La 'guerra sucia' contra ETA comenzó tras el asesinato del expresidente de Gobierno Luis Carrero Blanco
La guerra sucia contra ETA se ha cobrado desde 1975, 14 víctimas mientras los etarras, en ese mismo período de tiempo, han cometido 568 asesinatos. Los comandos activos anti-ETA han estado formados generalmente por profesionales del crimen a sueldo, como antiguos miembros de la OAS (organización terrorista de apoyo a una Argelia francesa), y por especialistas de la policía, con el apoyo informativo, presumiblemente, de los servicios de seguridad, según altas fuentes policiales. El libro editado por EL PAIS Golpe Mortal relata el inicio de la guerra sucia y su precedente más importante: el asesinato de José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala, al día siguiente del quinto aniversario de la muerte del ex presidente del Gobierno franquista Luis Carrero Blanco, en el que el etarra participó activamente.
Los comandos anti-ETA comenzaron a formarse en el año 1975 como revulsivo del atentado contra Carrero Blanco, pero no fueron operativos hasta el año 1978. La guerra sucia se cobró su primera víctima el 2 de julio de ese año. A las 11.30 de ese día, domingo, el etarra Juan José Etxabe, de 40 años, y su esposa, Rosario Arregui, de 38, salían del establecimiento Etxabe Enea (Casa Etxabe) -lugar común de reunión de refugiados vascos en San Juan de Luz- Cuando entraron en el vehículo y se disponían a iniciar la marcha, fueron ametrallados desde otro vehículo, un Peugeot 604. La violencia del ametrallamiento fue tal que el cuerpo de Rosario Arregui quedó casi seccionado a la altura del abdomen. Recibió un total de 11 impactos de bala que le causaron la muerte instantánea. Juan José Etxabe recibió seis proyectiles y fue ingresado herido de gravedad en un hospital. Se salvó milagrosamente. La Triple A reivindicó el atentado.Seis meses después, el 21 de diciembre de 1978, tendría lugar el más espectacular de estos casos: la voladura de Argala. José Miguel Beflarán Ordeñana, Argala, era uno de los máximos dirigentes de la organización terrorista y el responsable del comando que asesinó a Carrero Blanco.
A las 9.30 de aquel día, Argala salió de su domicilio en la localidad francesa de Anglet, situada entre Bayona y Biarritz. Entró en su coche, accionó la llave de contacto y, al iniciar la marcha, el vehículo saltó por los aires hecho pedazos. La explosión fue de tal magnitud que los restos del coche se diseminaron en un radio de 100 metros. El cuerpo mutilado de Argala fue lanzado por los aires hasta caer detrás de la carrocería. Su muerte fue instantánea. Tenía 29 años.
"Espectacular eliminación"
El libro editado por EL PAIS Golpe Mortal relata que "alto cargos de la policía -evidente mente partidarios de mantener su anonimato- afirman que Argala fue asesinado por un grupo de especialistas de la policía'. Incluso un alto cargo militar en 1978 manifiesta que 'Argala fue eliminado por especialistas no ajenos a esferas policiales españolas. Otro alto cargo del Ministerio del Interior en aquellas fechas declara: 'Por aquel entonces, los responsables de los departamentos francés y español mantuvimos varias entrevistas Dos de ellas secretas. Convinimos que las policías se arreglaran entre ellas y que los asuntos como la muerte de Argala no deben ser conocidos por los responsables de estos departamentos, los políticos no deben saber esas cosas, porque los político somos indiscretos y existen pro blemas de Estado que deben ser incontables'. Esta fuente añade que 'en la policía deben encontrarse diferentes espectros de personas: desde las que puedan intentar una negociación hasta las que puedan pegar un tiro".
"Su atentado se preparó con toda minuciosidad. Quienquiera que fuese, quería matar al etarra el mismo día que se cumplían cinco años exactos de la muerte de Carrero Blanco. La bomba -fabricada con material explosivo francés- había sido colocada a última hora- de la noche del 19 de diciembre, junto a la rueda izquierda de su vehículo, un Renault 5, de color naranja, matrícula 9586 RB 64. Pero, por alguna razón, hasta ahora desconocida, Argala no salió de su casa ese 20 de diciembre".
