De lord Byron al turismo masivo
Los balnearios españoles se replantean su futuro para remontar la crisis que les afecta
Alejandro Dumas, Rilke, lord Byron y Eugenia de Montijo fueron algunos de los personajes que escogieron los balnearios españoles para pasar temporadas de descanso. Pero el tiempo de los veraneos y reposos de los ilustres ya no existe; ahora, las estaciones termales, a las que sólo acuden enfermos y ancianos, están desapareciendo. Las Jornadas de Turismo Termal, celebradas del 21 al 23 de mayo en Archena (Murcia) -asistieron 130 representantes de balnearios españoles-, han puesto de manifiesto la necesidad de revitalizar estos centros como han hecho otros países europeos, que han conseguido ponerlos de moda entre los jóvenes.
Según un estudio realizado por la Secretaría General de Turismo -organizadora, junto con el Gobierno murciano, de las jornadas-, la edad media de los usuarios de los balnearios españoles se sitúa en los 57 años. La mayor parte de la clientela que acude a estos centros para "tomar aguas o baños" es por problemas de salud. En 1930, había en España 168 estaciones termales, de las que hoy se mantienen abiertas 92; pero la riqueza minero-medicinal de las aguas españolas es mucho más amplia: existen 200 fuentes, aunque sólo se explote un centenar. La Administración pretende en la actualidad potenciar este tipo de centros para "paliar el problema de la concentración del turismo de España en el sol y playa"; por ello, se intenta potenciar el llamado turismo sectorial, en el que se encuentra el termal, junto con el de nieve o el cinegético, entre otros.Desde los tiempos más antiguos, son conocidas por el hombre las propiedades de las aguas de determinadas fuentes, a las que acudía para sanar de enfermedades. Romanos y árabes ya apreciaron las propiedades de las aguas españolas. Casi todos los balnearios nacionales se construyeron en el siglo XIX, y a pesar de que la mayoría han reformado recientemente sus instalaciones, la imagen que se sigue teniendo de ellos es de decadencia y abandono.
Según el estudio de la Secretaría General de Turismo, el "agüista" (denominación que se le da al que toma las aguas) de hoy pretende combinar su necesidad de recuperación física y mental con una vacación distraída y atractiva. No quiere sacrificar sus días de permiso en un lugar que no le ofrezca posibilidades de diversión, a través de manifestaciones artísticas o culturales, de disfrute de la naturaleza o práctica del deporte.
Durante las jornadas se anunció la convocatoria por parte de la Administración de un concurso de crédito turístico para la modernización de balnearios y estaciones termales por un total de 700 millones de pesetas. Pero los empresarios reclaman, además de las ayudas, un tratamiento fiscal acorde con la función social y sanitaria que realizan los balnearios, ya que tienen que gravar al cliente con el 12% del IVA en los servicios específicamente médicos.
Junto con la curativa, la labor preventiva podría ser la salida de estas empresas, como ocurre en Portugal, donde desde hace cinco años las curas termales están incluidas en la Seguridad Social. Una de las ponencias presentaba también el papel que pueden jugar estos establecimientos en la lucha contra el absentismo laboral por enfermedad. Las cifras ofrecidas evidencian que sale más barato pagar una cura termal que los gastos que suponen la sustitución y baja de un trabajador. Por ejemplo, Suiza, con una población de siete millones de habitantes, pierde al año 700 millones de francos en jornadas laborales por bajas debidas a afecciones reumáticas, una de las enfermedades por las que actualmente se acude más a los balnearios.
También los Gobiernos de los países del Este incluyen entre las prestaciones ofrecidas por sus administraciones sanitarias la cura en establecimientos hidroterapéuticos. En las conclusiones de las jornadas de turismo termal se solicita que se incluya en los estudios de los futuros doctores la hidroterapia médica.
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