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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sabia rectificación

SI RECTIFICAR es de sabios, los partidos políticos (PP, CDS, IU y CiU) firmantes del documento contra la gubernamentalización de la televisión pública dieron ayer una notoria y oportuna muestra de sabiduría. Al retirar su ridícula propuesta de que delegados suyos controlen y supervisen los informativos de TVE durante la campaña electoral, no sólo se reconcilian con la opinión pública y con los profesionales de la información, que, con raras excepciones, han denunciado la medida como un residuo del pasado. Sobre todo retoman la senda de la razón y del buen sentido, tan palmariamente abandonada cuando para acabar con el propagandismo gubernamental de Televisión Española no se les ocurrió otra cosa que proponer medidas de intervención, impropias de un régimen democrático, como son la censura previa, el derecho de veto sobre las informaciones y la presencia de delegados políticos en los centros de elaboración de noticias.Las exigencias que formulan ahora son, por el contrario, plenamente racionales, además de coherentes con las pautas de funcionamiento que deben presidir el trabajo informativo de TVE, y suponen una llamada a la responsabilidad de los profesionales para garantizar el pluralismo y la objetividad de los espacios informativos. Porque parece elemental exigir a la televisión pública un tratamiento informativo no discriminatorio con respecto a los grupos políticos que aparezcan en pantalla, y a los profesionales que elaboran las informaciones, el compromiso por su parte de arbitrar fórmulas, para que ello sea efectivamente así. Además, la retirada de la propuesta inicial de los grupos de la oposición de ser ellos los editores de los espacios informativos de la campaña electoral ayuda a que el debate político y la atención de la opinión pública se centren de nuevo en la cuestión de fondo: el sectarismo informativo de la televisión pública al servicio del Gobierno y de su partido, denunciable en todo momento, pero con más fuerza, si cabe,. en períodos electorales.

A estas alturas, el problema no está en dilucidar si existe o no gubernamentalismo informativo en Televisión Española. Las pruebas de que es así son tan evidentes y reiteradas que lo que se impone es buscar la manera de acabar cuanto antes con esta situación, concienciar a los órganos institucionales que velan por el correcto funcionamiento de TVE (consejo de administración y comisión de control parlamentario) sobre la urgencia de hallar las fórmulas adecuadas y agudizar al máximo la responsabilidad profesional de todos cuantos laboran en esta institución pública. Un botón de muestra, entre otros muchos, de la inclinación de TVE del lado del Gobierno es el que ofrece hoy este periódico al analizar el contenido de los espacios informativos durante los 13 días de precampaña electoral que van desde el 19 de septiembre hasta el 1 de octubre: el resultado muestra que las buenas noticias sobre el estado del país alcanzan casi un cuarto del total, pero sobre todo que tales noticias son vinculadas sistemáticamente a la persona de miembros del Ejecutivo o de altos cargos de la Administración, como se desprende de la media de 2,4 apariciones de un ministro por cada informativo.

En todo caso, la institución competente para arreglar esta situación no debería ser la Junta Electoral Central, a la que han acudido los partidos de la oposición, quizá porque encuentran cerrados los cauces de los órganos competentes, que no son otros que el Consejo de Administración de RTVE y la comisión de control parlamentario. Y, desde luego, quien tiene la máxima responsabilidad y competencia en la tarea de que el pluralismo y la objetividad se hagan bien visibles en la información es la dirección de TVE. Su pasividad y desidia en la articulación de debates, mesas redondas y entrevistas sobre los problemas electorales han contribuido, por el contrario, a hacer más aguda la discriminación contra el resto de las fuerzas políticas, lo cual implica la manipulación de la información televisiva a favor del Gobierno.

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