Golpe Mortal relata que "el atentado generó diversas hipótesis. Según una de ellas, el comando autor estaba compuesto por miembros de la OAS. Pero esto lo desmienten varios jefes de los servicios de la inteligencia militar española. Éstos, sin embargo, no niegan que 'en algunas ocasiones, miembros de aquella organización hayan colaborado con los servicios militares'. Es más, uno de los antiguos jefes del SECED ha declarado: '¡Hombre!, y espero que se siga manteniendo la colaboración'. En círculos de refugiados vascos, el atentado se consideró, en principio, obra de la ultraderecha española, que podía haber recibido apoyo de sus compañeros franceses".
Según fuentes policiales de toda solvencia, en el asesinato de Argala participaron un policía español, un policía francés y un especialista italiano contratado.
Ametrallamientos y bombas
La guerra sucia siguió cobrándose víctimas. El 25 de junio de 1979 era ametrallado, en Bayona, Enrique Korta. Cuatro días después era ametrallado, en París, Martín Eizaguirre. El 2 de agosto de ese mismo año era ametrallado en Anglet,Juan Lopategui, alias Patu. El 13 de octubre de ese año era también ametrallado, en Biarritz, Justo Elizarán. El Batallón Vasco Español secuestraba, en San Juan de Luz, el 11 de junio de 1980, a José María Etxebarría, alias Naparra. Desaparecería para siempre. En 1980, otros tres etarras caerían en la guerra sucia: Jean Pierre Arramendi, José Camio y José María Sagardia, los dos primeros ametrallados y el último muerto por una bomba. Desde esas fechas, la guerra sucia se paralizó durante tres años y no resurgió hasta ahora, con el desconocido GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación).
El 16 de octubre de 1983 desaparecerían de Bayona José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. No se ha vuelto a saber nada de ellos. Inmediatamente aparecería el autodenominado GAL y secuestraría durante 10 días a Segundo Marey, hombre ligado a los círculos de vascos españoles residentes en el sur de Francia y a quien, según fuentes policiales, "le intentaron sacar información fundamentalmente sobre personas, empresas y entidades que pagan el impuesto revolucionario a ETA, así como el destino de las cantidades económicas obtenidas por este sisterna".
Empresarios y banqueros
El 19 de diciembre, cuatro personas, armadas con pistolas, asesinaron a las 19.30 horas en el bar Caiette a Ramón Oñaederra Cacho, de 23 años, considerado por la policía como un miembro activo de ETA Militar. Según se ha podido saber, posiblemente, Ramón Ofiaederra fue sorprendido por un primer disparo a bocajarro y, ya herido, intentó enfrentarse a tiros con sus asesinos, que acabarían rematándole antes de huir en su vehículo.
El último de estos casos ocurrió el día 28 de diciembre de 1983. El miembro de ETA Militar Miguel Antonio Goikoetxea, alias Txapela, de 27 años, fue tiroteado por dos desconocidos en la urbanización Cité du Lac, de San Juan de Luz. El etarra, considerado como uno de los activistas más destacados de los comandos ¡legales de la organización, quedó clínicamente muerto y fallecería días después. Según medios policiales, Txapela había participado en 27 atentados con resultado mortal, entre ellos el de la inspectora del Cuerpo Superior de Policía María José García, ocurrido el 6 de junio de 1981 en la localidad guipuzcoana de Zarauz. El GAL reivindicó la acción.
Altas fuentes del Ministerio del Interior sospechan que el GAL está formado por especialistas del crimen contratados por empresarios y banqueros vascos, siempre contando con fuentes de información francesas, posiblemente miembros de algún cuerpo especial de seguridad.
Esta hipótesis concuerda con las declaraciones realizadas en noviembre de 1982 por Luis Olarra, presidente de la Confederación de Empresarios de Vizcaya, quien anunció un plan de "acción directa" contra el terrorismo. El proyecto, en el que se encontraban entonces comprometidos medio centenar de empresarios, se haría al margen de los cauces oficiales. Olarra manifestó en aquellas fechas que "todo eso de las manifestaciones y de los comunicados de condena por los atentados terroristas es algo superado, que no sirve para nada; de lo que se trata ahora es de llevar a cabo soluciones más drásticas, aunque desemboquen en situaciones que pudieran llegar a ser dramáticas".
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