El cierre de las barricadas
La mayoría de los trabajadores vascos afectados por la reconversión estarán jubilados en 1990
Más de 16.000 trabajadores vascos sufrieron las consecuencias de la reconversión industrial iniciada en 1985. Durante estos años el colectivo se ha acogido a los fondos de promoción de empleo con la esperanza de encontrar otro trabajo o cobrar una indemnización. Casi el 90% de estos operarios disfrutan en la actualidad de las prestaciones de la jubilación. La media de edad de las plantillas y la incapacidad de reciclaje de buena parte de esta mano de obra explican que la mayoría de los reconvertidos estén ya retirados. Los sindicatos, por su parte, aseguran que el proceso ha sido tan descontrolado que, a la postre, "sólo ha generado frustración".
Los trabajadores afectados por la reconversión del sector naval, siderurgia integral, aceros especiales, común y línea blanca han tenido que cambiar de actividad en estos últimos cinco años al ver cerrar las puertas de sus empresas o reducir el grueso de sus plantillas. "Muchos de nosotros nos hemos acogido a las jubilaciones anticipadas ¿Quién va a coger a un trabajador a los 47 años?", se pregunta un ex empleado de la empresa Echevarría que tentó a la suerte con la puesta en marcha de una degustación en su barrio pero fracasó por desconocimiento del negocio.En efecto, en los datos compulsados por el fondo de promoción de aceros especiales se especifica que únicamente 360 trabajadores, de entre 4.630, eran menores de 55 años cuando se produjo la reconversión.
Santiago Bernuy, viceconsejero de Industria del Consejo vasco, reconoce que "aquellos trabajadores que al comenzar las primeras reconversiones en el sector contaban con 50 años, han preferido ir prorrogando plazos y acogerse a los planes de prejubilación. Este es el caso del 90% de los reconvertidos". Los que configuran el 10% restante, esos que no son "carne de jubilación", forman parte del grupo de los aventureros forzosos.
Los resistentes
Si el sector que se vio más afectado por la reconversión fue aceros especiales, porque recayó sobre 7.176 empleados, los grandes astilleros han sufrido de forma traumática las consecuencias de una crisis que topó con la resistencia de unos empleados que defendieron, "a cara de perro", su permanencia en sus puestos de trabajo.En 1986, cuando se inició la gran reconversión del sector naval, la pelea era a muerte. Los 4.760 trabajadores afectados han ido haciéndose a la idea de que había que cambiar de actividad. Atrás queda ya la imagen de los operarios de los astilleros de Euskalduna que hicieron del puente de Deusto el fortín de sus reivindicaciones. Al principio no querían inscribirse en los fondos de promoción de empleo. Un grueso colectivo resistió unos meses. Al cabo de un año se apuntaron todos.
Los acuerdos firmados el 10 de junio de 1988 entre la Administración, el INI y los sindicatos mayoritarios supusieron, en la práctica, el cierre de los centros de trabajo de Euskalduna y Asúa. Más de 1.400 trabajadores se acogieron a la prejubilación por cumplir 55 años antes del 31 de diciembre de 1990. Un grupo de Euskalduna se resistía. Unos meses antes de la firma de los acuerdos habían presentado una demanda en Magistratura de Trabajo. Querían integrarse en los astilleros de Sestao. Consideraban que la incorporación del excedente laboral se había llevado de forma irregular.
Durante este último año los trabajadores han recibido 30 ofertas de recolocación en el País Vasco, 284 para trabajar en las empresas acogidas a los beneficios de la Zona de Urgente Reindustrialización (ZUR); se han recolocado 34 en Iberia, 77 en la empresa navarra Perfrisa y 23 en Ensidesa; otros 52 empleados están en período de formación y reciclaje.
Los últimos resistentes de los astilleros han permanecido durante estos años a la espera de ofertas de empleo, pero no aceptaban cualquiera. Figuran algunos casos, en los fondos de promoción de empleo, de expedientes de expulsión por rechazar sistemáticamente ofertas de trabajo.
La recolocación en otros centros de trabajo fuera del País Vasco fue, en principio, un foco permanente de conflictos. Los sindicatos recuerdan algunos fracasos. "Los traslados de empleados de la Naval a los astilleros de Santander no resultó bien porque se creó mal ambíente entre los trabajadores cántabros".
Los representantes de los fondos de promoción de empleo recuerdan que existen 350 ofertas de trabajo para recolocar a los excedentes fuera del País Vasco. En opinión de los sindicatos, las ofertas de empleo procedentes de los planes de la ZUR han sido insuficientes. "La recolocación de estos empleados hubiera sido más fácil si se hubieran instalado empresas públicas en el País Vasco".
Los que perdieron la paciencia y, sobre todo, la esperanza, prefirieron cobrar la indemnización y emprender un nuevo camino. Es un grupo reducido de ese 10% que aún se encuentra muy lejos de la jubilación. El fondo les perdió la vista en cuanto se dieron de baja. Los sindicatos dicen no saber nada de casos individuales.
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