Señora, visítenos
En el rellano de la escalera, el marido se atrevió a suspirar: "¡Ay, con qué ganas vamos a coger otra vez el pisito!". Pero la mujer puso cara de líder de la oposición (aun a sabiendas, de que hoy no existe más oposición que los números rojos) y replicó: "De pisito, nada; a la calle, que tenemos muchas cosas que comprar".
IGNACIO CARRIÓN
A.BASTENIER
El único que toma vacaciones en estos grandes almacenes sin dejar suplencia es el limpiabotas fijo en plantilla: "Descanso del 27 de agosto al 18 de septiembre", reza su cartel. Por un altavoz se oye que "ya tenemos toda la ropa de otoño para toda la familia a precios sorprendentes". Y por otro altavoz se escucha que "adelantarse es ahorrar".En la sección de corsetería cuelgan unos carteles que aseguran habernos volcado en la ropa interior. Y así es: las bragas otoñales se ofertan antes de la caída de la hoja a 85 pesetas. Son, desde luego, unas bragas vulgares y, corrientes. Pero esta rentréé, aun estando bajo el signo de la penuria económica, espera al cliente con novedades: de un estuche de menor tamaño que un paquete de cigarrillos emerge la mini-tanga al precio reventado de 395 pesetas. Y si la prenda no explosiona en. el trasero mediterráneo, que da en voluminoso es gracias a su calidad de producto netamente catalán. El vendedor, señor Hernández, dice que "la verdad es que no tapa una nariz mediana, pues más que braga parece la. mascarilla de un anestesista".
Lo francés fue siempre más sugestivo, insinuante y sexy: "Se llevan estas bragas llamadas Rien Scandale (de escándalo, nada) las casadas cuatro años para la recaptación del marido, que vio demasiadas carnes durante el verano", atestigua otro dinámico vendedor. Este íntimo atuendo se lanza a 2.640 pesetas. Extendido sobre el mostrador recuerda, por sus blondas, las tradicionalés mantillas de un Viernes Santo, aunque por su exiguo tamaño y pérfida intención reclama penitencias.
Se diría que las señoras, luego de exponerse al sol y al cloro de las piscinas rebosantes de agua verde, se han vuelto más verdes y "nos están arrebatando, estos conjuntos de alcoba llamados tentación y picardías, que valen entre las 11.000 pesetas los importados de Italia y las 4.000 los fabricados en España", añade el mismo vendedor. Una picardía lleva dos piezas con la secreta intención de quedar reducida a ninguna.
Pero el pasado pesa, y la faja de tipo turbo-reactor, opresiva y con ballenas, sigue estando permitida por Sanidad, cuando algo así debería prohibirlo un Gobierno democrático por atentar, asfixiantemente, contra la libre expansión de las grasas humanas.
Con estricto espíritu hipocrático, el doctor de los grandes almacenes atiende casos típicos de la rentrée. Dice Juan José López Carbonell, 48 años, que "hay momentos de estrés con la compra de uniformes de colegio y libros de texto de los niños, momentos en los que padre o madre sucumben al ataque de nervios. Yo les proporciono un tranquilizante y los tumbo ahí, en ese cuarto con luz roja, hasta que se calman completamente".
Para este doctor, el fin de las vacaciones significa el principio de una inevitable picaresca: "Por una parte viene génte de la calle a tomarse la tensión arterial, y no les vas a decir que no; y por otro, los de seguridad cazan a los chorizos, que en el momento de ser apresados se tragan lo que estaban robando, sea un anillo, un crucifijo o incluso un par de gemelos de oro". ¿Qué hace el galeno? Los pone en pantalla de rayos X y localiza el objeto de metal precioso. "En ocasiones se espera aquí hasta la deposición; en otras se llevan al sujeto a defecar a otro lugar".
El uniforme de la chiquita
Padres con síntomas de inminente lipotimia pueden verse estas fechas, y en todos estos enclaves de masivo consumo: "Me hace falta un jornal completo para pagar el uniforme de la chiquita", se lamenta José Luis Pascual, de 30 años, "ya que en el colegio de la Pureza de María tienen que llevar zapatito negro, calcetines a juego, un chándal de deporte, el babi, un uniforme, la camisita crema y el abrigo...". Todo ello le sale a este hombre por unas 20.000 pesetas, que es el presupuesto medio. "Mire usted, ya no quie ro ir a la sección de libros porque sé que me dará algo, y si a mí no me da algo se lo dará a mi señora, que ya la veo muy sofocada", concluye Pascual.
