"Estamos en el umbral de una gran conflagración
"Si no mantenemos bajo control ahora a las fuerzas de todos los contendientes, estaremos en el umbral de una nueva escalada de la crisis, ante una gran conflagración", advierte el general francés Phillipe Morillon, comandante en jefe de las Fuerzas de Protección de las Naciones Unidas en el territorio de la antigua Yugoslavia. Morillon había creído en la posibilidad de mantener el alto el fuego entre las fuerzas enfrentadas firmado hace ahora dos semanas. Éste, como todos los anteriores, ya se ha derrumbado.No es la primera frustración de Morillon como jefe de las fuerzas de las Naciones Unidas en Bosnia-Herzegovina. No será la última. En su nueva residencia oficial en el llamado Club de Delegados de Sarajevo, una antigua residencia de invitados de la Liga Comunista de Yugoslavia, explica a EL PAÍS por qué cree que esta guerra no debe tener vencedores ni vencidos. Califica la tarea encomendada a los cascos azules procedentes de varios países, entre ellos España, como "la tarea más magnífica y atractiva que un soldado puede tener".Horas después de esta entrevista, un comandante español, Francisco Puentes, de camino a negociar con un general serbio el levantamiento de un campo de minas para abrir paso a la ayuda humanitaria, confirmaba con rotundidad las palabras de su jefe en el aeropuerto de Sarajevo. "Qué mejor tarea puede tener un militar en toda su carrera profesional que la que tenemos encomendada aquí", decía sonriente.Satisfecho con su tropa
Morillon está satisfecho con su tropa, y no, por supuesto, con la situación que hizo necesaria su presencia. "No es que fuera optimista, sí estuve esperanzado, pero está claro que hay gente muy molesta con que logremos avances hacia una solución pacífica. Hay fuerzas radicales que siguen apostando por la solución militar. Debemos dominarlas porque de lo contrario entraremos en una escalada del conflicto".
Días antes de esta entrevista, las tropas británicas bajo el mando de Morillon enviaron carros de combate a la ciudad de Turbe, que se hallaba a punto de caer, bajo una ofensiva serbia. Su presencia pasiva como fuerza de interposición hizo remitir los ataques y evitó lo que posiblemente hubiera sido la toma de Turbe y Travnik por las fuerzas serbias, y una nueva oleada de decenas de miles de refugiados en fuga. Morillon asegura que en el futuro habrá más operaciones como ésta.
"No hicimos lo mismo en Jajce porque aún no teníamos a las tropas desplegadas para hacerlo posible", dice en referencia a la sangrienta caída de una ciudad cercana a Travnik que desató un trágico éxodo de sus habitantes musulmanes y croatas. "Pero en el futuro lo haremos cuando lo consideremos posible. Utilizare mos nuestras fuerzas siempre que su presencia pueda tener un efecto pacificador". "Está claro que [el líder serbio Radovan] Karadzic tiene una posición más fuerte militarmente y es él el que debe tener mucho cuidado de no colocar al enemigo en una situación desesperada. El riesgo de reacciones desesperadas existe. Estos hombres [los enemigos de Karadzic, las fuerzas bosnias] que luchan desde el principio por sus casas y su tierra pueden llegar a pensar que todos sus esfuerzos han sido en vano y que una solución política ya no es deseable. Hay que buscar una solución negociada, en la que nadie se sienta vencedor ni vencido y que sea aceptable por todos. Si no aquí no habrá paz".
Morillon no quiere culpar a ninguno de los bandos de la situación y asegura que "en todas las partes enfrentadas existen facciones radicales que insisten en una solución militar". Piensa mucho Morillon sus respuestas. Es éste un general que, por su origen argelino, aprendió en el Ejército francés, según sus propias palabras, que "es un gran error de los militares dedicarse a la política". La cautela que esta convicción le imprime no le impide subrayar que "la parte serbia debe tener conciencia de que tendrá que hacer concesiones, y ésas deben hacerse en Ginebra. No es aquí donde ha de buscarse una solución, porque ésta no puede ser militar".
Morillon asegura que "en Belgrado existe ahora una genuina voluntad de acuerdo pacífico", pero excluye de la enumeración de políticos que defienden esta postura al presidente serbio, Slobodan Milosevic. "Creo que el presidente [de la federación serbio-montenegrina Dobrical Cosic y [el primer ministro federal] Milan Panic quieren una solución negociada".Involucadros en la guerra
El general francés, ahora al mando de unos 24.000 cascos azules en este territorio balcánico, no tiene miedo de que sus tropas se vean involucradas en la guerra. "Llevamos ya aquí ocho meses y conocemos la situación. Sabemos cómo son hostigados nuestros soldados, hemos sido atacados directamente, por tropas o elementos incontrolados. Por supuesto que es una tarea muy difícil, sabemos que hay riesgos".
"Todos los Gobiernos que han aceptado poner sus tropas para resolver esta crisis son perfectamente conscientes de que hay riesgos. Pero éstos están medidos y, por supuesto, a todos los niveles de mando la prioridad máxima es la seguridad de sus propios soldados".
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