"La frase 'De Madrid al cielo' es una verdad en lo taurino"
Luis Miguel Encabo ya es sumo sacerdote de esta religión laica, olorosa y flamígera que son los toros. Este madrileño de 19 años, que reside en Alcalá de Henares (164.000 habitantes) desde los seis, y ha sido uno de los alumnos más aventajados de la Escuela Taurina de Madrid, consiguió, en la pasada feria de San Isidro, la máxima gloria taurina: abrir la puerta grande de Las Ventas. Mientras los costaleros le llevaban en volandas pensaba que todo era un sueño. Necesitó varios días para creérselo. "sobre todo tratándose de mi debú en la plaza más importante del mundo", dice. Ahora, a poco más de dos meses de la gesta, el jovencísimo novillero ya lo ha incorporado a su particular currículo, y, lo que es más importante, su antes casi desconocido nombre ya figura en los carteles de varias ferias. Aunque considera que aquel triunfo fue trascendentalísimo en su carrera, también el sedimento del tiempo transcurrido le hace protestar ligeramente: "¡Hombre, confiaba en que me serviría para torear todavía mucho más. Pero como he triunfado también la mayoría de estas tardes y pienso hacerlo el resto, ya me encargaré yo en los ruedos de facilitar la labor de mi apoderado en los despachos". Y es que, junto a un especial carisma para calar con su toreo en el alma de los aficionados, para estremecerles las fibras sensibles, Encabo se considera por encima de todo un luchador.Pregunta. Un luchador con suerte, ¿no?
Respuesta. La suerte es fundamental para todo en la vida, pero muchísimo más en una profesión en la que te juegas precisamente eso, la vida, y en la que cualquier descuido o error te puede costar un grave percance. En cualquier caso, la suerte fue que me correspondieran dos buenos novillos, pero yo no los desaproveché.
P. ¿Qué parte de culpa tuvo en este triunfo su pertenencia y la formación recibida en la Escuela?
R. Muchísima, por supuesto. Mi salida a hombros era la de la Escuela, la de su labor callada de muchos años y, lógicamente, la de todos sus magníficos profesores.
P. No obstante, hay quien se cuestiona esta labor de las Escuelas.
R. La verdad es que muy poca gente, y desde luego no muy aficionados.
P. También hay aficionados que afirman que todos los toreros que salen de ellas son clónicos e iguales en sus estilos
R. En las escuelas se adquieren unos conocimientos teóricos de la fiesta, que cada cual aplica después según su personalidad. Es un tópico, porque ¿en qué sé parecía el desaparecido Yiyo a Joselito o a Fundi o a Bote o a mí? En nada.
P. Cambiando de tercio, ¿cómo se trata en Madrid a los toreros de la tierra?
R. Desde luego muy bien, aunque el público de Madrid no es nada nacionalista, se olvida del carné de identidad de los toreros y les juzga a todos por igual. Lo que nadie discute es que no hay nada como salir a hombros de Las Ventas; es tocar la gloria.
P. Entonces otro tópíco, ajeno a la fiesta, el que afirma que de Madrid al cielo, sí se cumple en la misma, ¿no?
R. Esa frase, que puede ser tópica en otras cuestiones, es una verdad absoluta en lo taurino. Hay que decir que la afición madrileña es la más entendida del mundo.
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