Los prisioneros argentinos seguirán siendo un problema para Londres hasta que se confirme el cese de las hostilidades
Argentina no quiere que los prisioneros de guerra capturados por los británicos en las islas Malvinas sean repatriados directamente a uno de sus puertos por barco británico o de otra nacionalidad, anunció ayer el Foreign Office expresando su preocupación. Estos prisioneros seguirán siendo un problema para los británicos hasta que Buenos Aires dé una confirmación autorizada del cese de todas las hostilidades entre el Reino Unido y Argentina en el Atlántico sur.
Los británicos tienen en sus manos a 10.660 argentinos, según los últimos recuentos aún no completados, anunció ayer en el Parlamento la primera ministra, Margaret Thatcher. No hay problemas de alimentación, pues, según el general Jeremy Moore, disponen de abundantes raciones propias. El alojarlos y mantenerlos calientes es el mayor quebradero de cabeza para las fuerzas británicas.Hay también un problema de orden público. El miércoles, según se supo ayer, un grupo de prisioneros de guerra se desbandó cuando estaban siendo transferidos del aeródromo de Puerto Stanley al puerto para ser embarcados a bordo del crucero civil Canberra. Incendiaron dos edificios, según los corresponsales de guerra, pero las fuerzas británicas no dispararon, aunque tardaron una hora en dominar la situación. Ayer noche, unos 5.000 reclutas argentinos estaban ya a bordo del Canberra.
La tranquilidad de Londres
Mientras no haya un cese formal de todas las hostilidades, estiman los mandos británicos, sus barcos y buques corren el riesgo de ser atacados. Hay otras consideraciones para el requisito británico. Con un alto el fuego generalizado, Londres se sentiría más tranquilo. Los argentinos tendrían también que retirarse de la isla Tule del sur, que ocuparon en 1976. Tendrían que liberar al teniente de aviación Michael Glover, su único prisionero de guerra, y a los tres periodistas británicos, dos del Sunday Times y uno del Observer, arrestados semanas atrás en Argentina
El Gobierno británico sigue pensando en mantener las sanciones económicas de la Comunidad Económica Europea contra Argentina y en retener a un centenar de oficiales y mandos argentinos hasta lograr este alto el fuego generalizado. Estos prisioneros de guerra podrían ser transferidos a otro lugar, posiblemente a la isla de la Ascensión, hasta que quedara resulto el problema. Londres no usa la palabra rehenes, pues se apoya en la convención de Ginebra, de 1949, por la cual tiene derecho a retener a los prisioneros de guerra hasta el final de las hostilidades activas.
El hierro de la dama
Londres se propone restaura las buenas relaciones con Latinoamérica. "Mucha gente ha exagerado el daño hecho a estas relaciones", comentó una fuente del Foreign Office. "Incluso en los peores momentos de la crisis, algunos países de la zona han cooperado con nosotros", añadió, sin revelar los implicados. "Una de las cosas para las que ha servido la crisis", concluyó esta fuente, "ha sido para poner a Latinoamérica sobre el mapa".
En cuanto a la política interna británica, tiene la palabra el diputado Enoch Powell. Fue él quien, en el primer debate del 3 de abril, dijo que "ya veremos de qué metal está hecha la darna". Ayer, en las interpelaciones a la primera ministra, se levantó para mencionar el análisis de una cierta sustancia. "El informe indica que la sustancia consistía en materia férrica de la mejor calidad, que tiene una resistencia a la tracción excepcional, es sumamente resistente al uso y a la terisión y puede ser utilizada ventajosamente para todos los objetivos nacionales".
Margaret Thatcher le agradeció estas palabras, que se referían a la última encuesta de opinión (Gallup) publicada ayer por The Daily Telegraph. Los conservadores están a la cabeza de las intenciones de votos, con un 45% (31,5% en abril), seguidos de la Alianza Liberal Socialdemócrata (28,5%) y de los laboristas (25%). Un 51%. de los encuestados, satisfecho con la primera ministra. Sólo un 14%. considera que Michael Foot es un buen líder laborista.
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