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Amenazada por el agua

Alicante teme a las lluvias y ve cómo la salinización de los acuíferos enfrenta a sus comarcas

Alicante, la quinta provincia española en producto interior bruto, tiene su futuro amenazado por el agua. Los temporales de lluvia de cada otoño dejan su huella, con pérdidas humanas y daños en infraestructuras públicas y bienes privados. En verano, el litoral y las zonas agrícolas de regadío padecen sed. Unos luchan por evitar que el creciente flujo de visitantes cambie de destino. Los otros, más pequeños y con economías de subsistencia agrícola, se aferran a derechos milenarios para mantener su capital de futuro. Mientras tanto, la erosión avanza a paso firme.

No faltan enfrentamientos entre poblaciones que carecen de agua y tratan de conseguirla en pueblos del interior ajenos al millonario negocio turístico. Cada verano, la Guardia Civil tiene que encargarse de apaciguar ánimos caldeados de regantes o proteger conducciones que desde el interior abastecen localidades costeras.En la conciencia colectiva se mantiene aquéllo de que "un vaso de agua no se niega a nadie". Sin embargo, si usted lo pide en cualquier bar de Denia, Jávea, Moraira o Calpe, el camarero le recordará que es salobre. Deberá entonces hacerse el ánimo de pagar su botella de agua mineral.

Millones de turistas se encuentran cada año con agua salada no sólo en el mar, sino en servicios de hoteles y apartamentos. Los acuíferos que abastecen al 70% de la población de la provincia están sobreexplotados y sufren un avanzado proceso de salinización.

Expertos en desertización aseguran que la mitad del territorio provincial está sometido a un fuerte proceso de erosión, con pérdidas de suelo cuatro veces superiores a las consideradas como "admisibles" por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Unesco. Según los informes técnicos oficiales, este panorama sólo puede resolverse mediante el trasvase de agua procedente del río Júcar, desde Valencia y con la ampliación de los caudales del trasvase Tajo-Segura.

Algunas soluciones parciales se han puesto en marcha, sin embargo, con graves dificultades. Mientras los municipios del área de influencia de Benidorm reparten sus recursos a través de un consorcio comarcal, en la comarca de la Marina Alta no hay acuerdo entre Poblaciones costeras y del interior.

El anunciado trasvase de caudales desde Lorcha, a más de 40 kilómetros de distancia de Denia, está en el aire. La inversión prevista es de 3.000 millones de pesetas, pero la Confederación Hidrográfica del Júcar ha atendido las reclamaciones de los pueblos de la comarca de la Safor, limítrofes con Denia, y sólo está dispuesta a enviar 130 litros por segundo desde Lorcha, lo que no justifica la inversión a realizar.

Solidaridad

"Alicante va camino de convertirse en un desierto en medio de provincias con agua abundante, y necesitamos la solidaridad de los vecinos para no ver comprometido nuestro futuro", afirma Antonio Fernández Valenzuela, presidente de la diputación. Una denominada Comisión Provincial del Agua que agrupa a representantes políticos, empresariales, sindicales y de los agricultores, realiza estudios para defender las aspiraciones alicantinas en el próximo Plan Hidrológico Nacional. La comisión espera que en septiembre se conozca el anteproyecto de trasvase Júcar-La Marinas-Vinalopó, encargada por el MOPU, para presentar alegaciones. Las estimaciones actuales evalúan en más de 18.000 millones la inversión necesaria para esta obra. El trasvase tiene por objeto llevar agua a las zonas turísticas con escasos caudales y alto índice de salinización en su pozos y a la zona del Vinalopó donde los agricultores riegan con agua escasa y de muy baja calidad por la que han llegado pagar precios superiores a la 15.000 pesetas la hora. Para el sur de la provincia, con un gran desarrollo de regadíos en la vega baja y un importante crecimiento turístico entre Torrevieja y el límite con la provincia de Murcia, los caudales que se reciben del Tajo no cubren las necesidades mínimas. Además, informes de la universidad de Alicante señalan que el "suelo de la vega sufre una pérdida de calidad por la salinización de los sobrantes del río Segura que se reutilizan sucesivamente en aquellos riegos tradicionales a los que no alcanza el trasvase, lo que amenaza el futuro agrícola de la comarca".Las aguas del Segura bajan muy contaminadas. "Lamentablemente, estamos acostumbrados ya a regar con mierda", confiesa uno de los alcaldes afectados. Sólo esta comarca tiene un déficit de 108 hectómetros cúbicos al año. Toda la provincia necesita, según los técnicos, 300.

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