Noche de Retiro
Uno de septiembre, noche. En el Retiro oscuro, parque-urbano-no-transitable-cuidado-los-atracos, unas luces han brillado para defender la fantasía. Más voluntad que realidad su identidad, auténtico castillo en el aire refugiado en la noche que, consoladora, oculta desconchones y construye ese ausente teatro en la mente.Gritos infantiles al llegar, ¡detrás!, ¡a la izquierda! (el caballero no veía el dragón amenazador), te guiaban al desvalido Teatro de Títeres. La sonrisa ante la excitación infantil cedió el paso a la propia, brotando esa maravillosa ingenuidad que arranca los gritos, las palmas y el brillo de las bombillas de colores en los ojos de quienes, casi por azar, llegamos al Maratón de títeres.
Mi agradecimiento por esa noche de luz al final del verano y el más ilusionado apoyo a ese ejército de muñecos de cartón-piedra, de trapo y de carne y hueso que con ya cansado afán lucha por un teatro permanente de títeres en Madrid-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.