La herencia de Beguin
Es moneda corriente de estos días hablar del vacío que deja Beguin en Israel. Se habla del dimitido primer ministro como del último de los líderes históricos, los padres del Estado judío, como Ben Gurion. Pero en realidad, quien le va a suceder es también un luchador de la primera hora, llegado, como Beguin, de Polonia a tierra palestina para sumarse bien pronto a la lucha terrorista y a la creación del Estado de Israel.( ... )( ... ) El viejo halcón deja así en, manos de su sucesor un legado político que quema. Y surgen, inmediatas, algunas preguntas: ¿Shamir abandonará el Líbano? ¿Será tan opuesto como Beguin a la evacuación de los territorios ocupados de CisJordania y Gaza? ¿Se avendrá mejor a un arreglo global para el conflicto de Oriente Medio?
Las respuestas dependen de algunas condiciones previas. Sobre si la coalición actual podrá y sabrá mantenerse en el poder; si el Gobierno Shamir será sólo un breve puente para la celebración de elecciones. Hasta si todavía no se han agotado otras opciones del partido Herut.
Lo cierto es que el Israel cuyo vértice deja vacío Beguin no es ya el de 1977. Muchos de los motivos colectivos que le llevaron al poder entonces se han acentuado.
Es un país muy difícil, crispado, alejado por igual de los orígenes y del posterior y espectacular desarrollo económico y cultural. Con más de un 50% de sefardíes, la base política del país empuja hacia un simplismo y un radicalismo reivindicativo y nacionalista que desdibuja los matices.
Lo que está claro, por el momento, es que Shamir militó también en el terrorismo heroico de la Palestina británica, que se opuso a la devolución del Sinaí y no abogaba en favor de la paz con Egipto. Le ha aupado probablemente el hecho de ser el preferido de Beguin, de cuya línea política se define como continuador. Pero, ¿qué línea es ésta ahora, cuando precisamente ha llegado a agotar todos sus recursos?
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