Comedia insulsa
John Hugues es un cineasta que acapara los campos de la creación y producción de la mayoría de sus películas: Sixteen candles, El club de los cinco, La mujer explosiva, La chica de rosa y Todo un día son sus títulos anteriores al presente estreno, al que seguirá She's having a baby.Director que cuida la elección de sus actores con meticulosidad -su comienzo en el cine fue como encargado de casting-, ha elegido el género de la comedia para sus trabajos filmicos. Mejor solo que mal acompañado, cuyo descriptivo título original era Planes, trains and automobiles, relaciona en su comienzo a dos seres muy diferenciados: un ejecutivo metódico (Steve Martin) y un vendedor bonachón y pesado (Jonh Candy). Compañeros de viaje forzoso, desde Nueva York hasta Chicago, atravesando Kansas y Wisconsin, con múltiples peripecias que les harán utilizar varios medios de transporte, intentarán llegar a tiempo para asistir a la cena familiar del Día de Acción de Gracias.
Mejor sólo que mal acompañado
Dirección y guión: John Hugues. Fotografía: Don Peterman. Música: Ira Newborn. Producción: John Hugues. Estados Unidos, 1987. Intérpretes: Steve Martin, John Candy, William Windom, Lyman Ward, Laila Robins, Matthew Lawrence, Michael McKean, Eddie McClurg, Martin Ferrero, Dylan Baker, Ben Stein, George O. Petrie. Salas de estreno en Madrid: cines Lope de Vega, Benlliure, Novedades y Cartago.
Apoyado en los trabajos de los dos cómicos, cuyo protagonismo es constante, siendo los demás actores meros comparsas, el filme utiliza un clásico recurso de la pareja gordo-flaco, y ofrece la novedad, en los trabajos filmicos de Steve Martin estrenados en España, de que aquí comparte su omnipresencia en la narración con otro actor.
El conflicto que surge de la dispar idiosincrasia de ambos personajes alimenta un guión que busca la comicidad, no siempre con acierto en sus resultados, que recurre a la ternura en un mensaje solidario que denuncia el egoísmo y cae en el ternurismo blandengue y descafeinado.
Como en todas las películas donde aparece Steve Martin, siempre brotará la duda de si el guión no le es adecuado, o sobre sus limitaciones interpretativas. En esta ocasión, la presencia del gordinflón John Candy, con más papel, le gana la partida, aunque tampoco esto signifique mucho. La reiteración de las situaciones y el brusco cambio de actitud final, muy propio del siente un pobre a su mesa, no ayudan a elevar el tono de esta comedia prescindible, que no acaba de definirse entre las combinaciones a que puedan dar lugar la sensiblería y la más pura y disparatada comicidad destructiva, debilitándose su ritmo por la aparición de escenas que son mero pretexto para el sketch.
Babelia
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