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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Revisar la historia

A pesar de ser habitual en el cine de la Alemania del Este -ahí está la filmografía de, entre otros, Wolfgang Staudte para recordarlo-, el tema de la ferocidad nazi y, más en general, de la actuación de los ejércitos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial es una de las grandes ausencias del cine federal en toda la existencia de la RFA. Hay razones de peso para ello, la mayor de las cuales es la existencia de una cultura construida sobre la noción del olvido, esencial para una nación quie pasó -y asumió con regocijo- la experiencia nacionalsocialista. Ha tenido que producirse la caída del muro y la reunificación de la antigua nación para ver, por fin, una película alemana sobre la guerra, una visión desde el lado derrotado -para nosotros, que siempre hemos visto a los alemanes con rasgos de sanguinario americano de opereta-.No es casual ni el título ni la elección del capítulo más atroz de la guerra para la conciencia alemana -la larga batalla por la posesión de Stalingrado, principio del fin para Hitler y los su yos- para la ficción que recrea el filme. Porque de lo que se trata aquí es de recordar el coste humano, el tremendo precio que Alemania pagó por su propia y obediente ceguera: lo que más resalta de Stalingrado es su tono de rabia, de autocrítica feroz; la brutal forma (te poner en evidencia a una piramide militar cuya cúpula estaba carcomida por la soberbia y cuya base sufría en carne propia las decisiones de sus superiores.

Stalingrado

Dirección: Joseph Vilsmaier. Guión:J. Vilsmaier, Johannes Heide y Jürgen Búscher. Fotografia: Rolf Greim, Klaus Moderegger, Peter von Haller y J. Vilsmaicr. Producción: J. Vilsmaier para Senator de Royal-Bavaria Perathom y B. A. Alemania, 1992. Intérpretes: Dominique Horwitz, Thomas Kretschmann, Jochen Nickel, Sebastian Rudolph. Dana Vavrova. Estreno en Madrid: cines Velázquez, Ideal Multicines (V. 0.).

De esta forma, Stalingrado se apunta al más ilustre de los filones del cine bélico, el de las ficciones que denuncian los excesos militaristas. Desde sus primeras secuencias -un teniente borracho y escayolado contepla la imposición de medallas los soldados a su mando- queda claro que la intención de Joseph Vislmaier, director y máximo artífice ,del filme, no es otra que dar una imagen completamente diferente de la institución militar y de las tropas alemanes, por completo alejada de los clichés que, queramos o no, tenemos todos los espectadores cinematográficos sobre lo alemán.

Lo cierto es que la película lo logra, a pesar de sus debilidades. Al construir todo el engranaje del filme sobre cuatro o cinco. personajes que siempre van juntos, al hacerlos cercanos y creíbles, Vilsmaier consigue la inmediata identificación con ellos, con su desgracia y sus desventuras, un procedimiento similar al que utilizara Sam Peckinpah para realizar La cruz de hierro. El cambio abrupto de las posturas de todos, desde la obediencia ciega y el patriotismo sin freno hasta la deserción y la helada, anónima muerte en los hielos esteparios es la razón misma de la existencia de un filme que, no obstante, se anuncia ante todo como un espectáculo bélico que, a fuerza de ser sinceros, no es lo más logrado de la función, a pesar de su gran presupuesto, su impecable sonido, el enorme despliegue humano y técnico y un rodaje, dicen, muy dramático.

Este despliegue hace que a veces la película se vea excesivamente deudora de la pirotecnia y que descuide un tanto un guión que avanza a trompicones. Se salva por la fuerza de su crítica, por la despiadada mirada que arroja sobre uno de los capítulos más siniestros de la gran historia alemana, por la indignación moral que rezuman sus fotogramas; y por no rehuir lo desagradable, como antaño hiciera Elem Klímov con Masacre / Ven y mira, aquel brutal alegato antinazi que hablaba de parecidas cosas, aunque desde el lado soviético. Y por los momentos de buen cine que también contiene: la espeluznante secuencia de las cañerías y su rosario de horrores sólo puede firmarla un cineasta de talento.

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