El aImirante Liberal y el silencio del Gobierno
Las críticas que han suscitado las declaraciones del almirante Ángel Liberal, que en distintas intervenciones se pronunció en contra de una posible opción neutralista de España, son asumidas por el autor de este trabajo desde su adscripción comunista, pero en su opinión es más significativo el silencio guardado por el Gobierno socialista a este respecto. Y sobre esta tesis de la neutralidad imposible para España señala como antecedente un anterior trabajo del mismo almirante jefe de la JEMAD aparecido en el mes de mayo pasado.
A veces resulta ingrato asumir el papel de acusador de un miembro de una institución para salvaguardar precisamente la imagen de esa institución. Pero la crítica a las palabras del almirante Liberal, que cuestiona injustamente el patriotismo de millones de españoles, no empece señalar por elevación la principal responsabilidad del Gobierno, cuyo silencio parece en todo caso interesado. Es verdaderamente preocupante que tengamos que exigir el cumplimiento de la legalidad democrática por omisión del Gobierno. Es verdaderamente grave que este Gobierno intente instrumentalizar a las Fuerzas Armadas para no tener que arrostrar ante la opinión pública el gravísimo desgaste que supone el incumplimiento de su programa electoral.La honradez y la ética exigen dar la cara sin intermediarios cualificados en quien escudarse, sacando a la luz todos los datos que le han llevado a cambiar su actitud, abriendo de una vez el gran debate nacional sobre nuestro modelo de defensa.
Pero si el Gobierno espera que situaciones como éstas nos lleven a un enfrentamiento con el Ejército, pierde su tiempo; antes al contrario, seguiremos trabajando para que esa frase tantas veces manipulada del acercamiento entre el pueblo y sus Fuerzas Armadas tenga verdadero sentido, a pesar de que la política proatlantista del Ejecutivo sólo genera antimilitarismo en la sociedad. Convendría recordar a los que tienen frágil memoria que el proceso de transición democrática no hubiese sido posible sin la dosis de responsabilidad de nuestro partido aceptando una bandera y defendiendo una Constitución democrática de cuyos principios e instituciones somos firmes defensores.
Las manifestaciones del almirante Liberal con motivo de la Pascua Militar son poco prudentes en la medida que generan tensiones innecesarias en la vida pública del país, irreflexivas en el mejor de los casos y desde luego irregulares desde el punto de vista jurídico, con notoria extralimitación de competencias, dado que la dirección de la política de Defensa corresponde al presidente del Gobierno y por delegación al ministro de Defensa, sin que entre las funciones del JEMAD, previstas en el artículo 11 bis, apartado 7, de la ley orgánica por la que se regulan los criterios básicos de la defensa nacional y la organización militar, se encuentre la facultad de emitir opiniones sobre opciones políticas concretas, prohibición reiterada a todos los militares por el artículo 182 de las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas.
El ordenamiento constitucional es muy claro en materia de participación de los militares en las actividades políticas, y las manifestaciones de apoyo a una opción neutral o a una opción atlantista son estrictamente políticas. Quien quiera ejercitar lícitamente ese derecho, que la Constitución ampara a todos los españoles en su condición de civiles, no tiene más que solicitar su pase a la reserva. No hacerlo así supone un daño irreparable a la imagen de las Fuerzas Armadas ante la sociedad.
Un antecedente
Para enjuiciar las palabras del almirante referentes a la imposibilidad de la neutralidad, que, según él, supone el suicidio de la sociedad, imputando a sus defensores que carecemos de espíritu de defensa nacional, se hace necesario acudir al antecedente más inmediato, que no es otro que una colaboración especial del almirante Liberal en la Revista General de Marina publicada en mayo de 1984 bajo el título "El enfrentamiento Este-Oeste". En él se contienen los elementos de juicio indispensables para, comprender sus recientes declaraciones.
Comienza el almirante constatando "una paradoja: el bloque occidental tiene como apoyo ideológico que le da fuerza y coherencia, unos principios que son simultánearnente las fisuras más importantes para que el bloque soviético erosione la resistencia de la OTAN", mencionando a continuación "los factores políticos que constituyen hoy en día vulnerabilidad de Occidente, aunque sean al mismo tiempo elementos fundamentales de su. filosofía", que son básicamente: "a) libertad de información, b) el pacifismo, e) el antimilitarismo, d) la ecología, e) los Estados de derecho, f) las elecciones y
g) la economía".
Resulta verdaderamente paradójico que lo que en líneas generales constituye precisamente la verdadera fortaleza moral del mundo occidental sea considerado como una debilidad por el almirante, y en cambio no incluya en su catálogo el paro, la injusticia social o la claudicante sumisión incondicional al aliado americano.
