Súbditos paquistaníes, en la escala social más baja de la minería leonesa
Aunque no existen estadísticas oficiales, la propia patronal y los sindicatos calculan que en las minas de la provincia de León trabajan alrededor de 5.000 inmigrantes extranjeros, en su mayor parte procedentes de Portugal o de las antiguas colonias de Angola y Cabo Verde, a los que se añaden grupos de senegaleses y paquistaníes. Las pequeñas comunidades de trabajadores paquistaníes ocupan el lugar más bajo en la escala social de las cuencas mineras, agrupados en viviendas colectivas que les sirven para salvaguardar sus formas de vida en un medio que no les es abiertamente hostil, pero tampoco favorable.Yaqueb Shah, por ejemplo, comparte en la Robla, a veinticinco kilómetros de León, una vivienda con otros dos compatriotas por la que paga 2.000 pesetas mensuales. La casa tiene una antigüedad dificil de precisar y, a cambio de su bajo precio, carece de servicios higiénicos y de cualquier otro elemento que no entre en la categoría de lo imprescindible. Ahora el dueño quiere venderla porque está situada en la misma plaza del pueblo, donde pueden construirse nuevos edificios, y los paquistaníes tendrán que buscar un nuevo alojamiento que les costará cuatro veces más.
Yaqueb llegó a la Robla hace siete años ganando 25.000 pesetas en la mina, cuando nadie quería el trabajo de ayudante minero, pero ahora los sueldos llegan a las 90.000 y el paro empuja a los españoles hacia los puestos que antes despreciaban. Años atrás se afilió a UGT, con una cuota de doscientas pesetas que dejó de pagar porque no obtenía nada a cambio, según él. La crisis produjo ¡in ambiente de enemistad hacia los extranjeros, incluso en los sindicatos, que, frente al paro, piden prioridad laboral para sus afiliados españoles.
En Pakistán se puede comer con 2.000 pesetas al mes y, desde León, se puede enviar cantidades notablemente más altas a las familias, aunque la vida aquí sea más cara. Los inmigrantes alternan el paro con el trabajo y cobran, según el momento, 40.000 o 90.000 pesetas, de las que la mitad se enviarán regularmente al país de ori-, gen. Algunas veces el desconocimiento del idioma juega una mala pasada y puede suceder, como le pasó a Yaqueb, que lleva luego a largas aclaraciones en la Magistratura del Trabajo. En cualquier caso, los contratos laborales son sólo por un año, de ellos dependen los permisos de residencia y, en definitiva, "si la empresa quiere, vale, si no, se acabó".
Viajar al país de origen de vacaciones es un lujo que, según Yaqab, sólo pueden permitirse unos pocos cada muchos años, cinco o seis en el mejor de los casos. "Si se cobra volvemos pronto; si no, no". Afortunadamente, en Minas y Ferrocarriles de Utrilla, sociedad anónima, todos cobran lo mismo, españoles y extranjeros.
Á-r-&n Mohamed, de 65 años, con cuatro hijos en su país de origen, tuvo la mala suerte de buscar refugio en la mina Carbonia, sociedad anónima, una empresa superviviente de la quiebra del grupo Poggi, donde le pagaban 42.576 pesetas mensuales por uÚtrabajo de ayudante de minero, que, dada su dureza y riesgo, para los españoles suponía más de 80.000. Hace dos años a Akron le cayó encima una roca en el interior de la galería, produciéndose traumatismo en varias partes del cuerpo, incluida la cabeza. Estuvo tres meses inactivo y, cuando volvió al trabajo, se encontró con que estaba incapacitado para seguir en la mina por problemas de salud. La empresa se deshizo de él con una indemnización de 100.000 pesetas y ahora intenta buscarse una pensión por incapacidad. sido denegada. Uno de los certificados médicos que exhibe para su reclamación asegura que padece pérdida progresiva de la visión, entre otras dolencias, "atrofia óptica y degeneración muscular bilateral", con diez dioptrías en el ojo derecho.
Los dos paquistaníes afirman no haber tenido nunca roces con la población de la Robla, aunque salen pocas veces de casa y, cuando entran en algún bar, no suelen mezclarse con la gente. Algunos establecimientos han llegado, incluso, a prestarles dinero en épocas difíciles.
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