Nada
No hay aviones, ni trenes, ni médicos, ni clases en la Universidad... Atravieso media España en un coche alquilado para poder volver a casa y escucho por la radio los estertores de la moción de censura. ¿Quién te ha metido en este lío, Hernández Mancha? Felipe González ha dicho que esperaba algo, pero que estábamos ante la evidencia de la nada. Evidencia compartida. Nada nuevo en las palabras del candidato de la derecha, nada nuevo en las palabras de Felipe González, y ante ese horizonte de nadas, la protesta social empieza a ser algo m s que una erupción de primavera. Es un síntoma de un profundo malestar social debido a la sabiduría interiorizada de que nada puede esperarse.Este desarrollado capitalismo español está poco desarrollado. Este estado asistencial asiste poco y promete asistir menos cuando se vayan incorporando al paro más jóvenes y a la jubilación más viejos. Parecido problema tienen en otros países industriales, pero parten de economías más asentadas y veraces y aún no se nota la impotencia integradora del sistema. Para demostrar la capacidad integradora del sistema gestionado por la socialdemocracia siempre se cita el caso de Suecia, país en el que hay pocos suecos y muchos impuestos.
¿Qué proyecto social tiene el Gobierno socialista a la vista de que su política económica no estimula el mercado de trabajo? ¿Hasta cuándo y hasta cuánto podrá mantener los niveles asistenciales que exigirá ese escandaloso ejército de parados y frustrados? ¿Lo tratará simplemente como un problema de orden público? Ya sabemos ahora que el señor Hernández Mancha lleva el neoliberalismo más puro y descarnado en su cartera de pretendiente, pero tampoco en la cartera del señor González hay mucho más que nada. Hay muy poco: entre la nada y el algo. La impresión de que éste era un país céntrico, centrista y centrado la habíamos creado los instalados, sea en un despacho ministerial, sea en una columna de periódico. La calle está diciendo no y nada. Terrible el momento en que diga: nadie.
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