Cuatro protagonistas españoles en el concierto de RTVE

El número de conciertos que se anuncian para esta temporada de la Sinfónica de la RTVE dirigidos por Gómez Martínez, así como la propia confección de los programas, denotan que el tema de la dirección titular de esta orquesta ha entrado en un período de transición. El primero de estos conciertos tenía como base la Sinfonía heroica beethoveniana, llevada por el joven maestro granadino por los caminos de la música pura, quiero decir, sin buscar el énfasis en los aspectos poemáticos de tan multifacética partitura. La obra fluyó con pulso, hasta con nervio, aunque no se pudiera evitar algún pasajero desmayo en la conducción, sobre todo en el último tiempo y en el pasaje fugado de la Marcha fúnebre, donde, sin decaer el tempo, sí creí observar cierto decaimiento de la tensión expresiva alcanzada previamente. Tales detalles no empañaron él éxito grande de director y orquesta.La primera parte ofrecía dos alicientes que resultaron francamente positivos: un estreno absoluto y la actuación solista de un destacado músico de la propia orquesta.

Epiclesis es una obra para órgano que compuso Juan Alfonso García en el año del centenario de Falla y que su discípulo, colega y amigo Francisco Guerrero ha orquestado con la mano segura y el agudo instinto musical que siempre hemos admirado en este joven talento de nuestro presente musical. La partitura es un excelente trabajo, en el que todo está bien ponderado: las sutiles referencias al autor homenajeado; la forma, que traza un perfecto arco expresivo; las densidades, que fluctúan, con gran atractivo sonoro siempre, entre el clúster y el apunte melódico; la misma duración de la obra, que se ajusta escrupulosamente a lo que el material da de sí, de manera que sentimos la sensación de que nada falta ni sobra. Tras la correcta interpretación, Juan Alfonso García y Paco Guerrero fueron requeridos por Miguel Angel Gómez Martínez para que recogieran, al pie del escenario, lo que les correspondía del justo éxito.

Emilio Matéu, viola solista de la Orquesta de RTVE y catedrático del Conservatorio madrileño, es músico bien conocido por la estupenda calidad de su sonido y esa justeza expresiva, esa mesura del fraseo que le hacen tan idóneo para la música de cámara que, desde hace años, practica con fortuna en distintas formaciones. Matéu se enfrentaba el pasado fin de semana con el comprometido Concierto para viola y orquesta, de William Walton, y su actuación, aclamada por el público y por los propios compañeros, fue meritísima. Si algún pero cabe poner a su labor, éste no sería derivado de falta de condiciones para el empeño, sino, acaso, de la falta de ese último punto de seguridad, de autoconfianza, que Emilio Matéu puede y debe alcanzar en seguida: ¿por qué una actuación tan solvente ha de dar la impresión de timidez? Hasta es posible que este matiz fuera superado en la sesión dominical, una vez salvado brillantemente el primer compromiso.