertura animará el turismo y el comercio; podrá dar paso a la construcción de un puerto deportivo, cuyo proyecto ya existe, y animará la vida del aeropuerto. Joshua Hassan, por el momento, se limita a manifestar su satisfacción: «Lo más normal es que entre dos vecinos haya buenas relaciones. Hasta ahora, lo Único que está claro es que los españoles y los gibraltareños podremos comunicarnos de nuevo, Lo que ocurra en el futuro dependerá de unas negociaciones que hay que llevar a cabo. Decir otra cosa es anticipar acontecimientos». Peter Isola, líder de la oposición y del partido más probritánico de la Roca, ha reafirmado su confianza en el Reino Unido, y no parece temer que la metrópoli haya dispuesto nada que pueda perjudicar el sistema de vida en la colonia.

Pero Joe Bosano, líder del Partido Socialista y del sindicato TGWU, no se ha recatado en manifestar públicamente sus sospechas de que la vida va a cambiar seriamente para los gibraltareños, y ha dejado ver que éstos deben estar atentos a lo que ocurra en las negociaciones de Lisboa,, a partir del próximo día 20 de abril: «El Gobierno inglés», afirma Bosano, «señala que la coincidencia de fechas entre la apertura de la verja y el inicio de las restricciones de trabajo en el arsenal, no es más que una desafortunada coincidencia, pero es normal que mucha gente aquí piense que ambas cosas van relacionadas».

En cualquier caso, lo que aquí todo el mundo se apresura a aclarar es que España ha tenido que ceder, en principio, a cambio de nada. Los derechos de los posibles trabajadores españoles que vengan a la Roca a partir de la apertura, no serán los mismos que los de los ingleses, los gibraltareños o los ciudadanos de cualquier país del Mercado Común. A igual trabajo habrá igual salario, pero para obtener un puesto siempre tienen prioridad los antes citados. En cuanto a los marroquíes, que en número de unos 3.000 trabajan aquí, y que llegaron en su mayoría para suplir a los españoles que se marcharon cuando se ordenó el cierre, el gobernador inglés, general sir William Jackon, les ha tranquilizado con unas declaraciones oficiales en las que anunció que sus puestos de trabajo serán respetados.

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