El giro
Dicen los guerristas que en el Gobierno se hace mucha técnica, pero poca política, de manera que la sociedad no percibe con nitidez los beneficios de la acción gubernamental. El giro a la izquierda que le han pedido a González consiste en eso, en que su Gabinete sea menos técnico y más político. No hagan caso; nos quieren volver locos con las palabras, porque detrás de cada técnica se oculta una forma de pensamiento político, a veces religioso: que se lo pregunten, si no, a los tecnócratas del Opus. Las decisiones técnicas no se toman en función del clima meteorológico, sino de la atmósfera moral. O sea, que cuando uno decide confundir dos ministerios como el de Justicia e Interior, lo hace, más que por razones técnicas, porque se lo pide el cuerpo, las ideas o Dios. Depende. Además, no es cierto que los ministros técnicos impidan la proyección de la acción del Gobierno sobre la ciudadanía. Por el contrario, la sociedad percibe enseguida, por ejemplo, las consecuencias políticas de la reforma laboral y sabe que, aunque se trata de una decisión técnica, por sus venas corren ríos de ideología. No se puede separar la técnica de la política, porque son las dos caras de la misma moneda, y si a una moneda le arrancas la cara, deja de ser moneda. O sea, que a un billete de banco de la etapa socialista le quitas la cruz de Mariano Rubio y se convierte en otra cosa. Creo que fue Leguina el que afirmó que el Banco de España emite ideología por un tubo. Así es: en cada billete firmado por Mariano Rubio hay, si lo sabes leer, todo un tratado de socialdemocracia felipista.
A lo mejor, lo que los guerristas le han pedido a González no es más política, sino más demagogia. Pero a González, de izquierdas, no le queda ya ni la demagogia. No es que no quiera, es que no le sale. El giro es imposible.
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