_
_
_
_

Praga, gótico, barroco... y Carta 77

Leo que en Praga ha sido detenido Vaclac Havel, autor dramático, por ser uno de los antiguos firmantes de la Carta 77, que ahora intentaba firmar públicamente otra: la que recordara -criticándola, claro-, la invasión soviética ocurrida en agosto de 1968.Qué pena que ensucien con política represiva una de las capitales más bellas de Europa, si no la más bella... Puerta de San Carlos, torre de la Pólvora, San Esteban, San Ignacio, sala española del castillo... (donde no hay gótico, hay barroco), una Praga que en los últimos tiempos -estuve en 1983- mostraba una clara intención de volver a la normalidad, con mejores condiciones viajeras para los nativos que una vez cada tres años obtenían, oficialmente, divisas para el.viaje; igualmente se observaba una mayor oferta de alimentos y electrodomésticos, que, a nivel de hoteles y restaurantes, les había proporcionado un refinamiento en la cocina como no se soñaba en ocasión de mi segunda visita, en 1977. Al parecer, se trataba de una normalidad sólo material, la ciudad se había puesto en apariencia a la altura de las occidentales, pero en el fondo seguía latente una tendencia oriental a sujetar a la masa, que ha aflorado precisamente en estos días.

Año 1977... Fue entonces cuando surgió esa famosa carta firmada por unas 600 personalidades del arte y de las letras y que en sus dos últimas cifras quería marcar una fecha que ambicionaba histórica, una fecha en la que por vez primera desde la caída de Dubcek se intentaba volver al comunismo de rostro humano que aquel político bien intencionado había intentado en la famosa primavera de Praga y que acabó aplastada -nunca un símil ha conseguido ser tan lírico como exacto- por las cadenas de los tanques soviéticos.

En ese 1977 oí hablar por vez primera de, Vaclac Havel, no porque le dejaran expresarse públicamente, sino porque públicamente le atacaban, un fenómeno parecido, ese del Gobierno beligerante contra un escritor, a lo que ocurría aquí durante el franquismo. De pronto, la Prensa oficial, que obligatoriamente era casi toda, atacaba duramente a un escritor extranjero o español del exilio cuyas manifestaciones habían despertado la ira de los jerarcas, pero, como nos daban la respuesta sin dejarnos leer las preguntas, nos quedábamos absolutamente desconcertados al leer las definiciones de "falso intelectual" o "exageradamente elogiado por los suyos", al tratarse de un fulano de tal enemigo de España... (es decir, del régimen español).

Igualmente en la Checoslovaquia de hoy. En su opúsculo En el nombre del socialismo; contra los agentes de la diversión y los suplantadores (Orbis, Praga, 1.977), el partido actuaba exactamente como el Movimiento de los años cincuenta. Lo primero que se hace contra un enemigo ideológico es desprestigiarlo intelectualmente para que su oposición pierda importancia. Si no tiene, peso, ya no hay que hacerle demasiado caso. En el caso de Havel, el anónimo impugnador de su fama aceptaba que sus obras teatrales se representasen en Broadway, pero añadía inmediatamente: "Claro que en Broadway se encuentra de todo, desde vulgares cabarets hasta estupendos conjuntos teatrales... Havel sólo pudo colocarse en una posición intermedia, y eso con ayuda de todos sus amigos y amigas", eufemismo con que se alude a los agentes de la CIA, siempre dispuestos a sabotear a los regímenes comunistas ayudando a sus enemigos políticos.

La misma actitud despectiva tomaron las autoridades de entonces con otro autor teatral y firmante llamado Pavell Kohut. Su triunfo en los teatros de París (Pobre asesino fue uno de ellos, interpretado por Claude Rich) era considerado por los autores del folleto oficial como fruto de una campaña de los anticomunistas del mundo. Nunca pude imaginar que la CIA o el Deuxième Bureau pudieran conseguir con su influencia satánica lo que no logran las entradas a mitad de precio de las empresas teatrales españolas, es decir, llenar unos locales donde se representa algo que no gusta a nadie.

¿Echa de menos la Checoslovaquia de hoy la experiencia de Dubcek? En términos generales, creo que Occidente le da mayor importancia material -la espiritual sigue vigente- a las voces de los disidentes, tanto en Praga como en Budapest o Moscú. Se trata siempre de una minoría acallada más eficazmente en el interior que en el exterior y cuya influencia es, me temo, bastante relativa. Las sociedades se acomodan más o menos gustosamente a las realidades, y si éstas, desde el punto de vista de las condiciones materiales, han mejorado, lo que evidentemente ocurre en Checoslovaquia, los sueños liberales quedan reducidos a eso, a sueños. Aunque, como en este caso, un grupo de intelectuales se empeñe en considerar que la libertad de pensar y hablar es más importante que la cesta de la compra. Y que el Estado, a su vez, olvide sus tímidas promesas de ampliar criterios y los meta en la cárcel. Como a Havel, que después de todo, "tampoco es tan gran escritor como dicen los de la derecha".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_