Científicos de renombre mundial piden en Madrid el respeto a los derechos humanos en la URSS
Un grupo de importantes científicos, entre ellos el premio Nobel estadounidense Paul Flory y el físico nuclear soviético y premio Lenin Sergei Polikanov, hizo ayer en Madrid un llamamiento para que se respeten los derechos humanos en las personas de numerosos colegas suyos en la Unión Soviética.
Los científicos, que representan al Comité Americano por Sajarov, Orlov y Charansky (SOS), al Comité Orlov del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) y al Comité Francés de Físicos, entre otros, pretenden conseguir que la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa que se reanuda hoy en Madrid, incluya en su declaración final una fuerte afirmación de los derechos humanos que constituya también la base de una política firme con los países que no los respeten.En una conversación con EL PAÍS, los científicos, entre los que se encuentran también el físico italiano, Eduardo Amaldi, el catedrático de física británico John Charap, los investigadores del CERN George Charpak y Alvaro de Rújula -este último español- y el físico francés Jean Paul Mathieu, señalaron que el hecho de centrarse en los derechos humanos de los disidentes, o refuseniks, en la Unión Soviética no excluía su preocupación por los casos existentes en otros países. La particular atención a los científicos rusos encarcelados o confinados proviene del conocimiento personal, y se basa en el hecho de que la Unión Soviética fue uno de los países firmantes de los acuerdos de Helsinki que garantizan el respeto a los derechos humanos.
"La mayoría de nosotros ha trabajado con los científicos que han sufrido represión y somos amigos personales suyos", aclara John Charap. "La ciencia es una actividad internacional. Sin libertad, la ciencia sufre, y ese es el caso de la URSS", afirma Paul Flory. Desde que iniciaron sus actividades los comités, y concretamente desde que se creó el SOS, hace cuatro años, Flory estima que el intercambio científico con la URSS ha disminuido en un 75%. "Las razones son varias: desde la compasión por nuestros colegas hasta las limitaciones que existen para el intercambio científico. La comunidad científica ha respondido a la moratoria pedida en el intercambio científico hasta que finalice la conferencia de Madrid. Además, sólo un 30% de los científicos soviéticos invitados a conferencias internacionales obtiene en la actualidad el visado necesario, y los organizadores cada vez se niuestran más reacios a aceptar sustitutos propuestos por el Gobierno de la URSS. Dentro del país crece la resistencia a sustituir a científicos separados de su trabajo por motivos de disidencia política."
Pérdida de títulos académicos
Desde hace unos meses, el solo hecho de solicitar un visado para emigrar a Israel puede significar para un científico la pérdida de sus títulos académicos. Según un documento obtenido por los comités pro derechos humanos, el proceso seguido contra estos científicos comienza por una reunión de sus propios colegas del consejo científico del instituto de investigación de que se trate, que votan desposeerle de sus títulos por haber realizado un acto antipatriático.
Sergei Polikanov, premio Lenin, fue expulsado de la Unión Soviética hace cuatro años y actualmente trabaja en el CERN. "En la ciencia, lo importante son los contactos humanos; la política estorba", afirma en voz baja. La situación actual, según Polikanov, es peor que hace cuatro años. "Se puede observar un declive en la ciencia soviética que debe tener repercusiones económicas a largo plazo. A mediados de los años sesenta la ciencia tenía un buen nivel. Ahora ya no; cada vez es mayor la separación con los países avanzados".
Sajarov, Orlov y Charansky son los nombres más conocidos alrededor de los que se ha establecido este movimiento de solidaridad, pero existen otros muchos casos. Sajarov, premio Nobel de la Paz y eminente científico, se encuentra confinado en Gorki desde 1980. Orlov, físico, perteneciente al grupo de supervisión de los acuerdos de Heisinki, fue condenado en 1978 a siete años. El joven matemático judío Charansky se encuentra estos días en la séptima semana de una huelga de hambre. Fue condenado en 1978 a trece años de prisión.
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