No precisamente un Waldorf Astoria
Los 110 pescadores españoles de los 10 pesqueros todavía retenidos en el puerto de Casablanca se encuentran todos perfectamente bien, según declararon ellos mismos a EL PAIS. Los mismo ocurre con los 40 que se encuentran en el puerto de Tánger, de acuerdo con el testimonio de las autoridades españolas.Por supuesto, que hasta donde llega ese estar bien varía mucho según lo vean las autoridades españolas o los propios pescadores. El empleado del consulado de Casablanca que les atiende afirmaba: "Están bien, probablemente mejor que en el mar. Juegan a las cartas, comen y duermen. Pueden moverse libremente por el puerto y la ciudad si lo desean, ir a tomar una cerveza y están comunicados incluso con Onda pesquera, porque ni siquiera les han quitado los micrófonos de sus radios transistores. Aquí no tienen además que soportar el desagradable balanceo del barco en el mar".
La realidad dista bastante de esta visión. Los diez barcos españoles han sido reunidos por la marina maroquí al final del muelle civil y directamente al costado de las lonjas de pescado. Hablamos con varios patrones que ven la situación así: "La mayoría de los pesqueros aquí retenidos son propiedad de familias (el caso del Nyanga y Reos Galiano, entre otros) que saca el negocio adelante porque en el barco trabajan miembros de la familia. Vamos a la parte con el armador, y cuando estamos retenidos, como no trabajamos, pues no ganamos. Estamos incomunicados, porque nos han quitado los micrófonos de los radio transmisores desde el primer día. Tenemos libertad de movimientos, pero también es verdad que estamos totalmente indocumentados, porque las autoridades marroquíes o el consulado español no han pensado en extendemos un documento que acredite por qué estamos en Marruecos. Así, si en un bar o por la calle la policía nos pide la documentación, pues nos pueden incluso detener por falta de ellas".
De hecho, eso estuvo a punto de ocurrir el día 13 cuando varios patrones, cansados de que no les atendieran en el consulado de Casablanca, decidieron alquilar un taxi e ir a la embajada a Rabat. Al regreso, un policía les solicitó la documentación y, evidentemente, no pudieron justificar cómo habían entrado en Marruecos. Afortunadamente, la policía aceptó conducirles a la embajada de nuevo, en donde pudieron aclarar el caso.
Un pesquero parado en el, puerto junto a la lonja del pescado no es precisamente un Waldorf Astoria. La lonja despide todo el tiempo un olor pestilente, y los hombres han de moverse entre el barro lleno de cabezas y tripas de pescado. Los pescadores españoles sólo disponen para su aseo personal de la pileta de la lonja, donde también se lava y limpia el pescado.
Hace unos días se derrumbó una grúa del puerto, que mató a dos marroquíes y dañó a un mercante marroquí, a tan sólo 20 metros del Nyanga. La mayoría de los patrones llevaba consigo dinero para víveres suficientes para cinco o seis días. Ahora muchos de ellos, y debido a esta prolongada retención en un puerto, han agotado sus víveres y fondos. Los armadores les transfieren unas pesetas al consulado, y éste se las entrega en dirhams marroquíes, y así van tirando hasta que se les resuelva el caso.
Los más afectados por este paro involuntario son, por razones obvias, los pescadores. Un ayudante del Reos Galiano me dice: "Fíjese, vamos a la parte con los armadores, y, claro, no trabajar significa no comer. Y esto precisamente ahora en que comienzan los colegios y hay que hacer más gastos para comprar los materiales que necesitan los chiquillos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.