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El fin de una etapa

S. A., El proceso de reformas institucionales parece haber terminado después de una década de profundas transformaciones operadas dentro del sistema financiero español. El Banco de España, a partir de ahora, tendrá poco que ver con el que ha sido durante los últimos 10 años de la economía española.

Los problemas por venir van a ser muy distintos a la luz de la integración de España en la Comunidad Europea (CE), ya que la crisis bancaria parece haber terminado completamente, y sobre todo se han instrumentado los mecanismos suficientes para conocer con antelación el surgimiento de nuevos problemas que puedieran plantearse en un momento determinado.

Las fusiones bancarias, que durante unos meses han constituido una parte sustancial del trabajo llevado a cabo por el banco emisor y que alcanzaron su punto más alto durante este año, parecen culminadas, al menos formalmente, y por esa vía tampoco parece que vayan a surgir nuevas sorpresas.

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Algo similar ocurre con la mayor parte del área de operaciones -salvo la creación del mercado de futuros-, ya que la compraventa de títulos públicos a medio y largo plazo es ya una realidad, y lo único que puede ocurrir es que el mercado se vaya ensanchando, como es lógico, y que llegue a crearse un mercado para la renta fija del sector privado que está empezando todavía.

Hacia la unión monetaria

Cerrados, por tanto, los temas de reforma de las estructuras del sistema financiero, queda por definir aún el papel de la peseta en los mercados internacionales a la vista de su probable integración plena en el Sistema Monetario Europeo (SME) y el camino hacia la unión monetaria europea, a cuyo respecto todavía no se ha dicho la última palabra.

En cualquier caso, ésta puede ser la vía, en opinión de los distintos expertos consultados, por la que el Banco de España puede volver a representar un papel esencial en el conjunto de la economía española. Todo ello, al margen de que la autoridad monetaria mantenga sus tradicionales posiciones críticas sobre el nivel del gasto público y la necesidad de reducir el fuerte déficit que en los últimos años ha caracterizado la evolución presupuestaria y ha condicionado la política monetaria.

Pero mientras la integración en el Sistema Monetario Europeo parece relativamente cerca, aunque haya que esperar el mejor momento posible tanto desde un punto de vista económico como político, el camino que lleva hasta la unión monetaria parece mucho más alejado en el tiempo, a pesar de los intentos de avances que algunas naciones de la Comunidad Europea vienen realizando desde hace ya varios meses.

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