Sin embargo, y según reza el proverbio, "libros, caminos y días dan sabiduría". Pueblo que no invierta, incluso lo que no tiene, en letra impresa es pueblo que retrocede a la aldea. Mientras una voz convincente estimula al público a "ver la nueva moda de caballeros, de estilo cálido y ligero", el dependiente de la sección escolar, licenciado en Medievales, introduce en bolsas de plástico los textos de BUP y EGB, a más de 500 pesetas título en virtud de los recientes aumentos. Un matrimonio con gesto de vínculo indisoluble abre, al azar, el libro de religión editado por Bruño, y con una mezcla de espanto y sumisión lee (página 161) el arranque de un capítulo para 6º de EGB, titulado Se busca a Jesús de Nazaret. El marido exclama: "¡Jolín, se han pasado; éstos se pasan!". El texto dice: "Se busca a Jesús de Nazaret. Recompensa, la eternidad. Jesús de, Nazaret, galileo, 33 años, tez morena, barba y cabellos al estilo hippy, cicatrices en las manos y en los pies. Se acompaña de leprosos, mendigos, perseguidos y una banda de 12 incondicionales". Adquiere el libro por 405 pesetas. Algo más allá, una gruesa y pacífica madre cargada de hijos hace que uno de ellos lea la página 40 del libro de Anaya Ciencias de la Naturaleza, donde se descubre que "la vaca traga sin masticar la hierba, que pasa a la panza. Cuando la vaca reposa -nene, estate quieto o te arreo un cachete- le hierba vuelve a la boca en pequeñas porciones, y entonces la mastica detenidamente. Mueve las muélas lateralmente -niño, que te llevas el guantazo; sigue leyendo- y como se desgastan mucho, las muelas siempre están creciendo...".
La criatura se lleva el libro y el coscorrón, quedando la madre en posición rumiante de un bucolismo desolador.
Según el director de los grandes almacenes, Isidro Miquel, de 53 años y más de 20 en estas lides, "hemos de reconocer que la crisis es un mal, y durante la rentrée ese mal se manifiesta con crudeza sarcástica". Para este director, "lo mejor sería que los babis se comieran los uniformes de colegio, pues por eso de ahorrar disfrazan a los niños con vestidos largos de noche a fin de que aproveche la talla el año próximo". Los niños tienen la pésima costumbre de crecer en verano, aunque se les riegue poco, y esta atroz movida fisiológica hunde el presupuesto familiar. ¿Solución? Hasta que el babero homologue a todos, las empresas aceptan ventas a plazos "como un mal menor en bien de la mayoría".
Digamos que en la rentrée lo primero es el niño, y lo segundo, la belleza de su madre. Terminó el período estival chamuscándose como una chuleta a la brasa, y de este modo arruinó sus sanos senos con tas prácticas top-less.
Algunas damas entran muy afectadas en la ciudad y buscan remedio urgente a su piel que se desconcha, pechos que se caen y pelos que crecieron desmesuradamente. "Tienen hambre de productos milagrosos", dice la portavoz de la firma Clarins, María Dolores Company, de 38 años, quien añade: "Las pobrecitas vuelven hechas un asco. A esa piel hay que hacerle un borrado, hay que escamarlas por friegue y frotación con el producto adecuado. Y a sus castigadas tetas les proporcionamos la crema de elevación de busto, único recurso contra el declive producido por la moda de ir sin sujetador".
Estos arreglos cuestan 20.000 pesetas. Pero si las piernas hacen la rentrée fatigadas es preciso gastar más dinero: "Una leche traída de París, a 1.275 pesetas el frasco, rigurosa novedad de otoño, garantiza su rejuvenecimiento". En la etiqueta se lee: "Jambes lourdes", y las piadosas clientas creen, tal vez con fundamento, que se trata de jamones de la gruta de Lourdes curados con el rosario de la aurora.
¡Mire mis uñas!
Es patética la escena de las uñas. Señoras y señoritas que no se las muerden sollozan ante la esthéticienne: "¡Mire, mire mis uñas; con lo bien que las tenía en primavera, y fijese cómo me las puso el mar, tan secas y astilladas!". María Pérez, portaesmalte de la casa RevIon, de 35 años y como una muñequita de laca, las consuela: "Nada, mujer, no te preocupes que peores hemos visto. Tú te pones esta cremita que viene de USA, nutritiva, te das masaje con ella cada noche y dentro de una semana ya verás". Dentro de una semana María Pérez contempla las extremidades superiores de las clientas y les recomienda, y vende, otra crema made in USA que es una loción fortalecedora, a la que sigue más adelante una buena base, y entonces, "a pintarlas, hija, a pintarlas con los colores de moda".
Estas sufridas señoras compran porque necesitan comprar, de igual modo que sus maridos trabajan porque necesitan pagar. "Y no me metas las manos en la fregadora", advierten las expertas, "porque para eso no vale la pena gastar dinero".
¿Y el rostro? ¿Qué hacemos con el rostro, tan necesitado de colágenos? Ahora es una muchacha jovencita quien pide ayuda. Por 1.650 pesetas se lleva 50 gramos de una crema compleja (plantas naturales y un 7% de colágeno) que "te pondrá la cara tersa como la de un bebé, rica".
De manera que esto es la salvación. El esposo, a la oficina; la mujer, a sus ungüentos chinos, y el niño, uniformado, a recibir el maquillaje escolar. Los tiempos lo exigen.
Desde lo alto de la megafonía recibe el público avisos como del más allá: ."Adelantarse es ahorrar", "Aproveche la oferta pre otoño", "Delicias de solomillo a 825 pesetas", "Nos hemos volcado en la corsetería", "Señora, visítenos". La señora está, naturalmente, aturdida; es feliz; la ciudad ruge alrededor; oye a su ídolo Iglesias entre una fila de merengues y pasteles de cabello de ángel. La vida, el crédito, el dependiente amable que le guiña un ojo, el busto que aún aguanta sin sujetador y todo lo que está por venir, apenas iniciada la rentrée, le hizo, sentirse dueña de algo. Volvió a la calle y se movió como nunca.
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