El actor Rex Harrison fallece en Nueva York a los 82 años
El intérprete de 'My fair lady' acababa de estrenar una obra en Broadway
El actor británico Rex Harrison falleció ayer mientras dormía en su domicilio del barrio neoyorquino de Manhattan, víctima de un cáncer de páncreas, a los 82 años. El intérprete de Cleopatra y Myfair lady culminó su amplia carrera en el cine y el teatro con un reciente éxito, al representar en un teatro de Broadway hasta hace tres semanas, junto al actor Stewart Granger, la romántica comedia El círculo.
Por no romper con la tradición de su país natal, Sir Rex Harrison -desde que el año pasado la reina Isabel II le impuso la orden de Caballero- fue ante todo un gran actor de teatro que, además, hizo cine. Como Olivier, John Gielgud, Trevor I-loward y tantos otros, su nombre está ligado más a la escena en la que debutó con sólo 16 años, que a la rectangular pantalla blanca, aunque sus papeles en el cine fuesen en muchos casos ejemplares y modélicos.Se puede decir que su fama comenzó a consolidarse entre dos fantasmas: en Un espíritu burlón (1945) de David Lean, el de su primera esposa perseguía a su personaje, el escritor Charles Condomine, y le daba la ocasión de bordar su primer gran papel en el género en el que supo desenvolverse mejor, la comedia. En la extraña, conmovedora El fantasma y la señora Muir (1947) de Joseph Mankiewiez, su segunda comparecencia en el cine americano, enamoró perdidamente a Gene Tierney.
Fue un gran seductor, también fuera de la pantalla. Es de temer, no obstante, que en su vida privada fuese un marido tan puntilloso, cargante y obsesivo como el profesor Higgins de My fair lady. No de otra manera se deben entender sus seis matrimonios, el último a los 70 años, algunos con actrices tan conocidas como Lilli Palmer o Rachel Roberts.
Comediante
Debutó en el cine en 1930, con un insignificante papelillo en una olvidada película, The school for scandal, de un no menos olvidado M. Elvey. Su carrera en el cine de su país, que continuaría sin interrupción hasta 1946 para alternarse luego con su presencia en el cine norteamericano, incluye también papeles dramáticos -como en La ciudadela, de King Vidor-, aunque pronto demostró más solvencia en la vertiente sofisticada de la comedia.Sus mejores bazas fueron su porte altivo y su natural apostura, que le permitirían en Hollywood, desde 1946, considerables éxitos como el que logró con su encarnación del rey Mongkut en Ana y el rey de Siam de Clarence Brown. Pero fue capaz también de encarnar papeles irascibles y neuróticos, como el del celoso director de orquesta de Unfaithfúlly yours, una de las mejores y más olvidadas comedias del gran Preston Sturges, que se encuentra entre lo mejor de su carrera, si bien la Academia se empeñó en concederle el Oscar tan sólo por Myfair lady, sin duda el papel más popular y sin duda el papel más popular y perecedero de toda su filmografía. Y supo también dar pruebas de un sentido del humor colindante con lo sardónico en El ex travagante doctor Doolide o en la polémica La escalera, de Stanley Donen.
Pero donde mejor estuvo siempre fue al lado de directores que como él, sintiesen admiración y reverencia por las tablas. Uno de ellos fue Joseph L. Man kiewicz, quien habría de dirigirle en cuatro ocasiones, y para quien fue un sobrio Julio César en la mastodóntica Cleopatra.
El teatro fue mucho más clemente con su talento versátil, y en los escenarios, su Shakespeariano Enrique IV alternó con la comedia brillante (My fair lady), o con títulos de Coward, Chéjov o Bernard Shaw.
Babelia
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