Justicia, no caridad
Aunque sabemos que no será ni la primera ni la única respuesta al señor Ubieto ante su "explosión de solidaridad", y su "0,7 nunca", no podemos ni queremos callarnos. Dejémonos de demagogias, de acuerdo, pero ¿por qué no sacar lo que falta a nuestros suburbios de los fondos destinados a la reconstrucción del Liceo, a la renovación del armamento de los tres ejércitos, a la dotación de la Casa Real o de los tan manidos fondos reservados? ¡Por favor, no privemos al Tercer Mundo de su posibilidad de desarrollo y devolvámosle, aunque sea en parte, lo que el Primer Mundo, sus nuevos ricos, le ha arrebatado! No somos estudiantes, hace años que concluimos nuestros estudios, incluso algunos hemos tenido la desgracia de haber perdido a nuestros padres. Y desde luego no somos intelectuales, pero ojalá lo fuéramos, intelectuales capaces no sólo de dar el 0,7% de lo que tienen, sino dispuestos a jugarse la vida en una huelga de hambre indefinida, dispuestos a pasar no sólo un mes, sino lo que haga falta, acampados exigiendo que se dediquen siete de cada 1.000 pesetas para el desarrollo de los países pobres, exigiendo justicia para evitar que mueran de hambre 100.000 personas al día.No creo que le importe, pero nosotros sí damos más del 0,7% de lo que tenemos para los que menos tienen. iO,7 ya! ¡Es justicia, no es caridad!.- y siete firmas más.
Quisiera comentar algunas de las afirmaciones que el señor Vargas Llosa hace en su artículo Ayuda para el Primer Mundo, publicado en su periódico el lunes 10 de octubre.
1. Sí creo que sea cierto que unos países son ricos porque otros son pobres, o viceversa, y esto es, simplemente, por pura lógica. Si tenemos 10 galletas y 10 personas, cada persona toca a una galleta. Si una se come dos galletas, otra se quedará sin ninguna.
2. Sí creo que la mayor responsabilidad del hambre y del desamparo que padecen algunos de los países más "atrasados y más misérrimos" del planeta sea de los países desarrollados. Son los países desarrollados, los "vampiros" a los que Vargas Llosa hace referencia, los que succionan las riquezas de los países atrasados y se enriquecen, además, utilizando a sus propios habitantes para ello, contratándolos como mano de obra barata y en condiciones laborales impensables en el mundo desarrollado, jornadas de trabajo que sobrepasan lo legal según los cánones occidentales, falta de infraestructura -con el consiguiente riesgo de accidentes laborales-, utilización de mujeres y niños en trabajos que sobrepasan su capacidad física -más aún si tenemos en cuenta que no es trabajar, precisamente, lo que deberían hacer los niños-, etcétera.
3. Parece como si fuera cosa de magia el ser pobre. o el ser rico. Tan sólo habría que elegir entre la pobreza y la riqueza. Así de fácil. Puestos así, a lo mejor podrían también estos países realizar el milagro de los panes y los peces, y así cubrían una de sus necesidades más acuciantes y reales -¡comer!- sin necesidad de las "dádivas erradas", corno las que pretende la Plataforma del 0,7%.
Ojalá pudiera yo tener la fe que el señor Vagas Llosa tiene -o la falta de realismo- para creer en la capacidad de unos para crear su propia riqueza y en la de otros para no apropiarse de la de los demás. Como no la tengo, tan sólo espero que existan siempre unos pocos -o, a ser posible, muchos- idealistas errados que quieran compartir su galleta con los que se quedan sin ninguna.- Gema Herráez Peñas. Madrid.
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