Dice el almirante que "los que fomentan el pacifismo patrocinan sistemáticamente todo lo que disminuya la cantidad, calidad y capacidad de las Fuerzas Armadas". Eso no es verdad, es totalmente falso; nuestro partido tiene entre sus metas fundamentales la búsqueda de la paz y, en consecuencia, apoya decididamente el movimiento pacifista, pero al mismo tiempo nunca ha negado su apoyo parlamentario a los presupuestos de defensa, incluso a la ley de Dotaciones Presupuestarias de julio de 1982, y ahí están los diarios de sesiones del Congreso para demostrarlo. Pero confieso que nos equivocamos dando nuestro apoyo a esta última, ley: dimos un cheque en blanco en la creencia de que los programas de defensa iban a discutirse, y ese debate ha sido sistemáticamente escamoteado, primero por la UCD y ahora con el PSOE.
Nosotros no somos antimilitaristas; lo único que ocurre es que no estamos de acuerdo con el modelo de defensa, que se nos quiere imponer, porque precisamente defendemos un proyecto de defensa alternativo que sin duda sería mucho más económico y eficaz para España.
Nos preocupa que los programas de adquisición de armamento estén sobredimensionados para nuestras estrictas necesidades defensivas. Nos preocupa sobre todo que obedezcan a presiones exteriores y doctrinas militares foráneas. Nuestra crítica a los gastos militares no es genérica -desgraciadamente, la neutralidad desarmada, es una utopía-; nuestra crítica se condensa en una sola idea: se gasta mucho y, sobre todo, se gasta mal. Pero, sobre todo, la mayor crítica que se puede hacer a una política de defensa basada en nuestra inclusión en la Alianza Atlántica es que carece de respaldo popular: apenas un 15% de la población defiende la integración militar.
Y no se olvide que una política de defensa impuesta contra el sentir mayoritario de los españoles es una política que nace muerta y, lo que es más grave, es una política impuesta que genera precisamente lo que en principio se dice querer evitar: antimilitarismo.
Ejemplo al revés
La historia está llena de ejemplos, algunos de ellos muy recientes, donde se demuestra que el armamento avanzado y la tecnología más sofisticada son absolutamente inútiles sin un soporte humano convencido de la justicia de su causa; si no, sería inexplicable la derrota del gigante americano a manos del pueblo vietnamita.
El problema de la defensa en España, a tenor de lo dicho por el JEMAD en la Pascua Militar, es que, "a diferencia de los países del mundo en el que estamos inmersos, nos resistimos a percibir el estímulo de la amenaza a nuestra existencia independiente y libre". Un agudo artículo de Manuel Vicent, titulado Herejes y publicado en la última página de EL PAIS del miércoles 9 de enero, me ahorra replicar tal aseveración; quizá la respuesta más contundente la proporciona el coronel de artillería Alberto Piris cuando, en su recien te artículo Defensa para modestos, analiza esa percepción al señalar acertadamente que: "Arrastrados por la Alianza que los engloba, esos países modestos apenas pue den decidir qué es lo que desean defender... Forzadamente acep tan a veces un enemigo que no es el suyo y utilizan sistemas defensi vos costosos y a la vez ineficaces por la escasez generalizada de sus medios materiales. Parecería como si el país hegemónico, al im poner sus puntos de vista a los aliados secundarios, ejerciese a la vez su doble condición de aliado y dominante y desviara hacia otro enemigo -su propio enemigo po tencial- la inevitable sensación de hostilidad que suele crear su in tromisión en la soberanía del aliado, no sólo en el aspecto defensivo, sino también en los campos político, económico e incluso cultural".
Para terminar, una referencia inexcusable al desafortunado decreto por el que se prorroga la edad de pase a la situación B de los miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM). Tal decreto, al que únicamente los comunistas nos opusimos en el Parlamento, aparte de su manifiesta ilegalidad constitucional por vulnerar disposiciones de rango superior (artículo 5 de la ley de Reserva Activa y artículo 11, apartado 5º A, de la ley orgánica por la que se regulan los criterios básicos de la defensa nacional y de la organización militar) supone un agravio comparativo para el resto de los españoles civiles (política de jubilaciones anticipadas) y militares (adelanto de edades del retiro en la ley de Reserva Activa), creando problemas graves de escalafonamiento, y, lo que es peor, se podía haber obtenido el mismo fin (permanencia de cuatro años en sus puestos de la JUJEM), sin ninguno de los inconvenientes, por el sencillo procedimiento de promocionar a vicealmirantes y generales de división mucho más jóvenes en lugar de envejecer la cúpula militar.
es miembro del Comité Central del PCE y presidente de su comisión de defensa.
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