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Entrevista:

"Algunas estatuas parecen animales disecados"

Hoy se inaugura en la Universidad Complutense el monumento Homenaje a las Letras, con la presencia de los reyes de España y del rector Villapalos. Se trata de un gigantesco busto del escritor y premio Nobel Camilo José Cela. La obra ha sido realizada en bronce por el escultor Víctor Ochoa. Sobrino del Nobel español Severo Ochoa, recientemente fallecido, Víctor Ochoa nació en Madrid hace 39 años. Al concluir sus estudios de arquitectura decidió buscarse a sí mismo. Logró encontrarse en la selva del Amazonas. De nuevo en España, comienza en 1982 su andadura como escultor con un retrato de su tío Severo. Tras realizar varias obras en España y Puerto Rico, actualmente trabaja en un monumental busto de don Juan de Borbón, que estará ubicado a la entrada del parque Juan Carlos I. Tiene instalado su estudio en Arganda del Rey, donde el artista lleva una vida espartana, dedicada únicamente a esculpir en bronce sus sueños de fuego.

Pregunta. ¿Cómo ha sido su relación con Cela durante la elaboración de esta escultura?

Respuesta. Han sido muchas horas de contactos y entrevistas a lo largo de este año. Cela posa magníficamente, pero pocas veces sabía yo lo que él pensaba durante las sesiones de trabajo. Es un hombre entrañable, un amenísimo conversador. En alguna ocasión le he visto pasar de la más sutil delicadeza al más agresivo de los juicios, como si su persona no pudiera contenerse en sí misma.

P. El autor del Diccionario secreto tiene fama de intercalar en sus conversaciones expresiones algo procaces.

R. No me consta. Sí puedo afirmar que es una persona muy divertida. Una vez le pedí que escribiera algo en un papel, para tomar algunos apuntes. Ese día le había costado mucho encontrar mi estudio de Arganda. Cela escribió: "Arganda está en el quinto coño. Le digo, doña Paca, que Arganda está en el quinto coño. ¿Me entenderá usted o no?". Y la frase que le pedí para esculpirla en el monumento me fascina: "Para el éxito sobra el talento; para la felicidad, ni basta".

P. Hace unos días murió su tío, el doctor y premio Nobel Severo Ochoa.

R. Si su vida fue admirable, su muerte fue ejemplar. Nunca se quejó de nada, nunca hizo sentir compasión hacia su esta do, hablaba bien de todo el mundo. Unos días antes de morir seguía alimentando su viejo sueño de viajar en globo a la Antártida. Bromeábamos sobre el modo más práctico de llegar allí.

P. Los grandes escultores del renacimiento, como Donatello, Fellini o Verrochio, eran desaforados libertinos. Usted vive como un anacoreta en Arganda.

R. Yo me dedico a crear, pero, como ellos, tengo una cosa muy clara: prefiero ser un gran artista que una gran persona.

P. ¿Qué estatuas sobran y cuáles faltan en una ciudad como Madrid?

R. No sobra ninguna. Falta la que ahora estoy haciendo yo a don Juan de Borbón.

P. ¿De verdad que no le crispa ninguna escultura de Madrid?

R. Yo me gano a los enemigos en las fundiciones, no en las opiniones. De todas formas, hay algunas esculturas, de cuyo nombre no puedo acordarme, que más parecen animales disecados.

P. ¿Cuál es su mayor ambición?

R. Yo sueño con una escultura enorme y habitable, que se destaque como un faro en un acantilado.

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