Juan Pablo II pisará hoy por primera vez, en la capital de Lituania, suelo de la antigua Unión Soviética
El papa Juan Pablo II inicia hoy una visita de siete días a los Estados bálticos, Lituania, Letonia y Estonia, que le dará la ocasión de pisar, por primera vez, territorio de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ese hecho, descrito anticipadamente como el "acontecimiento histórico más importante de la historia del pueblo lituano" por el presidente de la referida república, Algirdas Brazauskas, ex comunista, está previsto que se produzca a las 14.00 de hoy, hora peninsular española, cuando el avión papal aterrice en Vilna, la capital de Lituania.El viaje, al que en medios vaticanos se otorga también una importancia máxima, no colma, sin embargo, todos los deseos del Pontífice de hacerse presente en unos territorios a cuyo cambio político contribuyó el Vaticano, y muy personalmente este Papa, de manera destacada. Juan Pablo II no ha ocultado nunca su interés prevalente por visitar Ucrania ni su objetivo de pisar Moscú y las tierras rusas. Pero el conflicto abierto en esas zonas entre la minoría católica y la mayoría ortodoxa, una pugna que está dificultando seriamente el diálogo ecuménico de la Iglesia, mantiene bloqueados tales planes.
Lituania es el único país de mayoría católica entre las tres repúblicas bálticas, y ésa es la razón de que el Papa le dedique la mayor parte de su actual viaje. Desde hoy y hasta el próximo miércoles, Juan Pablo II pernoctará en Vilna, una capital que ya intentó visitar en 1984 y 1986 sin conseguirlo, porque las autoridades, que entonces eran todavía soviétias, se opusieron al viaje. Según estadísticas oficiales, los católicos representan el 73,4% de la población lituana, e incluso el primer ministro, Adolfas Slezevicius, ha declarado: "Aun siendo miembro del partido comunista, tuve una relación llena de afecto con la Iglesia. Me bauticé y casé secretamente por la Iglesia".
A esa Iglesia clandestina, y fundamentalmente preconciliar debido a las circunstancias de su propia subsistencia, rendirá homenaje mañana domingo Juan Pablo II cuando visite las tumbas de los Mártires de la Independencia, comenzando por las de los 13 que fueron ametrallados por los soviéticos el 13 de enero de 1991, en Vilna. Durante la misma jornada, el papa Wojtyla se reunirá con la comunidad polaca en Lituania. Este país y la limítrofe Polonia han mantenido históricamente una relaciones difíciles y complejas.
El porcentaje de católicos en Letonia, adonde el Papa llegará el próximo día 8, y Estonia, a la que dedicará la jornada del 10 de septiembre, la misma en que regresará a Roma, son, respectivamente, de sólo el 19,4% y el 0,3%. Estas dos repúblicas bálticas menores -con poblaciones respectivas de 2.680.000 y 1.650.000 habitantes- comparten fundamentalmente con la mayor, Lituania (3.760.000 habitantes), una difícil situación social y económica declarada tras el derrumbe de la antigua URSS, de la cual tratan de salir con la ayuda de inversiones extranjeras. Por esa razón, y como cualquier suceso de apertura al exterior, la visita del Papa será especialmente bienvenida.
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