Lo de menos, los caballos
La familia real británica, los apabullantes sombreros y el sol protagonizan las carreras de Ascot
Ni siquiera la huelga de ferrocarriles, que obligó ayer a los británicos suburbiales a llegar en coche al trabajo, impidió que la segunda jornada de las carreras reales de Ascot fuera tan brillante como la inaugural. La brillantez nada tiene que ver, por supuesto, con las carreras en sí. Sólo la reina madre, con suficiente humor a sus 93 años como para vestirse en tonos azules y albaricoque, parece realmente interesada en qué caballo llega el primero a la meta. El mal tiempo y una gripe inoportuna la apartaron del gran espectáculo el año pasado, pero esta vez, totalmente recuperada y con las temperaturas más altas que se recuerdan en Ascot, no ha faltado a la cita.Centenares de caballeros con levitas grises y sombreros de copa del mismo color, y centenares de damas con sombreros de paja modelo lámpara, con grandes apliques florales, entre los que destacó la imponente orquídea, de casi un metro de altura, de la danesa Isabell Kristensen, contemplaron la tradicional llegada de la reina Isabel II, flanqueada por su esposo, Felipe de Edimburgo; su hijo y heredero, Carlos, y el duque de Gloucester. También asistieron, por supuesto, la princesa Ana, vestida en tonos marfil, y la princesa Margarita. Por una vez, las más discretas en sus tocados primaverales.
Faltó lady Diana Spencer, con lo cual los fotógrafos tuvieron que conformarse con seguir a Carlos de Inglaterra para obtener, todo lo más, una fotografía decente, con un príncipe de Gales en perfecto uniforme de Ascot, junto a una bella joven vestida de rojo, identificada posteriormente como Zara Drax, la vistosa hermana de un miembro de la casa del príncipe Carlos.
Todo resplandece en Ascot, donde a lo largo de cuatro días se da cita lo más granado de la sociedad británica. Aunque no siempre sea diseño de primera lo que reluce. Entre las pamelas decoradas con rosas de tul, plumas y hasta caballos en miniatura había mucho modelito sacado de las tiendas de viejo de Portobello Road. Eso sí, lo importante es ir con sombrero. Puede ser un modesto gorrito de fabricación casera o un elegante diseño de Armani. Puede ser una pamela de dimensiones planetarias o un estruendoso Valentino o Versace. Pero el sombrero es obligado en Ascot, donde, por cierto, están absolutamente prohibidos los vaqueros, gracias, entre otras cosas, a la tenacidad del maestro de ceremonias de las carreras, sir Nicholas Beaumont, a punto de jubilarse después de 25 años de servicio a las tradiciones. Contemplando tanto sombrero de copa y tanta dama vestida al estilo de Bienvenida Buck (antes Pérez Blanco) nace la pregunta de cómo es posible que haya tanta gente desocupada en Londres. Aunque, después de todo, la jornada de ayer -con los trenes que parten cada media hora de la estación de Waterloo bloqueados por los piquetes- fue una prueba de fuego para los aficionados, que tuvieron que cubrir los cerca de 30 kilómetros entre Londres y Ascot en coche, soportando molestos atascos.
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