Hay que renovar el sindicalismo
En esta fecha, y aunque parezca un tópico, es preciso hablar de su origen. Los trabajadores de Estados Unidos, en el pasado empezaban a negociar los convenios de la época en estas fechas. Se luchaba por la jornada de ocho horas, y las huelgas que se desarrollaron, entre otros lugares, en Chicago y Milwaukee, fueron seguidas de una represión que, como todos conocemos, costó la vida a varios trabajadores.Más tarde, en 1889, se decidió hacer del Primero de Mayo una jornada de acción por los derechos de los trabajadores, por la paz, la libertad y el socialismo en el mundo entero. En ese día, las organizaciones sindicales hacen el balance de los doce meses transcurridos y presentan también las grandes reivindicaciones para el año sindical que comienza. Los trabajadores nos contamos en esa manifestación, que en este año en nuestro país se ha celebrado en la casi totalidad de las grandes ciudades y pueblos importantes, convocada por CC OO y UGT, en defensa de la democracia y del empleo. Por supuesto, por el desarrollo de los derechos sindicales también. Ya al mostrar nuestra solidaridad con los que en todo el mundo luchan por estos mismos derechos, lógicamente nos centraremos en los problemas fundamentales de nuestro país.
Esto sucede cuando sectores muy minoritarios, mediante el golpismo y el terrorismo, pretenden acabar con el régimen de libertades; cuando los procesados por delito de rebelión militar, eufemísticamente llamado 23-F, y sus amigos montan no sólo un show contra la democracia, sino un clima que puede servir de base moral y material para nuevas aventuras. CC OO está obligada a llamar la atención de los trabajadores y de las fuerzas democráticas sobre los riesgos que un proceso de tan largo y amplio desarrollo hace correr a la libertad. Queremos señalar cómo el Tribunal de Orden Público, en sumario 178/1966, por actividades legítimas, según la OIT, y a pesar de posturas más respetuosas que la de los golpistas, nos hizo otro proceso y condenó a cinco años más por desacato. Por supuesto que no creemos que la democracia deba proceder como la dictadura, pero...
Por todo ello hacemos un llamamiento a las fuerzas democráticas no sólo a mantenemos unidos, sino a mantenemos firmes. Es preciso que este proceso no esté como la espada de Damocles, amenazando permanentemente la cabeza de la democracia o presionando para que el voto se corra a1a derecha.
De este clima, el gran capital nacional e internacional, con la CEOE en cabeza, se sirve para una política regresiva en el orden social también, que se inicia ya con el Estatuto de los Trabajadores, especialmente en los puntos que facilitan el despido y lo hacen más fácil y más barato, o en aquellos otros que permiten transformar el trabajo fijo en trabajo eventual. Esta postura de involución social se reflejó ya en la ley Básica de Empleo, que a los que dejaba sin trabajo el Estatuto de los Trabajadores y la crisis, esta ley reduce a la mitad la protección. Hoy, con el intento de modificar la Seguridad Social, se quieren bajar las futuras pensiones entre un 20% y un 30%, además de empezar a privatizar el sistema de Seguridad Social. Y con los decretos sobre la contratación temporal no se creará más empleo, sino que se transformará el trabajo fijo en trabajo eventual, en virtud del Estatuto de los Trabajadores. Los empresarios, por este sucio trabajo, recibirán además una prima, ya que no pagarían nada a la Seguridad Social, se les desgravaría hasta el ciento por ciento de la cuota.
Es decir, grandes conquistas de los trabajadores, como son la protección a la salud y a la vejez, así como la seguridad en el empleo, son atacadas por un Gobierno que devuelve así a la CEOE su ayuda cara a las elecciones.
Este Primero de Mayo, a nivel nacional y a nivel internacional, se ha desarrollado en el cuadro económico de una crisis extremadamente grave, en la que el famoso welfare state (estado del bienestar) hace aguas por todas partes, empezando por Estados Unidos, teniendo que reconocer que el sistema económico dominado por el gran capital no es capaz ya de asegurar el pleno empleo o la plena protección a los parados.
En estas circunstancias aparece cada vez más claro que vivimos en presencia de una crisis económica, política y social para las que no valen las viejas soluciones. El Acuerdo Nacional de Empleo, primera piedra en nuestro país del comienzo de una nueva política de solidaridad, se sitúa en esa línea de un plan nacional que, sobre la base de conservar y desarrollar nuestro espacio económico interior, más nuestra participación a través de la cooperación con el Tercer Mundo en el equipamiento de éste, haga posible hacer frente al paro y a la crisis. Se trataría no de un plan de reestructuración, que es un mal parche, sino de un plan de reconversión-reindustrialización que tendiera a desarrollar la investigación propia y la implantación de nuevas tecnologías que aumentaran la productividad; un plan que partiera de una formación polivalente hasta los dieciocho años para hacer posible un reciclaje cuando sea necesario cambiar de profesión y que condujera a una mayor producción que permitiese trabajar 35 horas semanales para 1985, suprimir pluriempleo y horas extras, trabajando menos horas para trabajar y comer todos. Indudablemente esto sólo sena posible con una participación de los sindicatos en el control de la gestión de este plan y en el esfuerzo de solidaridad de clase y nacional.
Comisiones Obreras espera que, a su vez, los partidos obreros y democráticos en general hagan para los trabajadores lo que están haciendo para el Ejército. No queremos caer en un antimilitarismo primario o infantil; no queremos hacer renacer el viejo grito de cañones o mantequilla; pero se nos conducirá a ello si paralelamente al plan de ocho años para modernizar el armamento no se elabora otro de la misma envergadura contra el paro y el hambre.
Comisiones Obreras considera también que la vieja y clásica estrategia sindical de resistencia o reforma a ultranza, según el tipo de sindicalismo, no sirve. Que es preciso hacer frente a la crisis, y al mismo tiempo desarrollar un sindicalismo de clase y de masas capaz de una mayor creatividad sindical en la línea de responsabilidad de clase, nacional e internacional.
Reafirmamos, pues, nuestra confianza en nosotros y en nuestro pueblo. Sabemos que las situaciones difíciles no tienen soluciones fáciles, pero estamos dispuestos a avanzar solidariamente, conjuntamente con UGT y todos los sectores democráticos.
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