Cómo descubrir un circo romano con la ayuda de fotografías aéreas y vuelos de dron
Arkikus, la firma dedicada a las reconstrucciones virtuales de patrimonio histórico, ha realizado importantes hallazgos en el principal yacimiento romano de Euskadi
El encargo no tenía nada que ver con lo que finalmente se descubrió. A la empresa Arkikus la había contratado la Diputación foral de Álava para realizar la reconstrucción virtual del mercado de la ciudad de Iruña-Veleia, el yacimiento de época romana más importante de Euskadi ubicado en las proximidades de Vitoria. Como era habitual cuando tenían que diseñar una aplicación de reconstrucción digital, una de las tareas era revisar los repositorios públicos que hay de fotografías aéreas (conocidas como ortofotos) para analizar, en este caso, la zona del mercado y su entorno, e ir preparando los modelos 3D del terreno. Y en ese vistazo surgieron las primeras pistas. “Repasando las fotografías de diferentes años sobre los campos de cultivo de alrededor, se veían algunas formas que no se correspondían con formaciones naturales”, explica Iker Ordoño, arquitecto en Arkikus.
Lo que vio Ordoño fueron dos largas líneas paralelas, “casi como segmentadas en cuadrículas”, que no seguían el trazado abierto por los tractores al arar y sembrar la tierra. Y se repetían en años “discontinuos”. La hierba no crece igual en los lugares bajo los que se esconden construcciones. Pero llegar a verlo podía depender de la época del año y otros factores. Iker Ordoño había estudiado urbanismo clásico en la carrera de Arquitectura y había visitado muchos yacimientos: tenía un runrún en la cabeza. Se lo comentó a su hermano Javier, arqueólogo y otros de los cuatro fundadores de Arkikus junto a Arantxa Satrustegi y Gonzalo Álava. “Aquí hay algo fijo, las líneas son muy largas”, le contestó. Los dos andaban revisando las imágenes e Iker lanzó una hipótesis. “Yo creo que es un circo romano”. Había que mandar un dron a comprobarlo y las imágenes que se obtuvieron apuntaban en la misma dirección.
Y así, lo que había empezado siendo una aplicación para móviles sobre el mercado romano de Iruña-Veleia derivó en un encargo de la Diputación alavesa para la revisión sistemática de la superficie del yacimiento a través de fotografías aéreas históricas y modernas, cartografía LiDAR e imágenes obtenidas con drones. Se cubrió una superficie de 251 hectáreas y no solo se vislumbró el circo romano, también aparecieron marcas en el suelo de otras muchas construcciones hasta ahora desconocidas en Iruña-Veleia. “Encontramos gran parte de un urbanismo cuidado y organizado que contaba con edificios de culto, plazas, baños públicos, casas privadas, espacios funerarios o vías comerciales”, relata Javier Ordoño.
Hallazgo significativo
El descubrimiento más destacado, en todo caso, ha sido el circo romano de 280 metros de longitud por 72 de anchura. Allí se celebraban carreras de carros tirados por caballos que, en unas primeras estimaciones, podrían acoger a unos 5.000 espectadores. Se trata del tercer circo romano conocido más importante del norte de la Península después de los de Tarraco y Calagurris, y el más destacado de los que no están ocultos por edificaciones actuales. Eso sí, todos estos hallazgos hechos públicos el pasado verano tienen que confirmarse ahora sobre el terreno, mediante las catas que va a realizar la Diputación alavesa.
Antes de esta revelación, Arkikus ya había revisado con éxito la comarca de la Llanada Alavesa tras la pista de estructuras megalíticas prehistóricas. Ahora el Gobierno vasco les ha concedido ayudas para poder aplicar nuevas tecnologías que permitirán visionar extensiones de terreno a mayor escala y más rápido. “Sin tener que dejarnos los ojos”, apostilla Iker Ordoño. Y posiblemente tengan acceso a nuevas imágenes satelitales de toda Euskadi para seguir con sus indagaciones. A diferencia de las ortofotos, que se sacan una vez al año, las imágenes de los satélites son casi diarias. Las posibilidades de ver algo se multiplican.
El cometido principal de Arkikus, en todo caso, sigue siendo el de las reconstrucciones virtuales del patrimonio de cualquier época. “Ofrecemos estas reconstrucciones a través de aplicaciones móviles o aplicaciones web, siempre con la idea de que sea el propio visitante el que lleve la tecnología en el bolsillo, en su móvil, a los yacimientos arqueológicos o lugares históricos”, detalla Javier Ordoño. En el caso de Iruña-Veleia, el visitante llega a la zona del mercado —del que solo queda el arranque de los muros—, saca el móvil, abre la aplicación y ve “una reconstrucción hiperrealista con rigor documental e histórico” de cómo era el espacio en la época romana. “Permite viajar al pasado como si fuese una máquina del tiempo”, concluye.
Arkikus recibió el premio Hispania Nostra en 2020 por la reconstrucción virtual del castillo de San Vicente de la Sonsierra (La Rioja) y ha sido finalista en los galardones The AppTourism Awards de Fitur 2019 por su trabajo en el Convento de Santa Catalina (Iruña de Oca, Álava), entre otros reconocimientos. “Se nos conoce más por el tema de la recreación en 3D, pero la idea es que nuestro cometido sea más transversal en aplicar nuevas técnicas para poner en valor el patrimonio histórico”, apostilla Iker Ordoño.
Inspiración en Machu Picchu
Iker Ordoño y Arantxa Satrustegui eran pareja y llevaban tres años viviendo en Chile cuando decidieron que era hora de volver a casa. Habían llegado al país andino después de terminar la carrera de Arquitectura en uno de los peores momentos para la profesión de las últimas décadas: 2012, plena Gran Recesión. Pero antes de volver se echaron las mochilas a la espalda y viajaron durante meses por Sudamérica. Fue en Machu Picchu donde surgió la idea.
Ordoño ya trabajaba en recreaciones en 3D para edificios aún no ejecutados. “Lo que hacen los arquitectos, vamos”. Y mientras esperaban a su guía en el yacimiento peruano la idea empezó a tomar forma. “Imagínate que pudiéramos ver cómo era esto en el pasado”. La chispa ya se había encendido. De vuelta a España, Satrustegui recaló en la Universidad Complutense de Madrid para hacer un máster sobre arquitectura social y participativa, y sin más pretensiones presentaron la idea a un concurso de emprendimiento que organizaba la universidad. Ganaron. Era 2016, el principio de Arkikus.
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