"Que me lleven al calabozo", dice el vecino multado por abandonar a su perro
Aniceto Amoril, gallego en paro, de unos 30 años, afincados en Los Molinos (2.500 habitantes), no da crédito a la multa de 250.001 pesetas que se le ha impuesto por haber abandonado a su perro (véase El País Madrid de ayer). "No pienso pagarlas. Si quieren, que nos lleven al calabozo a mí, a mi mujer y a mi hijo, que está a punto de nacer. Allí, por lo menos, comeremos", declaró ayer Aniceto.Algunos amigos bromeaban con él mientras se exculpaba de la acusación argumentando que había regalado el can -un pastor alemán de seis meses- a un conocido del pueblo, a quien no quiso identificar. "Lo hice porque no podía tenerlo ni en el bar ni en mi casa". En esas fechas, agosto de 1993, Aniceto regentaba el bar La Bodeguilla, Poco después, según su versión, su amigo le dijo que le habían robado el perro.
El animal fue recogido por los perreros de la Comunidad de Madrid el 26 de octubre, con su correspondiente anilla de identificación a nombre de Aniceto. El perro estuvo en la perrera de Cantoblanco hasta que, lamentablemente, fue sacrificado después de que su dueño recibiera los correspondientes avisos.
"Me han dejado seco, es una exageración", insiste el sancionado con esta multa en aplicación de la Ley de Protección de Animales. Amoril asegura que no ha recibido notificación oficial sobre la sanción, y reconoce que le llegó un aviso certificado que le reclamaba el pago de "2.000 pesetas" por este motivo.
La noticia se convirtió ayer en el único comentario del pueblo. A algunos les parecía exagerada la multa: "Hay cosas más graves que no son sancionadas", argumentan. Los que apoyan la medida recuerdan que anualmente se recogen en el municipio unos 30 animales, que en su mayoría acaban en la cámara de gas.
La vicepresidenta de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA), María Consuelo Polo Delgado, dijo ayer que la sanción "es floja" comparándola con el daño social, "irresponsable y cruel", que producen estos abandonos.
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